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Materias primas críticas: tóxicas y lesivas para los DD.HH.

Michel Penke
21 de abril de 2021

Bajos salarios, escasez de agua y paisajes acidificados: la extracción de materias primas críticas pone en peligro el medio ambiente y los derechos humanos. Sin embargo, la industria está en expansión.

Critical Raw Materials | Bismuth
Bismut, una de las materias primas críticasImagen: John Cancalosi/Mary Evans Picture Library/picture alliance

Más de la mitad de los 8 mil millones de personas que hay en el mundo tiene un teléfono celular. Pero su fabricación tiene una historia sangrienta. Aunque están hechos en gran parte de plástico, vidrio, cerámica, oro y cobre, también contienen materias primas críticas. El galio utilizado para los LED y el flash de la cámara, el tantalio de los condensadores y el indio que alimenta la pantalla se extraen del subsuelo, a un inmenso precio para la naturaleza y los humanos.

"La extracción de materias primas  siempre es problemática, tanto para los derechos humanos como la ecología, ya que su proceso de producción es bastante tóxico", dice a DW Melanie Müller, del think tank alemán SWP, con sede en Berlín.

El galio y el indio de muchos teléfonos proceden de China o Corea del Sur, el tantalio de la República Democrática del Congo o Ruanda. En total, estos materiales suponen menos de diez gramos del peso de un teléfono. Pero estos gramos financian una industria minera internacional que provoca vertederos de tierra radiactiva, aguas subterráneas envenenadas y desplazamientos de población indígena.

Celulares, comodidad que daña la naturalezaImagen: Sean Gallup/Getty Images

"Naturaleza sobreexplotada"

El problema es que las tecnologías modernas no funcionan sin lo que se conoce como materias primas críticas. En conjunto, los paneles solares, los drones, las impresoras 3D y los teléfonos inteligentes contienen hasta 30 de estos diferentes elementos procedentes de todo el mundo. Un ejemplo destacado es el litio de Chile, esencial en la fabricación de baterías para vehículos eléctricos.

"Nadie, ni siquiera dentro de la industria, negaría que la extracción de litio causa un enorme daño medioambiental", explica Müller, en referencia a los lagos artificiales que las empresas crean al expulsar el metal de los depósitos de salmuera subterráneos. "El proceso utiliza grandes cantidades de agua, por lo que se acaban creando estas enormes zonas inundadas donde se asienta el litio".

Este medio de extracción provoca la destrucción y contaminación del sistema hídrico natural. Plantas y animales únicos pierden el acceso a las aguas subterráneas y a los abrevaderos. El agua dulce se saliniza debido a las aguas residuales ácidas usadas en la extracción de litio.

Pero el litio no es la única materia prima que causa daños. La obtención de una sola tonelada de elementos de tierras raras produce 2.000 toneladas de residuos tóxicos y ha devastado amplias regiones de China, inservibles para el uso agrícola, según Günther Hilpert, director de la división de investigación sobre Asia del SWP.

También Madagascar, Ruanda y la República Democrática del Congo obtienen una mala puntuación en el Índice de Desempeño Ambiental que clasifica a 180 países por su esfuerzo en factores como la conservación, la calidad del aire, la gestión de residuos y las emisiones. Por ello, a los ecologistas les preocupa especialmente que estos países exploten materiales altamente tóxicos como el berilio, el tantalio y el cobalto.

Primero los metales, luego los derechos humanos

Pero no solo la naturaleza sufre la extracción de materias primas críticas de gran demanda. "Es una industria sucia, tóxica y en parte radiactiva", dijo Hilpert. "China, por ejemplo, nunca se ha preocupado realmente por los derechos humanos cuando se trata de alcanzar los objetivos de producción".

Uno de los ejemplos más extremos es el de Baotou, una ciudad china de Mongolia, donde la minería de tierras raras envenenó las granjas circundantes y los pueblos cercanos, provocando que miles de personas abandonaran la zona.

También se ha echado en cara a Sudáfrica que haga la vista gorda ante los impactos de la minería en la salud. "El sector del platino en Sudáfrica ha sido criticado por sus malos resultados en materia de derechos humanos, incluso dentro del sector de las materias primas", dijo Müller. En 2012, las fuerzas de seguridad mataron a 34 mineros que protestaban por las malas condiciones de trabajo y los bajos salarios en una mina propiedad de la empresa británica Lonmin.

Otro problema masivo en torno a la minería es el consumo de agua. Dado que la extracción de materias primas críticas requiere mucha agua, en países propensos a la sequía, como Sudáfrica, aumentan los conflictos por el suministro.

Brasil: naturaleza y los derechos sobre la tierra

"Brasil es el principal productor mundial de niobio y las reservas de Minas Gerais durarían más de 200 años", afirma Juliana Siqueira-Gay, ingeniera medioambiental y estudiante de doctorado en la Universidad de São Paulo.

Mientras que el número total de solicitudes de extracción de niobio se está estancando, el número de solicitudes de excavaciones en tierras indígenas se disparó del 3 al 36% en un año. Si se conceden, el 23% de la selva amazónica y la tierra de 222 grupos indígenas podrían ser víctimas de la deforestación en nombre de la minería, según un estudio de Siqueira-Gay.

En 2020, el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, firmó un proyecto de ley que permitiría a las corporaciones explotar  áreas pobladas por comunidades indígenas en el futuro. La ley aún no ha entrado en vigor, pero "esta política podría tener efectos funestos en la socio-biodiversidad de Brasil", dijo Siqueira-Gay.

Un ejemplo son las reservas de niobio de Seis Lagos, en el noreste de Brasil, que podrían extraerse para construir condensadores electrolíticos para smartphones. "Se superponen a la tierra indígena balaio y causaría un gran impacto en las comunidades indígenas al talar los bosques responsables de proporcionar alimentos, materias primas y regular el clima local", explicó Siqueira-Gay.

(jov/er)

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