La transición energética y la digitalización imponen grandes retos a la economía alemana que necesita desesperadamente materias primas. Pero, ¿cómo pueden beneficiarse los países exportadores?
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En 2035 se espera que la demanda de terbio se triplique. Este mineral raro se utiliza para la construcción de motores de vehículos eléctricos y turbinas de viento. La industria alemana necesita urgentemente materias primas como el terbio, si quiere seguir siendo pionera en nuevas tecnologías. "Sin materias primas no se podrá abandonar la producción de energía nuclear, no habrá autos eléctricos ni redes rápidas de banda ancha ni una industria 4.0", advirtió Ulrich Grillo, presidente de la Federación de la Industria Alemana (BDI) en el reciente congreso de materias primas, realizado en Berlín.
“La escasez de suministro es una amenaza”, advierte Grillo. No sólo porque algunos minerales son poco frecuentes, sino porque la competencia en los mercados mundiales es cada vez mayor. "El acceso a las materias primas decidirá si prevalece lo “Made in Germany” o lo “Made in China”, dijo el presidente del BDI.
Más transparencia, más seguridad laboral, más protección del medio ambiente
A pesar de la alta demanda, el ministro alemán de Economía, Sigmar Gabriel, advirtió a la industria alemana de no perder de vista las condiciones laborales en los países exportadores de materias primas. "Nuestra dependencia de las importaciones de materias primas también trae consigo una responsabilidad hacia las personas y el medio ambiente en esos países", dijo Gabriel en Berlín. Muchos de los recursos minerales codiciados provienen de países en vías de desarrollo, como el tantalio, de Ruanda, o el cobalto, de la República Democrática del Congo.
"El respeto de las normas sociales y ambientales aumenta la aceptación, tanto en los países en desarrollo, como en Alemania", agregó Gabriel. Sin embargo, hay países que no las respetan. Gabriel se refería, probablemente, a China, que ejecuta una agresiva política para asegurarse el acceso a los recursos naturales en África y América Latina.
"Minerales conflictivos"
“Se debe evitar que con la compra de los llamados minerales de conflicto se apoyen, indirectamente, guerras en países en desarrollo”, advierte Gabriel. Con exportaciones ilegales de diamantes, grupos rebeldes financiaron las guerras civiles en Sierra Leona y Liberia en la década de los noventa. Milicias rebeldes de la República Democrática del Congo han hecho millonarios negocios con la venta ilegal de coltán. Entre sus compradores también hubo empresas alemanas.
El comercio justo de las materias primas en los mercados mundiales es un requisito previo para que las personas se beneficien en los países de origen, dice Marc Bungenberg, experto en derecho internacional de la Universidad del Sarre, quien concluye que "la sostenibilidad debe ser parte del derecho mercantil internacional, así como el buen gobierno y la eliminación de las barreras de mercado”.
Pero también la transparencia en los propios países exportadores es importante. "¿Cómo podemos asegurar que el dinero que se paga por las licencias de extracción no se pierda en alguna cuenta bancaria?”, pregunta Bungenberg. Una alternativa la ofrece la EITI (Iniciativa de Transparencia de la Industria Extractiva). Alemania es miembro de esta iniciativa, en la que los Estados se comprometen a revelar las cantidades de materias primas extraídas, así como los ingresos procedentes de la venta de dichos recursos naturales.
Los consumidores tienen parte de la responsabilidad
"Los consumidores pueden también asegurarse de que los artículos que compren vengan del comercio justo," dice Peter Buchholz, director de la Agencia Alemana de Recursos Minerales (DERA).
Algo que ya se puede hacer en el caso del tantalio, el estaño, el tungsteno y el oro. Un ejemplo es el llamado "Fairphone". Al menos parte de los materiales de este smartphone viene del comercio justo. Para Buchholz, "estos productos son una oportunidad para que las empresas obtengan una ventaja competitiva entre los consumidores conscientes de comprar productos sostenibles".
Oro, el nuevo viejo problema en Colombia
Largos túneles, trabajo a destajo: en la ciudad de Segovia, en el norte de Colombia, se extrae oro desde hace más de 150 años. Cada puesto de trabajo está ligado, directa o indirectamente, al noble metal.
