Macron fue elegido presidente de Francia hace un año. Durante la campaña se presentó como reformista. Ahora se encuentra en un momento crucial, a juicio del politólogo Emiliano Grossman.
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DW: Sr. Grossman, en el exterior se ve al presidente francés como una figura que aborda una reforma tras otra y se mantiene firme ante las resistencias. ¿Cómo evalúa usted la situación?
Emiliano Grossman: Macron todavía tiene la imagen de ser muy dinámico y eficiente. Pero ya se perciben los primeros signos de un cierto cansancio en cuanto a la realización de reformas. Sus índices de aprobación han bajado drásticamente en las encuestas de las últimas semanas. Eso no se debe solo a la huelga ferroviaria, que se prolonga ya varias semanas. También se habla de un "efecto Sarkozy”. Nicolás Sarkozy inició igualmente su período con un torrente de proyectos reformistas, pero con cada mes que pasaba se le hizo más difícil materializar tales reformas.
Creo que Macron se encuentra en un momento crucial: ¿será uno de esos presidentes franceses que comienzan de manera muy ambiciosa y se vuelven luego muy impopulares, o conseguirá superar este momento crítico y llevar a cabo su agenda de reformas?
¿De qué factores dependerá eso?
Dependerá en gran medida de si sus reformas dan fruto. Actualmente, la situación económica es mejor que la de hace dos años, pero difícilmente Macron pueda atribuirlo a su propia gestión. Para él sería importante que se registrara una mejora sostenida, que hubiera crecimiento en sectores críticos y que las empresas generaran nuevos empleos.
Pero también existe otro factor, que quizás no se tome tan en cuenta en el exterior. Macron debe zafarse de la imagen de ser el "presidente de los ricos”. Comenzó con reformas que claramente benefician a los más acaudalados. Actualmente se discute, por ejemplo, sobre abolir un impuesto que dificulta a los ricos transferir dinero al exterior para ahorrar impuestos. Dicho impuesto no ha resultado ser muy eficaz, pero su abolición representa un problema para Macron en el aspecto simbólico.
De acuerdo con algunas encuestas, el 56 por ciento de los franceses está descontento con Macron. Son resultados mejores que los de sus antecesores, pero no son realmente buenos. ¿Era esto previsible?
Creo que un problema estructural del sistema político de Francia, muy personalista, es que se cifran demasiadas expectativas en el presidente. El sistema fue concebido en la década de 1950 para evitar el peligro de la guerra civil. Y funcionó bien, con el carisma de Charles de Gaulle. Pero ninguno de sus sucesores ha tenido ese carisma.
En el exterior también ha llamado la atención el trabajo de relaciones públicas de la actual presidencia. Macron gusta de los grandes gestos. ¿Cómo los recibe la población?
Hasta ahora, la mayor parte de las iniciativas de relaciones públicas ha tenido un eco positivo. Pero a mí me parece un arma de doble filo, porque esos grandes gestos son un poco maniobras de distracción. Eso puede funcionar a corto plazo pero, si no les siguen reformas sustanciales, puede provocar cansancio en la gente.
¿Y qué hay en cuanto al fondo? El think tank iFrap asignó a la política de reformas de Macron solo 5,3 de 10 puntos. ¿En qué falla?
Simplemente es difícil reformar Francia. Hay muchos obstáculos estructurales.
Autor: Andreas Noll (ERS/MS)
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La nueva casa de Macron
Es hora de que el nuevo presidente haga las maletas para mudarse al Palacio del Elíseo. DW echa un vistado a la lujosa residencia en la que vivirán Emmanuel Macron y su esposa Brigitte.
Imagen: AFP/Getty Images
Residencia presidencial
El Palacio del Elíseo, situado en el distrito octavo de París, es una de las muchas joyas arquitectónicas de la capital francesa. Las puertas del 55 Rue du Faubourg Saint-Honoré protegen el palacio presidencial del ajetreo y el bullicio de las calles de París, a pesar de estar situado en el corazón de la ciudad.
En el interior, el gran edificio también cumple con todos los estándares esperados de un palacio presidencial. El ostentoso comedor es convenientemente lujoso, desde sus lámparas de araña hasta sus cortinas de brocado. Acentuado todo con acabados en oro alrededor de sus bordes. Dignatarios de todo el mundo han cenado aquí, saboreando lo mejor de la cocina francesa.
Imagen: Getty Images/AFP/F. Guillot
Cocina francesa
De hecho, el palacio presidencial es famoso por su alta cocina. Se rumorea que la canciller alemana Angela Merkel envió a su chef personal allí para aprender una lección o dos de los franceses. Ser chef en el Palacio del Elíseo, sin embargo, es un trabajo duro: se estima que el equipo de cocina produce 95.000 comidas al año, que van desde simples bocadillos a cenas de Estado.
Imagen: picture-alliance/abaca/D. Allard
Un trozo de pastel
Uno de los muchos manjares preparados el Palacio del Elíseo es la "Galette des Rois", que significa "torta del rey". La tradición es que en el Día de los Reyes Magos cada año se haga una gran torta con una pequeña estatuilla dentro. Y se corona al niño que lo encuentra. Si el presidente es al que le toca en su trozo, se le puede considerar rey de Francia, aunque sea sólo por un día.
Imagen: Imago/Xinhua
Cubiertos de oro
Un antiguo cocinero del Elíseo dijo una vez a los periodistas que los cubiertos y la vajilla utilizados en la casa presidencial son tan valiosos que se mantienen bajo llave dentro de una cámara. Sin embargo, a quienes se concede una visita con el presidente, consiguen llevarse a menudo, aparentemente, algún recuerdo. Por lo general, una cucharilla.
Imagen: Getty Images/AFP/F. Guillot
La propiedad viene con jardín
Todavía no sabemos si los Macrons son aficionados a la jardinería, pero sitio para plantar tendrán, si quieren. Los jardines son más bien un parque, con un montón de rincones para un huerto de verduras o un jardín de rosas. Cuentan que, por ejemplo, la ex primera dama estadounidense Michelle Obama, disfrutó mucho con la jardinería en la Casa Blanca.
Imagen: Getty Images/AFP/B. Langlois
Más de una habitación para cada día
Con 369 habitaciones y salas en total, es poco probable que haya una escasez de espacio en el Palacio del Elíseo. Después de todo, las cámaras personales del presidente sólo forman el ala este del edificio, dejando mucho espacio con el que jugar. Podría, sin embargo, no encontrar todo a su gusto el presidente. Para eso hay un equipo dedicado a que todo esté a su máxima satisfacción.
Imagen: Getty Images/AFP/F. Guillot
Adiós al pasado
Antes de que Macron pueda trasladarse al Palacio del Elíseo, su predecesor, François Hollande, tendrá que desalojar los aposentos presidenciales. Decir adiós a tan espectaculares vistas puede ser difícil, pero tal vez el presidente saliente encuentre consuelo pensando que muchos han ido y venido antes que él. Y un día, también será el turno de Macron de decir "au revoir" al Palacio del Elíseo.
Imagen: picture-alliance/MAXPPP/L. Vu
El corazón de la República Francesa
El palacio ha sido el hogar de los jefes de Estado franceses desde 1873. La mayoría de los presidentes han elegido residir en sus lujosos aposentos. Durante los próximos cinco años, Emmanuel Macron se sumarala a la lista (quién sabe si por más tiempo). Le deseamos a Macron ya la primera dama lo mejor en su nuevo hogar. ¡Vive la France!