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¡Música, maestro!: Kurt Masur, el domador de sinfonías

27 de diciembre de 2010

La Novena Sinfonía de Beethoven es una obra descomunal que los directores deben aprender a domar como si de una fiera se tratara; de ahí la prominencia de los cursos dictados por Kurt Masur, un maestro admirado y temido.

Masur encarna el estereotipo del director apasionado, capaz de hacer explícito su mal humor cuando algo no le gusta.Imagen: Christophe Abramowitz
Masur presenta a una nueva generación de directores. “Aquí, yo no soy el padre de nadie, sino un colega”, comenta el maestro.Imagen: picture-alliance/dpa

La partitura reposa cerca de Kurt Masur… cerrada. El maestro de 83 años no la necesita; él conoce la Novena Sinfonía de Beethoven como la palma de su mano: fue esa pieza, célebre en la historia universal de la música, la que le permitió descubrir su vocación de director hace aproximadamente seis décadas. Y desde hace un lustro, en el marco de los cursos magistrales de la Beethoven-Haus de Bonn, Masur enseña lo que sabe a una nueva generación de directores de orquesta, enfrentándolos a la monumentalidad de esa obra.

La primera vez

Dirigir a la Orquesta Beethoven de Bonn bajo la mirada atenta de Masur es una experiencia emocionante para los aprendices, sobre todo por la complejidad de la música que toca interpretar. Que lo diga Christoph Altstaedt, uno de sus alumnos: “La Novena es una pieza que no se deja ejecutar fácilmente en toda su magnitud”, comenta sobre la sinfonía de Beethoven. “Pero yo quiero ver cómo funciona esta partitura, qué se siente el tenerla en la mano por primera vez”, agrega.

“La Novena Sinfonía de Beethoven es una pieza que no se deja ejecutar fácilmente en toda su magnitud”, explica Christoph Altstaedt.Imagen: picture-alliance/dpa

“A mí me alegra mucho poder dirigir su ejecución, aún cuando sé que todavía no estoy a su altura, no puedo hacerle justicia”, acota Altstaedt, quien, junto a la lituana Mirga Grazinyte y al singapurense Joshua Kangming Tan, conoció a Masur en el curso magistral anterior. “Masur habla mucho y eso le permite transmitir su enorme sabiduría. Pero lo que yo hallo particularmente inspirador es el hecho de que él pueda explotar y ponerse muy enfadado”, sostiene Grazinyte.

Un director apasionado

Ciertamente, Masur encarna el estereotipo del director apasionado, capaz de hacer explícito su mal humor durante ensayos abiertos al público cuando algo no le gusta. Pero él ama los cursos magistrales que dicta en Bonn; ellos le recuerdan las dificultades a las que tuvo que enfrentarse cuando era un joven director. Ese es uno de los rasgos que lo distinguen de muchos otros maestros: recordar que una vez se fue alumno es vital para llegar a ser un buen docente.

“Masur habla mucho y eso le permite transmitir su enorme sabiduría”, sostiene Grazinyte.Imagen: picture-alliance/dpa

Otro factor importante en sus clases es el intercambio de ideas entre todos los participantes –Masur incluido– y su programa ofrece oportunidades de sobra para ello: además del repertorio de Beethoven y de sus charlas magistrales, tienen lugar numerosas discusiones sobre la obra del compositor nacido en Bonn en 1770; discusiones de las que Masur admite aprender mucho. “Yo no procuro tener siempre la razón. Eso es algo que yo rechazo. Yo siempre les digo: ‘Aquí, yo no soy el padre de nadie, sino un colega”, explica Masur.

Los sermones de Masur

“Yo les digo: ‘Todos tenemos los mismos derechos. Y, si estamos en la búsqueda de la verdad, entonces la corona se la llevará aquel que encuentre la verdad’ ”, añade el octogenario. Sin embargo, sus valiosos consejos –acaso lo más importante de las lecciones– transportan consigo una determinada concepción de la dirección musical, cada pequeño reproche es reflejo de un credo que pocos estudiantes cuestionarán mientras estén en este curso magistral. Kurt Masur es un maestro tan admirado como temido.

Joshua Kang Ming Tan conoció a Masur en un curso magistral previo al que ahora se centra en la Novena Sinfonía de Beethoven.Imagen: picture-alliance/dpa

“Masur procura siempre dejarnos claro que, al dirigir, no debemos esforzarnos tanto en perseguir nuestros propios pensamientos, sino los de la persona que compuso la obra. Él dice que, si no logramos hacer eso, no somos verdaderos músicos, porque los verdaderos músicos deben estar en capacidad de transmitirle a la audiencia lo que el compositor o la compositora querían expresar con su obra”, cuenta Grazinyte durante una pausa. Ella y sus compañeros de curso se dedican en este instante a dominar un segmento de la Novena Sinfonía de Beethoven, sin saber cuándo estarán lo suficientemente preparados para tocar la obra completa.

Autor: Klaus Gehrke / Evan Romero-Castillo
Editor: Enrique López

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