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Madre no hay más que una

Luna Bolívar Manaut14 de mayo de 2006

Nos cuidan, nos miman, nos protegen. Nos riñen, nos controlan y también de vez en cuando, nos vuelven locos. Son nuestras queridas mamás, en cuyo día queremos recordar nuestra contribución a su esfuerzo.

¡Mi mamá me ama... y me enerva!Imagen: Sony Pictures


Nos han parido y eso les ha dado derecho preferente de palabra, además de toda la razón. Durante años, nos han criado para convertirnos en hombres y mujeres hechos y derechos. Y su labor educadora es una profesión de la que nunca se jubilan. Tanto tiempo después, aún saben que todo nos iría mejor… "si escucharas más lo que te dice tu madre".

¿A dónde vas con esas pintas?

¿Y qué opinas de aquél? ¿Podría ser tu papi, no es cierto?Imagen: Bilderbox

Para mamá siempre resultó un misterio que precisamente esa camiseta llena de agujeros fuera tu preferida, ni tampoco comprendió jamás qué había de malo en zurcirla, o peor aún, en tirarla. Nunca llegó a entender por qué te compras pantalones que, siendo nuevos, ya parecen viejos, ni cómo puede un ser humano sobrevivir sin planchar la ropa interior.

Mamá siempre se preocupó de salvaguardar tu integridad corporal, y de que parecieses una persona decente: métete la camisa por dentro, átate los cordones, que te vas a caer, ponte la chaqueta, que vas a coger un catarro, ¡mira qué pintas me llevas! Anda… que parece que no tuvieras madre. Y lo sigue haciendo. Después de 40 años.

¿Es que no te dan de comer?

Eso no es comida...Imagen: picture-alliance / dpa

Desde la última vez que viste a tu madre has engordado cinco kilos. Los pantalones ya no te cierran y la mitad de tu armario contiene ropa que sólo de mirarla te produce claustrofobia. Sin embargo, a mamá siempre le parece que has perdido peso porque está convencida de que, estés dónde estés, no te alimentas como es debido.

Por eso mamá tiene lista tu comida preferida cada vez que le haces una visita, te obliga a repetir tres veces y a tomar postre. Y de paso te recuerda que con la boca llena no se habla, que no se juega con la comida, que los codos no se apoyan en la mesa y que ese plato te lo terminas porque en el mundo hay muchos niñitos muriéndose de hambre.

¿Te crees que vives en un hotel?

Pensión. Libre.Imagen: BilderBox

Nunca le pediste a tu madre que recogiera tu habitación, que pasara la aspiradora, que le quitara el polvo a tus libros, doblara tu ropa y ordenara tu armario. Tampoco que te esperase despierta ni que se preocupara de que llegases puntual a la escuela, la universidad o el trabajo.

Sin embargo, ella lo hizo durante años: por amor materno y porque el as en la manga era importante para poder comentarte que tu cuarto parece una pocilga, que no hay quien ponga un pie. Y que te crees que vives en un hotel, que sólo vienes a dormir y a que te den de comer, que qué horas son esas de llegar a casa y que con esos amigos que tienes vas por muy mal camino.

Mi mamá me mima

Nadie es como mamá.Imagen: AP

Y así han pasado los años: sólo para ti, por supuesto. Para mamá, entre el día que naciste y hoy, no ha cambiado nada. Y aunque se haya pasado 40 años echándote la bronca y no tenga la menor intención de parar ahora, nadie te mima como mamá.

Por eso hoy plancharás la camiseta que nunca planchas e irás a verla, le llevarás un ramo de flores, te comerás tres platos y el postre por los niños pobres del mundo, pondrás y recogerás la mesa y luego te irás a tu casa feliz de saber que madre no hay más que una, y que, por suerte, ya no vives con ella.

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