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"Me siento muy cercano al proceso boliviano"

Luna Bolívar Manaut27 de noviembre de 2006
Tomás Hirsch: a la izquierda de los que se dicen izquierda.Imagen: presse
Mucho se esperaba de la primera mujer presidente de Chile. Quizás demasiado.Imagen: AP

“Michelle Bachelet es una buena persona que quiere hacer cambios en el país y que no va a producir ninguno”, afirma Tomás Hirsch, y se suma a los decepcionados con esta presidenta izquierdista que tantas esperanzas había despertado. Dirigente del Partido Humanista de Chile, Hirsch fue uno de los fundadores de la Concertación de Partidos por la Democracia, o Concertación simplemente: la coalición a la que pertenece Bachelet y que gobierna el país desde que cayera la dictadura, hace 17 años.

Convencido según dice de que “en la cúpula de la Concertación está instaurada una banda de delincuentes”, Hirsch y el Partido Humanista abandonaron la coalición gubernamental y unieron a una serie de pequeños partidos de izquierda en Juntos Podemos Más, una agrupación con la que intentan alcanzar el poder siendo la alternativa “social” al sistema chileno.

Juntos Podemos Más apenas superó el 5% de los votos en la primera vuelta de las elecciones de 2005, lo que la dejó inhabilitada para continuar con la carrera presidencial. No por ello dejó Tomás Hirsch de hacer política y de abanderar a la izquierda que se autodenomina “verdadera” en Chile.

DW-WORLD: ¿Se le está dando una nueva oportunidad a la izquierda en América Latina?

Tomás Hirsch: Yo creo que en toda América Latina hay que hacer una reflexión sobre qué es hoy día ser de izquierdas. Hay muchos gobiernos latinoamericanos, y el de Chile es paradigmático al respecto, que se dicen y se presentan al mundo como gobiernos de izquierda. Sin embargo, si se estudia cuáles han sido sus políticas económicas, sociales… no son lo que corresponde a una izquierda. Son un rostro mejorado del mismo modelo neoliberal.

Pero las condiciones están cambiando. En México, la izquierda ganó. Después le hacen un fraude y le roban la elección. En Bolivia, la izquierda está en el poder. En Venezuela, la izquierda está en el poder. En Perú tuvo un avance muy importante. En Colombia, el Polo Democrático pasa del 4% al 23%. En Chile estamos un poco más atrás, porque Chile ha sido el país iniciador y el que más ha profundizado en el modelo neoliberal. La fuerza que tiene este modelo en Chile no la tiene en otros países, por eso somos los grandes exportadores del modelo hacia el resto del continente.

DW-WORLD:¿Evo Morales y Hugo Chávez son, en su opinión, izquierda o populismo?

Evo Morales es la prueba de que sí es posible para la izquierda chilena.Imagen: AP

T.H: Creo que hay que diferenciar los dos procesos. El de Venezuela es un proceso que viene de arriba hacia abajo: es un Hugo Chávez que con gran fuerza, con mucho poder y mucho dinero, va desarrollando este proyecto hacia la base social. Con un estilo muy particular, con su lenguaje, con su populismo… pero con una intención clara de integración latinoamericana. La dirección es correcta, sin embargo hay cosas que no me gustan del proceso venezolano, como por ejemplo, la tendencia al militarismo.

Pero el proceso boliviano es muy diferente: es un proceso que está construido desde abajo hacia arriba. Es decir, son los movimientos sociales que se hacen gobierno. Hay una gran manipulación, hay mucha desinformación con lo que allí pasa. Yo he estado mucho en Bolivia, he conversado largamente con Evo Morales y con organizaciones sociales, culturales, étnicas… y veo ahí un proceso muy interesante de participación social en el cual se cumple con el compromiso de avanzar hacia una asamblea constituyente, en el cual se cumple con el compromiso de nacionalizar los hidrocarburos, en el cual se cumple con el compromiso de darles verdaderos derechos a los pueblos indígenas… yo me siento muy cercano al proceso boliviano.

