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CienciaChile

Restos en Atacama revelan antigua violencia en el desierto

Felipe Espinosa Wang
31 de agosto de 2021

Los habitantes del desierto se atacaban y mataban unos a otros con mazas, cuchillos y armas de caza, probablemente luchando por la escasez de agua y las tierras fértiles.

El Valle de Codpa, en la región de Arica y Parinacota, en el norte de Chile, cerca del Valle de Azapa, donde se encontraron los restos de 194 adultos enterrados en antiguos cementerios.
El Valle de Codpa, en la región de Arica y Parinacota, en el norte de Chile, cerca del Valle de Azapa, donde se encontraron los restos de 194 adultos enterrados en antiguos cementerios. Imagen: Christian Handl/imageBROKER/picture alliance

Alrededor del año 1.000 a.C., cuando los cazadores-recolectores costeros se asentaron en el interior del desierto de Atacama para empezar a cultivar, su violencia letal se disparó y se mantuvo durante siglos, según un estudio de restos humanos de la época.

Vivien Standen, de la Universidad de Tarapacá (Chile), y sus colegas estudiaron los signos de violencia en los restos de 194 adultos enterrados en antiguos cementerios del desértico Valle de Azapa, que en su día fue uno de los valles más ricos y fértiles del norte de Chile. Entre los restos, de hace entre 2.800 y 1.400 años, había docenas de individuos con el pelo, la carne y los órganos aún intactos, debido a la aridez del desierto. 

"Las pautas y frecuencias de los traumatismos mortales... son sorprendentes", afirma Tiffiny Tung, arqueóloga de la Universidad de Vanderbilt, que no participó en la investigación, según reporta The Smithsonian Magazine.

Historia de brutales ataques mortales

Los restos revelaron una historia de brutales ataques mortales: costillas y clavículas rotas, mutilación de caras y repetidas perforaciones en los pulmones, la ingle y la columna vertebral.

"Algunos individuos presentaban graves fracturas de alto impacto en el cráneo que causaron una destrucción masiva de la cara y el neurocráneo, con disyunción cráneo-facial y salida de masa cerebral", escriben los investigadores, señalando que las lesiones de alto impacto habrían sido causadas por acciones intencionadas perpetradas por individuos en contextos de violencia interpersonal con armas como mazas, palos de madera, porras o proyectiles con flechas.

La agricultura estaba dramáticamente restringida a las terrazas de los valles

En el estudio titulado "La violencia entre los primeros horticultores del desierto de Atacama (1000 a.C.-600 d.C.)", publicado en la revista Journal of Anthropological Archaeology, los investigadores escribieron, por otra parte, que la agricultura en aquella época se limitaba a las terrazas de los valles, los oasis y algunos focos de tierra.

"En este desierto extremo, la agricultura estaba dramáticamente restringida y confinada a las terrazas de los valles, las quebradas y los oasis, con estas bolsas de tierra separadas por extensas pampas interfluviales estériles que dominaban el paisaje", escriben en su artículo los investigadores.

Eventos climáticos y escasez de recursos: disputas por los espacios vitales

Las razones de estos episodios de violencia, según creen los investigadores, pudieron haber sido impulsados por eventos climáticos –como El Niño-Oscilación del Sur (ENSO)– y la escasez de recursos –los alimentos marinos eran cada vez menos fiables–, lo que generó disputas por los espacios vitales y los recursos, como la tierra y el agua en la época cuando apareció la agricultura en Atacama.

"Alejarse de la costa fértil, alejarse de estos oasis productivos significaba enfrentarse a paisajes áridos sin agua ni recursos para la subsistencia... Este nuevo marco sociocultural y el uso de la tierra podrían haber desencadenado tensiones sociales, conflictos y violencia entre los grupos que invertían en un estilo de vida hortícola", aseguraron los investigadores.

Según The Smithsonian Magazine, en esa época, algunas comunidades se trasladaron un día de camino hacia el interior, a oasis y estrechos valles fluviales alimentados por el deshielo de las montañas.

Con el inicio de la agricultura, "todo es más letal. Todo es más explosivo", dijo Bernardo Arriaza, coautor del estudio y antropólogo de la Universidad de Tarapacá. Tanto los machos como las hembras fueron golpeados. Pero, notablemente, en otro estudio, el equipo encontró pocos signos de trauma en niños y bebés, enterrados durante el mismo periodo. "No vemos demasiado abuso infantil", añadió Arriaza.

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