Miembros de Academias Nacionales de la Lengua Española analizan los desafíos de la enseñanza actual y nos cuentan si “ya nadie lee libros” y “las nuevas generaciones hablan cada vez peor”.
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Correos electrónicos, chats, comentarios en la web, mensajes vía teléfono celular: el mundo digital ha llegado a nuestras vidas y, en gran medida, dicta ritmo y compás. ¿Y entonces? ¿Enfrentamos un destino de irremediable superficialidad? ¿Qué será del hábito de la lectura? ¿Y del lenguaje? ¿Y qué de la enseñanza en escuelas y universidades? ¿Sólo calamidades por venir? Pues, a juzgar por algunos expertos, no precisamente.
"Es un mito lingüístico eso de que "las generaciones hablan cada vez peor y que los jóvenes tienen cada vez menos léxico”, asegura la Profesora del Departamento de Medios y Lenguajes de la Facultad de Información y Comunicación de la Universidad de la República de Uruguay Virginia Bertolotti.
"Si los jóvenes tuvieran cada vez menos léxico, con el tiempo que hace que estamos diciendo eso, ya las lenguas se hubieran extinguido”, concluye. "Lo que sucede, en todo caso, es que los jóvenes usan quizás otro léxico”, indica la investigadora, en diálogo con DW.
No todo está perdido
Las nuevas tecnologías y las redes sociales presentan incluso ciertas ventajas, indica Bertolotti, también miembro de Número de la Academia Nacional de Letras de su país: "Que permanentemente un montón de gente esté discutiendo sobre un montón de cosas, opinando y contrastando su opinión con la de otros, que haya foros, resulta valioso y democratizador”, destaca.
"Antes quizás solo los hombres que iban al bar todas las tardes tenían esa posibilidad”, agrega Bertolotti.
Y continúa derribando mitos: "Ya nadie lee libros”, suele escucharse. "Sin embargo, muchos siguen leyendo libros, pero los leen de una forma distinta a como se leía antes, o llegan a un libro a través de una película o hacen su canal de youtube donde los comentan”, asegura la académica uruguaya.
"Ahora no leen porque se la pasan con el teléfono en la mano”, es también una queja tradicional”, continúa Bertolotti. "Pero, en realidad, cuando los jóvenes están con el teléfono, hacen cosas que otras generaciones no podíamos hacer, como esa autobiografía permanente que aparece en las redes, donde cuentan cosas acerca de sí mismos, se expresan y eso, ya sea más o menos poéticamente, es un ejercicio de escritura.”
¿Papel vs pantallas?
Así las cosas, en la actualidad, prima un consenso respecto a considerar lo analógico y lo digital como ámbitos complementarios, lejos de aquella visión antagónica entre lectura y tecnologías audiovisuales. El papel y las pantallas se tornan soportes opcionales que pueden alternarse según la situación.
Pero cada mundo tiene sus propios guías. "En el universo digital, los analógicos somos claramente alumnos, porque terminamos copiando los patrones comunicativos de los jóvenes, que son los "dueños” de ese mundo. Pero en el ámbito universitario, analógico, los estudiantes precisan aún de maestros que los ayuden a desplazarse cómodamente”, sostiene Bertolotti.
"Los maestros estamos en una etapa de transición; somos mutantes”, indica a DW, por su parte, el Profesor Rogelio Rodríguez Coronel, Director de la Academia Cubana de la Lengua. Y puntualiza: "Pero en última instancia, el papel del maestro no ha cambiado: enseñar a leer y escribir. En la actualidad, se necesita la formación, como nunca antes, de un lector crítico, competente, que sepa discernir entre el grano y la paja”.
"Sólo me preocupan la manipulación y el uso indiscriminado de estos medios por los grupos de poder a nivel global, así como los efectos de la sociedad de consumo en la formación de los alumnos”, completa Rodríguez Coronel, Profesor Emérito de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana.
En definitiva: riesgos y potencialidades mediante, hoy lo digital y lo analógico conviven. Nuestro mundo se ha hecho anfibio.
La temática será debatida en el panel "Maestros analógicos y alumnos digitales” en el Congreso Internacional de la Lengua Española, a realizarse del 27 al 30 de marzo en la provincia de Córdoba, en Argentina.
(er)
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Diez cadáveres de la era internet
El fin del mp3 es solo un eslabón más en la larga lista de servicios que han muerto a medida que la tecnología y los gustos han ido mutando. ¿Recuerda hoy alguien al ICQ, a los fotologs? Nosotros sí.
