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“Margot estaría feliz de volver a Alemania”

Diego Zúñiga17 de abril de 2012

Este 17 de abril la viuda de Erich Honecker cumple 85 años. Los celebrará en Chile, donde fue recibida tras la caída del Muro. Su vida en Sudamérica y las razones que tuvo ese país para recibirla.

ARCHIV - Margot Honecker fotografiert am 28. Juli 2008 in Managua, Nicaragua, beimm Besuch eines Hospitals. Auch 20 Jahre nach dem Fall der Mauer trauert Margot Honecker der DDR offenbar immer noch hinterher. "Alles das, was wir geschaffen haben in vierzig Jahren, das ist nicht wegzuleugnen", sagt die 82-jaehrige Witwe des ehemaligen DDR-Staats- und Parteichefs Erich Honecker in einem Video, das im Internet zu sehen ist. Laut "Bild"-Zeitung entstand das Video am 7. Oktober - dem Tag der DDR-Staatsgruendung - bei einer Feier ehemaliger politischer Fluechtlinge, die 1973 nach dem Militaerputsch in Chile in der DDR Asyl fanden. (AP Photo/Esteban Felix,Archiv) --FILE - In this July 28, 2008 file picture Margot Honecker, the widow of former East German leader Erich Honecker, gestures during her visit to a German Hospital in Managua. (AP Photo/Esteban Felix,File)
Margot Honecker cumple 85.Imagen: AP

Cada mañana suena un ruido en La Reina, comuna de la Región Metropolitana de Chile donde vive Margot Honecker. Es el canto de las cotorras argentinas, que por decenas habitan en los frondosos árboles del barrio residencial que en 1992 escogieron ella y su marido, el ex Jefe de Estado de la República Democrática Alemana, Erich Honecker, para vivir su exilio. Él murió en mayo de 1994 de cáncer. Ella sigue viviendo ahí, donde festejará este 17 de abril su cumpleaños número 85.

En 1991 la familia Honecker viajó a Moscú, donde fueron recibidos como huéspedes por la embajada de Chile, que entonces era conducida por el militante comunista Clodomiro Almeyda. La reciente democracia chilena se vio enfrentada a un gran problema diplomático. Los Honecker pusieron la mirada en el país andino como opción de exilio debido a que su hija Sonja estaba casada con un ciudadano de ese país. Tras algunas negociaciones, Margot viajó a Santiago mientras su marido era expulsado de Rusia y llegaba a Berlín para ser sometido a juicio, del que se libraría por razones humanitarias. Arribó poco después a Chile.

Enrique Krauss era el ministro del Interior de Chile en esa época, cuando la feble democracia “protegida” miraba con un ojo al vigilante Augusto Pinochet y con el otro apuntaba al futuro. “Alemania tuvo una actitud de crítica hacia nuestra decisión, pero nosotros teníamos una gran amistad con ellos porque la RDA había dado comprensión y apoyo a algunos de los sectores políticos contrarios a la dictadura en Chile”, dice Krauss a DW, en referencia al asilo que ese país entregó a los chilenos expulsados por Pinochet, entre ellos la misma ex Presidenta Michelle Bachelet.

Feliz de volver

Margot Honecker vive hoy en una casa de dos pisos en compañía de su nieto, el pintor y poeta Roberto Yáñez. Está en un recinto cerrado, vigilado por un conserje que impide el acceso a extraños. Honecker acostumbra a salir sola, sin guardaespaldas ni compañía alguna, para comprar en un supermercado cercano. Cada tanto recibe visitas, mayoritariamente ex exiliados en la RDA o miembros del Partido Comunista chileno. Lee prensa alemana, especialmente “Unsere Zeit”, el semanario del Partido Comunista Alemán.

Para no perder contacto con su país, cada tanto se escribe por e-mail con antiguos camaradas. Si pasa algo importante vinculado con el PC chileno, ella se hace presente. Pero son las excepciones. No le gusta mostrarse en público, jamás ha dado una entrevista a un medio chileno y prefiere cultivar el bajo perfil. Hasta hace unos años salía a pasear a la cordillera con un par de amigos y, pese a que lleva 20 años viviendo en Chile, su español es precario y suele recurrir a un intérprete.

Fiel a su estilo silencioso, Honecker no tiene contemplada una megafiesta para sus 85 años. El dirigente del PC chileno Jorge Insunza cuenta que “hay un grupo de compañeros que la están atendiendo y que le prestan ayuda cada vez que ella la requiere. Es posible que ellos hagan alguna actividad para celebrarla”. Pero se descarta algo mayor, aunque aventura lo que quizás sería un buen regalo para la ex ministra de Educación de la RDA: “Es natural que ella quiera tener la posibilidad de volver a la normalidad en su país. De las conversaciones que he tenido con ella queda claro que sigue preocupada de su pueblo, que sigue con mucha atención el curso de los acontecimientos allá y eso da cuenta de que estaría feliz de volver a Alemania”.

Reciprocidad y decencia

Margot Honecker en Chile.Imagen: AP

Una de las amigas de Honecker es Irma Cáceres, viuda del ex embajador Clodomiro Almeyda. Ella reconoce a DW que suelen reunirse, pero prefiere no profundizar en el tema. Por respeto a una decisión de su amiga, dice, que también opta por el silencio para no meterse en problemas con el Estado que la acogió, Estado que ya tuvo que dar suficientes explicaciones por recibir a una mujer polémica, vinculada a una dictadura. Chile vivió una encrucijada: salía de un régimen totalitario doloroso y, a la vez, recibía a Margot Honecker.

Krauss, un dirigente político que estaba en la primera línea en esa época, ensaya una explicación para todo eso. “Lo que hicimos como país, y lo que nos interesaba, era que ellos pudieran salir de Europa y tener un lugar donde vivir en relativa paz. Y no me corresponde hacer un juicio más allá de eso. No me corresponde meterme en los vericuetos de las historias de otros países, bastante tenemos con los nuestros”, especifica el ex ministro del Presidente Patricio Aylwin.

Insunza detalla a DW que él trabajó duro para que Chile acogiera a los Honecker y explica que todo ese proceso respondía a un asunto casi de decencia. “Hicimos un esfuerzo muy grande para que nuestro país los acogiera. Esto porque cuando nosotros fuimos perseguidos por la dictadura de Pinochet, la RDA acogió a muchos chilenos que pudieron formarse en ese país. Esos valores de la solidaridad internacional son inolvidables y habríamos tenido una mezquindad grosera si no hubiéramos actuado para apoyar a los Honecker”.

Autor: Diego Zúñiga

Editor: Claudia Herrera Pahl

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