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Información en masa sobre biodiversidad

Ruby Russell (LAB/EL)27 de octubre de 2014

Gracias a las nuevas tecnologías y a los aportes de aficionados, los biólogos tienen cada día enormes cantidades de información nueva. La cuestión es: ¿cómo gestionar toda esta información disponible?

Imagen: DW

El pasado mes de septiembre, dos cazadores furtivos fueron arrestados en Mozambique después de que su campamento base fuera descubierto en Google Earth. Según un informe del medio de comunicación Mongabay, las imágenes por satélite revelaron las huellas de su vehículo y un pequeño grupo de cabañas situadas en las afueras de una reserva del tamaño de Dinamarca.

Julian Bayliss, biólogo del país vecino de Malawi, afirma que las noticias de este incidente le recordaron a un descubrimiento que hizo él mismo cuando trabajaba para los Jardines Botánicos Reales de Kew, en Reino Unido: Google Earth reveló un área de densa vegetación en las montañas de Mozambique en un lugar que no estaba registrado como un bosque. En 2005, Bayliss y su equipo marcharon hacia esta zona, que había recibido grandes daños tras décadas de conflictos políticos. Allí descubrieron la selva más grande del sur de África, y una docena de especies que hasta entonces no habían sido catalogadas.

Desde entonces, la tecnología ha continuado evolucionando, de forma que hoy en día los biólogos pueden encontrar las respuestas a sus preguntas sobre biodiversidad en las pantallas de sus ordenadores, navegando a través de grandes cantidades de información digital en lugar de explorar in situ los hábitats físicos.

Imagen hiperespectral de un volcán en Java.Imagen: CC 2.0/ Richard Petry

Esto se debe en gran parte a las tecnologías de imagen. Por ejemplo, la imagen hiperespectral: captar las longitudes de onda de luz a través del espectro electromagnético para identificar diferentes materiales y objetos, o tipos específicos de vegetación. Los escáneres LIDAR (acrónimo de Laser Imaging Detection and Ranging, o “detección de imágenes de láser y alcance”) emiten rayos láser para detectar distancias analizando su reflejo, y los sistemas de información geográfica (GIS, por sus siglas en inglés) recopilan información espacial. Con todo ello se consiguen imágenes tridimensionales con información detallada sobre cualquier tipo de terreno.

“Se puede observar la arquitectura tridimensional del bosque”, dice Bayliss, “y basándonos en sus contornos y, quizás, los conductos fluviales, podemos obtener un mejor entendimiento y una imagen más clara de lo que hay exactamente allí antes de organizar una exploración in situ”.

Los sensores remotos son muy efectivos para monitorear los daños medioambientales tales como la deforestación, y se pueden combinar con otros datos, por ejemplo sobre clima o rastreo de animales, para hacer predicciones sobre qué especies se pueden encontrar en determinadas áreas.

Retos interdisciplinares

A pesar del valor que tienen para los biólogos, estas tecnologías se desarrollaron, en su mayor parte, por motivos completamente ajenos a la conservación o la investigación sobre biodiversidad. Sus creadores fueron geógrafos que trabajaban con los gobiernos para planear el uso de la tierra para su desarrollo, e identificar recursos naturales para la industria minera.

Imagen: DW

Pero los biólogos pronto se dieron cuenta del potencial de estas tecnologías para su trabajo, y esto no solo les ha obligado a aprender cómo hacer un uso de ellas, sino también a reorganizar su tradicional esquema de disciplinas hasta entonces separadas en diferentes departamentos universitarios con un enfoque más integrado.

Kamran Safi, biólogo de la Universidad de Constanza y director de laboratorio en el departamento de Ornitología de migración e inmuno-ecología del Instituto Max Planck, dice que esto puede resultar complicado: los geógrafos, ingenieros y biólogos a menudo usan diferentes terminologías, y las recompensas académicas para la investigación interdisciplinar son más limitadas. Aún así, este tipo de colaboraciones ya están dando forma a los nuevos desarrollos en la tecnología de sensores remotos.

“Esta sinergia se está dando ahora mismo”, dice Safi. “La comunidad de sensores remotos admite la necesidad de un cambio en el enfoque, una transición que se aleje de preguntas relacionadas con los humanos y se encamine hacia preguntas relacionadas con el ecosistema”.