Imagen: Imago/imagebroker
Netscape, el navegador de la prehistoria
Cuando no había Google Chrome ni Mozilla, la pelea por servir de navegadores a los usuarios del internet primigenio la daban Internet Explorer y Netscape. El primero, obra de Microsoft, era visto como una imposición del monstruo de los computadores. Netscape se erigió en la alternativa, pero fue devorado por IE, que acaparó el 98 por ciento del mercado. En febrero de 2008 Netscape murió.
Imagen: AP
Sin Hotmail no había paraíso
Hace 21 años nació Hotmail, la primera plataforma de correo electrónico de alcance mundial. Su éxito duró largos años hasta que apareció Gmail, que ofrecía mayor capacidad de almacenamiento y creó un concepto nuevo: la posibilidad de no borrar los correos viejos. En 2012 Gmail superó a Hotmail, que ahora se llama Outlook y tiene 400 millones de usuarios, menos de la mitad de los que suma Gmail.
Imagen: picture alliance / dpa
ICQ, la flor del chat
ICQ es viejo-viejo. Era un servicio que servía para comunicarse vía chat con una persona determinada, sin tener que estar en salones plagados de otros chateadores. Era una especie de Whatsapp de la prehistoria misma de Internet. Fue creado en 1996 y comprado por AOL en 1998. Si bien dice tener hoy más de 30 millones de cuentas activas, encontrar a un usuario de ICQ es poco menos que un milagro.
No te mueras nunca, mp3
Hasta antes del mp3, escuchar música implicaba cargar un engorroso reproductor de CDs y llevar un estuche con todos los discos. Esta creación del Instituto Fraunhofer hizo que la música fuera portable y simplificó los procesos de descarga en internet, revolucionando totalmente el mercado. Sus creadores anunciaron que dejarán de trabajar con ese formato para privilegiar otros más modernos.
Imagen: cc-by-nc-sa-bluepoke
Napster, ideal para melómanos
Precisamente gracias al surgimiento del mp3 aparecieron plataformas como Napster, donde los usuarios podían descargar todo tipo de música. Esto generó fuertes controversias por los derechos de autor, asuntos legales que terminaron minando la fuerza de Napster. Se relanzó en 2008 y fusionó con otra empresa en 2011. Pero ya nada era igual.
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Fotolog, un Facebook más feo
A comienzos de este siglo los adolescentes compartían sus vivencias en Fotolog, un blog donde se podían compartir fotografías. Era como Facebook, pero más rústico y con muchas menos prestaciones. En realidad, la comparación le queda muy grande. En Fotolog, los muchachos publicaban pensamientos, selfies y toda clase de intrascendencias. Como llegó, se fue.
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Encarta, víctima de Wikipedia
Microsoft ofrecía una serie de servicios, entre ellos Encarta, un intento de enciclopedia virtual que se usaba en los computadores y que era la favorita de los escolares más aficionados a las nuevas trecnologías, porque en esa época eran nuevas. Pero la enorme cantidad de datos erróneos y el surgimiento de Wikipedia relegó a Encarta al olvido. Su última versión es de 2009. RIP.
Imagen: picture-alliance/ZB/J. Büttner
MSN Messenger, cómo olvidarte
Antes de Whatsapp, antes de Telegram, antes de Google Talk (QEPD también) estuvo Messenger. Sus íconos verdes o rojos nos indicaban si nuestros amigos estaban conectados o no. Conversar poniendo smileys se tornó tradición entonces. Era una plataforma simple, amigable y estable. Pero Google la borró del mapa y Facebook terminó por sepultarla. Pero te recordamos, Messenger. Con amor.
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Altavista, el buscador desaparecido
Cuando Google no existía, navegar por internet podía ser caótico. Las webs estaban alojadas en barrios (en Geocities, por ejemplo) y los primeros buscadores encontraban bastante poco, en realidad. Uno de los buenos era Altavista. Había otros: Excite, por ejemplo. Pero todos fueron relegados cuando Google impuso su potencia. En 2013, Altavista pasó a mejor vida.
Imagen: picture-alliance/dpa
Disquete, rústicos y pobres
Pensar que en un disquete podía almacenarse 1,44 mb puede provocar una carcajada. Pero era lo que había a comienzos de siglo e imaginar algo distinto no era una posibilidad. Por eso había que andar con muchos de ellos. Decenas, a veces, para guardar apenas un archivo. Los CDs, los pendrives y otras formas de almacenaje más eficientes terminaron sacando a los disquetes de este mundo. Por suerte.