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Mariúpol, atrapada en el conflicto ruso-ucraniano

Nicholas Connolly
3 de diciembre de 2018

El enfrentamiento entre Ucrania y Rusia ha catapultado al Mar de Azov a la cima de la agenda internacional. En la ciudad portuaria de Mariúpol, se hace evidente que este conflicto no surgió el mes pasado.

El puerto de Mariúpol, donde Dmytro Yeremenko es ingeniero jefe.
El puerto de Mariúpol, donde Dmytro Yeremenko es ingeniero jefe.Imagen: DW/N. Connolly

Desde el techo de la sala de calderas de Dimitro Yeremenko, Mariúpol se extiende frente a los ojos: el puerto, con sus numerosos muelles vacíos, y la ciudad, con las gigantescas plantas de acero que la ensombrecen y mantienen ocupados a decenas de miles de habitantes.

A los lejos, Yeremenko nos muestra un faro que marca el fin del territorio controlado por el Gobierno. Del otro lado está la primera línea de combate de los separatistas respaldados por Rusia, a menos de 20 kilómetros del centro de la ciudad.

Pero eso no es lo que Yeremenko realmente quiere que veamos. El ingeniero jefe del puerto quiere mostrarnos su orgullo y alegría: un techo cubierto de paneles solares completamente nuevos. Nadie se atreve a hacer la pregunta que claramente sigue, torpe y tácita: ¿Tiene futuro este puerto, por no hablar de la ciudad de Mariúpol, si Rusia controla quién puede ingresar al Mar de Azov? 

El puerto es crucial para la economía de Mariúpol.Imagen: DW/N. Connolly

Hostigamiento ruso, según Kiev

Incluso antes de que Rusia capturara tres barcos militares ucranianos que se dirigían a Mariúpol el 25 de noviembre, las cosas no iban bien para la ciudad y su puerto. El conflicto entre el Gobierno de Ucrania y los separatistas, desatado desde 2014, ya había separado a Mariúpol de la mayor parte del interior industrial del país.

Desde que el presidente ruso, Vladimir Putin, cortó en mayo la cinta en un nuevo puente que une el territorio ruso con la anexada península de Crimea, los tipos más grandes de barcos de carga -los de clase Panamax, que solían representar más del 40 por ciento del comercio de Mariúpol-, ya no logran, físicamente, atravesar los estrechos.

Y no solo es eso. Kiev acusa a Moscú de intensificar el hostigamiento contra todos los buques de Ucrania, tanto civiles como militares. Falsos controles de seguridad paralizan el movimiento bajo el Puente sobre el Estrecho de Kerch. Los tiempos de espera pueden extenderse a más de una semana. Eso basta para que muchos barcos extranjeros se alejen por completo del Mar de Azov.

Los funcionarios ucranianos aseguran que, desde la reciente escalada, Rusia no ha permitido que un solo barco entre o salga del Mar de Azov en ruta hacia o desde Ucrania.

"Mariúpol es Ucrania!"Imagen: DW/N. Connolly

"¡Mariúpol es Ucrania!", se lee en una pancarta gigante y rota que cubre las ruinas quemadas de lo que alguna vez fue el ayuntamiento. Para que viaje más lejos, el mensaje se repite en inglés y en griego, un guiño a la otrora importante comunidad griega de la ciudad. El edificio fue destruido por un incendio en mayo de 2014, cuando los separatistas prorrusos controlaron la ciudad durante dos meses.

Incluso después de que las fuerzas del Gobierno ucraniano regresaron a Mariúpol, las muertes continuaron. Treinta civiles murieron como consecuencia de ataques con misiles en el curso de un solo día, a fines de enero de 2015. Según han especulado durante mucho tiempo los analistas, si los separatistas prorrusos lanzaran una nueva ofensiva, la ubicación estratégica de Mariúpol sería probablemente uno de los principales objetivos.