Visualizar la información

La nueva riqueza de la información medioambiental también conlleva nuevos enfoques en periodismo. Esto se puede observar en proyectos como InfoAmazonia, que produce información desde satélites con la que se pueden descubrir talas ilegales, incendios y operaciones de minería en la Amazonía a través de mapas interactivos.

InfoAmazonia le acerca la selva amazónica a su computadora.Imagen: infoamazonia.org

“Se me ocurrió la idea de crear un lugar donde la gente pudiera leer las noticias y ver los datos al mismo tiempo, lo que les permite ver las correlaciones. Así, el periodismo se ve como una capa de información que interactúa con los datos que llegan desde los satélites”, dice el fundador de InfoAmazonia, Gustavo Faleiros. “Para ello, me relacioné con muchos programadores y diseñadores”.

InfoAmazonia utiliza ahora gran espectro de bases de datos de otras fuentes, no solo sobre daños medioambientales, sino también sobre salud, higiene y explotación laboral, con historias y videos que facilitan contexto. Los usuarios pueden ver y comparar diferentes bases de datos para visualizar el impacto de la actividad humana en la selva amazónica. Pero cuando se trata la gran cuestión de la ciencia de la biodiversidad, el gran reto es dar sentido a las relaciones que mantienen el ecosistema en pie.

“¿Cómo coexisten las especies? Este es el Santo Grial de la ecología”, dice Safi. “Y me parece extremadamente interesante y difícil de explicar cómo ver la complejidad entera del ecosistema, la intrincada red de interacciones entre las especies, y lo que ocurre con el ecosistema si una de ellas cambia”.

Safi advierte que el aumento de la información no nos llevará de forma lineal a un mayor conocimiento, sino que nos presentará nuevos problemas a la hora de dar sentido a todos estos grandes volúmenes de datos.

Digitalizando entre todos

La organización Global Biodiversity Information Facility (GBIF) se estableció en 2001 para compartir información sobre biodiversidad de entre museos e instituciones de investigación por todo el mundo. Su misión es poner a disposición pública bases de datos de todo tipo de fuentes, desde aquellas con los medios tecnológicos más avanzados y labores más especializadas, como la secuenciación genética, hasta observaciones de aficionados y científicos urbanos.

La información analógica adjunta a los especímenes de los museos se digitaliza de forma online por trabajadores voluntarios.Imagen: CC BY 2.0/Adam Foster

“Todas aquellas personas en todo el mundo que están interesadas la naturaleza y tienen una cámara digital pueden considerarse parte de una gran red de sensores”, dice Donald Hobern, director ejecutivo de GBIF. “Con ello obtenemos resultados fascinantes. Yo tengo un interés particular en una familia de polillas llamadas polillas pluma. El segundo ejemplar conocido de una especie de polillas pluma de Taiwán apareció en una fotografía en Flickr.”

Lo importante no es el tamaño de la base de datos, sino su uso

Los datos digitales de GBIF han pasado ya de los 500 millones, y entre sus muchos usos, se utilizan para rastrear la expansión de especies invasoras, modelar el impacto del cambio climático en la biodiversidad, identificar áreas que necesitan protección urgentemente y monitorear la efectividad de los programas de conservación.

“Nuestro objetivo es facilitar las herramientas y construir el mejor modelo digital posible de la probabilidad de encontrar una especie en un tiempo y espacio determinados”, dice Hobern. “Hoy día tenemos grandes cantidades de datos, pero todavía no tenemos la organización suficiente como para entender su significado”.

Safi describe todo ello como un período transicional en el que los retos no están centrados tanto en la recopilación de datos como en entender qué hacer con ellos. El experto advierte a sus estudiantes en el Instituto Max Planck que, antes de salir al campo, deben dar fe de que los datos que necesitan no se pueden conseguir de forma digital.

“No le estamos dando todo el uso que podríamos a los datos que ya hemos recopilado”, dice Safi. “Se lo debemos a las anteriores generaciones de científicos que recopilaron todos estos datos, a los animales que han transportado con ellos los chips de rastreo o que han sido usados en laboratorios para facilitarnos información, y a los ciudadanos que pagan impuestos. Le debemos al sistema entero un uso eficiente de estos datos”.

Autora: Ruby Russell (LAB/EL)

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