Manglares y gambas
11 de mayo de 2010En algunos lugares, apenas sí puede distinguirse entre el fango a los jóvenes mangles. Un par de tallos delgados contra el poderoso mar. Sin embargo, constituyen un signo de esperanza. La esperanza de que, quizás, dentro de un par de años aún habrá vida para los habitantes del Delta del Mekong incluso si sube el nivel del mar.
La desembocadura del Mekong, con sus centenares de afluentes, figura entre los parajes más fértiles de Vietnam. En el curso del río, viveros y cultivos se alternan con pequeñas aldeas. Aquí crece el arroz que ha transformado Vietnam de un país de hambrunas a uno de los principales exportadores a nivel mundial. También se crían gambas, que traen consigo trabajo y un medio de subsistencia. Pero los nativos también deben temer por su futuro. El Delta del Mekong, densamente poblado, podría convertirse muy pronto en uno de los grandes perdedores del cambio climático. Si el nivel del mar acaba subiendo tal y como se teme, el agua lo cubriría todo. Sólo Bangladesh, con una topografía similar, se enfrenta a una perspectiva aún peor.
La gran deforestación
Los bosques de manglares constituyen un dique natural con el que combatir la marea alta. Además, sus raíces protegen a la zona de la desembocadura de la salinización, regulan el clima local y el equilibrio hídrico. También en Vietnam, grandes superficies de bosques de manglares han sido taladas. Alrededor de la mitad desapareció en las últimas décadas. En un primer momento, víctimas de la necesidad: tras los estragos causados por la guerra, la mayoría de bosques de manglares fueron talados para conseguir madera destinada a la construcción. Desde hace algunos años, los manglares son víctimas, como en muchos otros países, de las granjas de gambas. En los últimos 15 años, la superficie destinada a la acuicultura en las zonas costeras del Mekong se ha multiplicado por más de diez. El auge de estas explotaciones trajo mucho dinero a la región, pero ha tenido también fatales consecuencias a nivel medioambiental: animales y plantas han perdido su hábitat, el terreno se ha salinizado y no será aprovechable durante muchos años, y los antibióticos y las substancias químicas utilizadas en las factorías de gambas contaminan las aguas subterráneas.
Gambas o manglares. Como tantas otras veces, la contraposición de intereses económicos y ecológicos parece, a primera vista, un dilema de difícil solución. Sin embargo, podría haber una alternativa: gambas y manglares. "Tenemos el modelo de futuro", explica Stefan Bergleiter, responsable de acuicultura de la asociación para la agricultura ecológica Naturland.
Desde finales de los años 90, hay en marcha proyectos internacionales para fomentar la reforestación de los bosques de manglares. Unos proyectos que Naturland combina, además, con el impulso de la cría de gambas respetuosa con el medio ambiente. "La idea es la siguiente: fomentamos la reforestación, pero mantenemos las granjas de gambas", explica Bergleiter. Para obtener el certificado ecológico de Naturland, las gambas deben ser criadas no sólo sin aditivos, sino que al menos la mitad de la superficie destinada a las explotaciones debe estar cubierta también por bosques de manglares. Quien pretenda vender gambas ecológicas no puede, por lo tanto, talar los manglares o, en su defecto, debe plantar nuevos árboles. El cumplimiento de estas directrices es controlado regularmente por institutos independientes.
"Sensato ecológica y económicamente"
"Sencillamente, es la opción más sensata ecológica y económicamente, una visión que incluso los mismos agricultores comparten cada vez más", afirma Bergleiter, quien a menudo se ocupa de supervisar las actuaciones sobre el terreno. La mayoría de las veces, se trata de granjas ya existentes que son transformadas. No tanto por motivos ecológicos, sino debido a las ventajas económicas: las gambas "bio" necesitan menos alimento y son más resistentes a las enfermedades. Además, se pueden vender más caras y sacar grandes beneficios del uso forestal de los manglares. Más de un millar de granjas con una superficie total de 6.200 hectáreas cuentan ya con el certificado de Naturland. Aunque sigue siendo apenas una pequeña fracción, el número va en aumento. "A medio plazo, queremos todo el pastel", dice Bergleiter. Las gambas ecológicas deben ser la norma y no la excepción.
Hace diez años, Naturland certificó la primera granja de gambas de Ecuador. También el Perú, Indonesia, Myanmar y Brasil cuentan ya con granjas para la cría de gambas "bio". El certificado de Naturland no es el único que existe, pero su etiqueta ecológica pasa por ser la más meditada. "Afrontan la cuestión desde una perspectiva global", explica Heike Vesper, experta en pesca del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), una de las mayores organizaciones de protección del medio ambiente a nivel mundial. En su opinión, la cría de gambas sigue siendo una cuestión problemática, pero las granjas certificadas por Naturland son, desde el punto de vista ecológico, "las mejores del mercado con diferencia".
La idea de combinar gambas y manglares parece ser, pues, positiva para todos los implicados: los agricultores del Mekong pueden ganar más dinero, el cliente de los principales países consumidores -Europa, Estados Unidos y Japón- disfruta de gambas más saludables y ecológicas. Y, de paso, todos ellos contribuyen a que el Delta del Mekong pueda tener un futuro. Aunque suba el nivel del mar.
Autor: Oliver Samson
Redacción: Emili Vinagre