Maltrato psicológico tan devastador como la tortura física
17 de marzo de 2007El estudio fue realizado por el psicólogo Metin Basoglu , de la Universidad de Londres, en base a entrevistas con 270 víctimas de tortura y violencia de la guerra civil de la ex Yugoslavia. Sus resultados causan estupor entre los expertos, ya que demuestran que la tortura psicológica aplicada a prisioneros provoca los mismos resultados que el abuso físico. Los entrevistados, víctimas de manipulación, humillaciones y extremo estrés psicológico, sufrían aún muchos años después las mismas consecuencias que quienes son sometidos a torturas corporales.
No hay castigos sin consecuenciasHasta las formas de sometimiento supuestamente más inofensivas, como la celda de aislamiento, deberían ser j uzgadas del mismo modo que la tortura física. Esto es lo que informarn Basoglu y sus colegas en la revista especializada “Archives of General Pschychiatry”. También el profesor estadounidense Steven Miles, de la Universidad de Minnesota, comenta que “diferenciar entre tortura y matrato no sólo es un sinsentido, sino que además es muy peligroso”.
Los investigadores no hallaron ninguna diferencia fundamental entre la tortura física y la psicológica. Tanto la segregación como las amenazas dejan huellas similares en tanto menoscaban el bienestar del individuo, provocando daños aún mucho tiempo después de haber sucedido.
Las víctimas sufren durante años de los llamados “síndromes postraumáticos”, que consisten en pesadillas y disturbios del sueño, recuerdos vívidos y ataques de pánico. También el dolor físico y la pérdida de conciencia son parte del cuadro. Dichos descubrimientos ponen en tela de juicio los argumentos de quienes consideran que la tortura psicológica es un método inocuo a utilizarse en interrogatorios en la lucha contra el terrorismo.
Los niños, víctimas indefensasUn aspecto relevante del estudio es que las consecuencias de la tortura psíquica en adultos de zonas en guerra son las mismas que sufren los niños de países desarrollados sometidos a la privación del entorno familiar. Este maltrato, llamado deprivación, es otra clase de abuso infantil, ya que, según Basoglu, los mecanismos psicológicos que producen traumas en personas maduras serían los mismos en los niños.
“El estudio de Basoglu puede aplicarse perfectamente a los niños”, sostiene Ernst Pfeiffer, del Centro Psiquiátrico Infantojuvenil de la Clínica Charité de Berlín, sitado en un artículo del semanal germano Der Spiegel. Según el científico, se han realizado varios estudios que lo confirman. Las secuelas del maltrato por deprivación consisten en un 20 a un 50 por ciento de los niños en daños cognitivos y psicológicos a largo plazo.
(Lea en la página 2 cómo afecta el maltrato al crecimiento normal).
Secuelas trágicas para el crecimiento
Un grupo de estudio de la Universidad de Nueva York, junto con sus colegas británicos, observaron el desarrollo de infantes que crecieron en orfanatos de Rumania durante la dictadura de Ceausescu. A pesar de que fueron adoptados por familias del oeste europeo, seguían presentando síntomas luego de más de siete años de estar integrados en un ambiente de convivencia armónica.
El trauma les había provocado retrasos graves en su desarrollo intelectual. En comparación con chicos que crecieron en hogares sanos, su cociente intelectual era 15 puntos más bajo. Los resultados fueron publicados en mayo de 2006 en la revista “Child Development”, y las víctimas del estrés de los hogares infantiles eran niños entre 6 y 42 meses.
Críticas y amenazas también son torturaLa falta de amor y conductas sanas por parte de los padres pueden ser devastadoras. Desde el punto de vista de la psicología infantil y las ciencias sociales, la tortura psicológica y emocional es un tema que aún no ha sido lo suficientemente investigado. Heinz Kindler, del Instituto Alemán de la Juventud (DJI), afirma que “se sabe muy poco acerca de las consecuencias del maltrato psicológico en niños”.
Muy pocos padres son concientes de que están abusando psíquica y emocionalmente de sus hijos. Empezando por las amenazas verbales e intimidación, siguiendo por la crítica permanente e irreflexiva y el rechazo de sus hijos, todas estas conductas son abusivas. También la preferencia por uno de los hijos ante el resto “pone en peligro el desarrollo psíquico y emocional sano de la criatura”, afirma la página web del DJI.
El maltrato abusivo en los niños no sólo provoca desventajas en el crecimiento individual, sino que deriva en enormes costos socioeconómicos. Desde la internación y tratamiento psiquiátrico hasta la entrada a la cárcel juvenil, todo es posible para quienes comienzan a vivir siendo víctimas de tortura psicológica. Y eso, dice Pfeiffer, “le cuesta muchísimo dinero a la sociedad”.