Así se constató en una encuesta publicada el viernes por un periódico israelí. El 51 por ciento de los israelíes están a favor de una retirada unilateral de los territorios que el estado judío capturó en la Guerra de los Seis Días, en 1967, porque creen que los dirigentes palestinos son incapaces de negociar un acuerdo con Israel, según el diario Maariv.

El primer ministro interino, Ehud Olmert, que asumió el poder tras el derrame cerebral sufrido por Ariel Sharon el 4 de enero, era un gran defensor de la retirada de Gaza, que se completó en septiembre y alimentó las esperanzas para lograr la paz en Oriente Medio.

Olmert no ha dicho si perseguiría una retirada mayor y unilateral del territorio cisjordano.

Dos encuestas publicadas el viernes mostraron que Kadima, el partido de centro fundado por Sharon y ahora presidido por Olmert, conseguiría, con 43 escaños, la mayoría en el parlamento de 120 miembros en las elecciones generales del 28 de marzo, en línea con anteriores sondeos.

Laboristas ganan terreno

La consulta de Maariv mostró que los laboristas de centro izquierda ganaban algo de terreno con 20 escaños, por encima de los 17 previstos la semana pasada.

El derechista Likud, encabezado por el ex primer ministro Benjamin Netanyahu, perdía en las predicciones, consiguiendo 14 asientos según la encuesta de Maariv, por debajo de los 16 de la semana pasada.

Un sondeo del periódico rival Yedioth Ahronoth también mostró que Kadima conseguiría 43 escaños, pero dio a los laboristas 21, mientras que el Likud se haría con 12 puestos en la Knesset.

Sharon abandonó en noviembre el Likud para formar Kadima tras las críticas de la ultraderecha a la retirada de Gaza.

¿Tiene Olmert suficiente influencia política?

Olmert ha pedido la evacuación de los enclaves judíos no autorizados en Cisjordania, un paso que podría apuntalar sus credenciales de líder y su posición internacional cuando el país se encamina a unos comicios generales.

Sin embargo, algunos analistas han cuestionado si Olmert tiene la suficiente influencia política para tratar con los colonos más extremistas.

Sharon había prometido mantener los principales asentamientos judíos en Cisjordania, pero dijo que algunas comunidades aisladas podrían retirarse, lo que enojó a los derechistas que se oponen a entregar a los palestinos la tierra que quieren para formar su propio estado.