Apatía y resignación del lado ucraniano

Desde entonces, Mariúpol ha perdido a muchos de sus más jóvenes y brillantes habitantes. Quienes aún no han echado raíces optan por alejarse de la primera línea de combate. Entre quienes quedan en Mariúpol, la mayoría parece demasiado cansada como para preocuparse realmente por lo que está pasando. Tener una "maleta de emergencia" empacada y lista para partir se considera, simplemente, lo que dicta el más básico sentido común. Pero, a pesar de esto, el de Mariúpol es un mundo alejado de la atmósfera febril del distrito gubernamental de Kiev.

Esta jubilada de Donetsk se muestra resignada.Imagen: DW/N. Connolly

"Ya no me importa nada, es horrible. Este es mi quinto año como refugiada. Dejé todo en Donetsk y vine aquí a Mariúpol", dijo a DW una anciana que prefiere no dar su nombre.

Parece que poco puede impresionar a las personas más jóvenes en Mariúpol, habiendo crecido como lo han hecho, con puestos de control y el sonido de los bombardeos. "Todo está bien", dice un joven. "La gente ya se ha acostumbrado a este tipo de cosas. Para nosotros, esta situación no es ya inusual".

Dilema sin solución

Esas tensiones son agudas a bordo del "Donbás", el buque insignia de la naciente flota ucraniana del Mar de Azov, a la que se supone que debían unirse los buques incautados por Rusia.

Marineros ucranianos, entre dos aguas.Imagen: DW/N. Connolly

La mayoría de los miembros de la tripulación conocen no solo a los hombres que ahora están detenidos en Moscú, sino también,  inusualmente bien, a sus adversarios rusos: antes de la anexión de Crimea por Rusia en 2014, la mayor parte de las fuerzas navales de Ucrania tenía su base en esa península, junto con la flota rusa del Mar Negro.

Cuando Moscú se anexó la península de Crimea, los marineros se enfrentaron a una elección: quedarse quietos y jurar lealtad a Rusia, o abandonar sus hogares y partir, para continuar sirviendo a Ucrania. Esto último es lo que eligió hacer la mayoría de las tripulaciones navales ucranianas ahora basadas en Mariúpol.

En cualquier confrontación con la flota rusa del Mar Negro, probablemente enfrentarán a hombres que alguna vez usaron el mismo uniforme.

El "Donbás", buque insignia de la flota ucraniana, es una navío de 49 años de antigüedad.Imagen: DW/N. Connolly

"Rusia tiene muchos más barcos"

El oficial Maxim Nosenko es uno de los que renunció a su antigua vida en Crimea para servir en Mariúpol. Rechaza la idea de que la nueva flota ucraniana del Mar de Azov podría amenazar seriamente a Rusia en la región. Es un argumento que el Kremlin ha esgrimido repetidamente para justificar el cierre del Estrecho de Kerch.

"En este momento, Rusia tiene muchos, muchos más barcos en esta región que Ucrania, ya sean barcos guardacostas, barcos del servicio de seguridad ruso FSB o la Flota Rusa del Mar Negro. Simplemente no se puede comparar", dice Nosenko.

El oficial Maxym Nosenko rechaza la idea de que la nueva flota ucraniana del Mar de Azov podría amenazar seriamente a Rusia en la región.Imagen: DW/N. Connolly

Y si uno mira alrededor del puerto militar de Mariúpol, es difícil estar en desacuerdo con él. Aparte del "Donbás", de casi 50 años de antigüedad, las fuerzas navales de Ucrania en la región están compuestas, en su mayoría, por pequeñas patrulleras apenas más grandes que un crucero de recreo.

La tripulación de los tres barcos ucranianos capturados por Rusia el 25 de noviembre estaba compuesta por apenas dos docenas de miembros. La flota cuenta con menos de 10 barcos en la actualidad. Reforzarla con más barcos implicaría ahora, aparentemente, enviarlos por tierra.

(RML/CP)

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