Imagen: DW/N. Martin
La ciudad del oro
De los cerca de 50.000 habitantes de Segovia, unos 12.000 trabajan directamente en las minas. Otros se ocupan de lavar el oro y algunos comercian con él. El precio del oro determina el pulso de la ciudad, según cuentan sus habitantes. Si baja durante mucho tiempo, el ánimo también está por los suelos. Y vuelve a mejorar cuando sube.
Imagen: DW/N. Martin
Hasta la última partícula
Los buscadores de oro de Segovia extraen hasta las últimas partículas del agua. Río arriba, el grupo canadiense "Grand Colombia Gold" posee una gran mina. La compañía vuelca el agua restante de la producción de oro en los ríos.
Imagen: DW/N. Martin
Trabajo incesante
El lodo se diluye con agua hasta que las mínimas partículas de oro se hacen visibles. Para eso es necesario mucha constancia y también suerte. Los buscadores se reparten los canales de lavado y trabajan, día y noche, en turnos de doce horas por día.
Imagen: DW/N. Martin
"Una bendición de Dios"
Jesús Loiza es copropietario de una mina y está convencido de que "todo aquí en Segovia depende del oro". Su trabajo ha dado frutos: vive en casa propia y posee una tienda pequeña. "Gracias al oro, mis hijos pueden aspirar a un futuro mejor".
Imagen: DW/N. Martin
Ciudad de túneles
Para extraer el oro, Jesús Loiza y sus trabajadores muchas veces tienen que excavar durante meses en las profundidades. Actualmente trabajan a 500 metros bajo tierra. Desde hace más de 150 años se extrae oro en Segovia, por lo cual un laberinto de túneles se extiende por debajo de la ciudad.
Imagen: DW/N. Martin
Minas ilegales dificultad los controles
En la entrada a la mina de Jesús Loiza, la figura de un santo transmite confianza a los trabajadores. Hasta ahora no ha habido muertes por derrumbes, asegura Loiza, a pesar de que éstos se producen a menudo por las condiciones precarias de seguridad. La exploración ilegal del oro hace difícil los controles de seguridad.
Imagen: DW/N. Martin
Trabajo pesado
Cuando los mineros hallan una veta de oro pueden llegar a ganar hasta 500 dólares por semana, lo que equivale a un salario mensual promedio en Colombia. Para ganar esa suma, los mineros deben bajar y subir seis veces por día durante media hora a la mina cargando una mochila de 50 kilogramos sobre sus espaldas.
Imagen: DW/N. Martin
El oro ilegal atrae a criminales
Los altos márgenes de ganancia del oro también atraen a grupos armados a la ciudad de Segovia, desde guerrilleros hasta simples bandas criminales, que extorsionan a los mineros. "Aquí todos les pagan altas sumas de dinero ", dijo una fuente anónima. Grupos de guerrillas y paramilitares se han tomado parte de la extracción y comercio ilegal de oro.
Imagen: DW/N. Martin
Lavado y centrifugado
Para extraer el oro de la piedra se lava y tritura el metal en recipientes de acero en centrales de lavado. En Segovia hay cerca de 80. Luego se aplican sustancias químicas para continuar el proceso.
Imagen: DW/N. Martin
Mercurio y cianuro
El polvo de oro molido se vuelca en un recipiente que contiene mercurio (foto) y cianuro. Allí, esas sustancias forman una amalgama con el oro formando pequeñas bolas. Para separar más tarde el oro de las sustancias químicas se calientan o "refogan" las bolas de material a 360 grados. De ese modo solo queda el oro, y el resto se evapora.
Imagen: DW/N. Martin
Buscando alternativas
Hilardo es dueño de una central de lavado de oro y sabe que su trabajo daña al medioambiente. Por eso busca métodos alternativos. "Quiero que mis hijos puedan seguir viviendo en Segovia", dice. La region es, según estudios, una de las más afectadas por el mercurio en todo el mundo. El agua corriente está envenenada, así como los peces de los ríos.
Imagen: DW/N. Martin
Peligro para el hombre y la naturaleza
La fiebre del oro se extiende por toda Colombia, hasta la Amazonía. En 20 de las 32 provincias del país se excava, se dinamita y se procesa el noble metal, lo cual es una grave amenaza para los seres humanos, así como para las plantas y los animales. Colombia posee el diez por ciento de todas las especies animales y vegetales del planeta.