Max Weber: titán de la sociología
22 de abril de 2014El sociólogo Max Weber (1864-1920) fue uno de los investigadores más importantes en el ámbito de las ciencias sociales y sigue siendo uno de los intelectuales alemanes más influyentes en el mundo. Dos nuevas biografías acaban de ser publicadas en su honor, justo a tiempo para conmemorar los 150 años de su nacimiento: Prusiano, pensador, hijo de mamá de Dirk Kaeslery Una vida entre las épocas de Jürgen Kaube. Por su parte, la Academia Bávara de las Ciencias trabaja desde 1976 en la recopilación de sus obras completas. Edith Hanke, supervisora general de ese ambicioso proyecto, habló con DEUTSCHE WELLE sobre la vigencia que el legado de este erudito sigue teniendo a escala global.
Deutsche Welle: Max Weber nació hace un siglo y medio en Erfurt, Turingia. ¿Cuánto interés sigue despertando el patrimonio intelectual que dejó?
Edith Hanke: En este momento, debido al aniversario de su nacimiento, el interés por su vida y su trabajo se ha intensificado en Alemania; eso se nota en la cantidad de artículos que se escriben sobre él en la prensa. Pero cuando estoy en el extranjero me doy cuenta de que la atención que se le presta al legado de Weber es mayor. Por ejemplo: la semana pasada me reuní en París con quienes investigan su obra en Francia y me enteré de que los libros de Weber son de lectura obligatoria en la enseñanza secundaria. Eso significa que en Francia se conoce mejor a Weber que en Alemania, donde sólo se le lee en pequeños círculos académicos.
¿A qué se debe que en Alemania se lea tan poco la obra de Weber?
Creo que los alemanes no estamos del todo conscientes de la grandeza de este pensador. La mayoría de los alemanes ignora que, en lo que respecta a los intelectuales y catedráticos del resto del mundo, Weber es una valiosa exportación alemana.
¿En qué países cala mejor el trabajo de Max Weber?
En los últimos tiempos se ha registrado un enorme interés por la obra de Weber en los llamados ‘países emergentes’; sobre todo en Brasil, México, China y Turquía.
¿A qué atribuye usted la popularidad de Weber en esos países?
Yo intuyo que las sociedades que atraviesan una radical transformación social, económica y política recurren a sus textos para entender esos cambios. Por lo general, los lectores de Weber tienen un trasfondo intelectual que les permite emplear sus categorías para explicar ciertos fenómenos. Los cambios de los que hablo son, en su mayoría, transformaciones de sociedades agrarias o preindustriales en sociedades industrializadas. Y eso no solo trae consigo una alteración de los procesos de producción, sino también –como bien lo dice el propio Weber– un reajuste de mentalidades. Ese reajuste puede generar cambios sociales, pero también políticos: la gente quiere tener una mayor participación en las decisiones políticas que se toman. Weber es muy importante para comprender esos procesos.
Los escritos de Weber no sólo son relevantes para las Ciencias Sociales, sino también para la economía, la historia, los estudios culturales y la politología. ¿A qué aspectos de su pensamiento se le da mayor importancia?
La mayor parte del reconocimiento se la lleva su ensayo La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Weber escribió ese texto entre 1904 y 1905 con miras a explicar el surgimiento del capitalismo. Él analizó los aspectos más característicos de los protestantes más estrictos y concluyó que tanto sus convicciones como sus comportamientos propiciaron la aparición del capitalismo. Ese libro tiene mucho peso e influye sobre la manera en que el resto de su obra es recibida alrededor del mundo.
Otro texto importante es Economía y sociedad; una recopilación de sus ideas y conceptos percibida como la obra principal de la sociología. Claro, también es necesario considerar que, debido a sus rasgos culturales, algunos países, como Italia y España, por ejemplo, comulgan más que otros con las categorías de Weber.
¿Tiene la obra de Weber efectos concretos en los países donde se le lee intensamente?
En el corazón de Anatolia Central, Turquía, tenemos un ejemplo muy interesante: allí se habla literalmente de un calvinismo islámico. En la región en cuestión se ha resgistrado un gran crecimiento económico en los últimos años y allí se ha aplicado notablemente el concepto de Weber de la ética del trabajo protestante. En esa zona predominan los negocios pequeños y medianos, y el modelo ciudadano de la autogestión –una idea que desempeña un papel prominente en la obra de Weber– se implementa con considerables beneficios económicos. Allí se entregan becas y se financian escuelas. La gente lleva las riendas de su propia vida y se independizan hasta cierto punto del Gobierno central de Ankara. Ese caso evidencia los efectos concretos que tiene la obra de Weber.