DW-WORLD: ¿Podría un movimiento similar al boliviano llegar a tener éxito en Chile?

Entre la derecha de Piñera, candidato conservador, y Bachelet, la izquierda optó por la segunda.Imagen: dpa

T.H: Creo que cada país es diferente. Bolivia es un país básicamente indígena. El 62% de su población se autodefine como indígena y en realidad se estima que sobre el 80% es indígena. En el caso de Chile, no es más del 10%. En segundo lugar, Bolivia es un país que tiene regionalismos muy fuertes que generan un sistema de tensiones que no es característico de Chile. Y en tercer lugar, es un país que tiene hidrocarburos, lo que le otorga una posición muy particular dentro del continente.

Hoy día, el gran desafío de la izquierda chilena es construir una sociedad en la que no sólo tengamos crecimiento económico, sino en la que ese crecimiento se distribuya adecuadamente, porque el Chile oficial es un Chile muy hermoso… desde el punto de vista macroeconómico, este país está maravilloso. El único, entre comillas, pequeño problema es que la gente no come macroeconomía. La gente vive de un sueldo o de una jubilación. Y sueldo y jubilación se han ido haciendo cada vez peores. La distribución del ingreso en Chile ha pasado a ser una de las peores del planeta… ese es nuestro gran desafío.

DW-WORLD: Pero de Chile se dice que es el ejemplo a seguir para el resto del continente…

T.H: Este año he recorrido 14 países europeos y 15 países latinoamericanos. En los 29 he tenido que explicar la diferencia entre el Chile oficial y el Chile real. A todos los países a los que llego, me reciben y me dicen: “¿De Chile? ¡Qué fantástico ese país! No sólo recuperó la democracia, sino que tiene justicia social, progreso, estabilidad económica, superó la pobreza…” Y yo digo, “¡Qué bonito ese país! Tengo muchas ganas de ir a conocerlo”. ¿Por qué esa imagen de Chile? La imagen de Chile la dan las grandes multinacionales, el sistema financiero y por supuesto el Gobierno de Chile, que está muy interesado en que este modelo se expanda y se implante en otros países. En Ecuador la publicidad del TLC dice “¡Chile ya lo firmó, ahora nos toca a nosotros!”.

Victoria para una socialista. Ahora viene el trabajo duro.Imagen: AP

Pero yo pregunto: ¿cuántos dirigentes mapuches tienen la oportunidad de ir a Europa a contar que todavía siguen presos y que les siguen robando sus tierras? ¿Cuántos dirigentes de los estudiantes tienen la posibilidad de recorrer España o Alemania para explicar cómo la educación es un negocio? No hay un solo país en el que me hayan creído cuando cuento lo que cuesta la educación pública en Chile. ¿Cuántos dirigentes de los campesinos han podido explicar que los TLC les significan la quiebra? ¿Cuántos dirigentes sindicales que sus derechos todavía están conculcados, porque la ley es la misma que la de la dictadura?

No se conoce esa realidad, porque evidentemente no hay interés en darla a conocer. Es lo mismo que pasa con el tema de la corrupción: “en Chile no hay corrupción”, se dice. Yo te digo, ¡es un escándalo la corrupción en este país! Cada caso se asegura que es aislado. Pero hay un caso aislado detrás de otro, tanto que a uno se le olvidan.

DW-WORLD: Pese a todo, Juntos Podemos Más logró sólo un 5,4% de los votos. ¿Cree que la población chilena ve de la situación tal y como usted la describe?

T.H: No. La gente sigue creyendo en este sistema. Los que estamos planteando un cambio somos una minoría. La gente en Chile está muy mal tratada y al mismo tiempo cree que mañana le va a caer una migaja: quizás mañana le toque un poquito de lo que le está tocando a los demás. Es un modelo que se bombardea mucho desde los medios de comunicación como el “éxito”. ¡Todos vivimos en el éxito! Y si tú no estás en el éxito es porque tú has cometido un error. Porque tú no has logrado subirte al carro del éxito que hoy día todos estamos compartiendo. Entonces, los que están endeudados, los que no tienen cómo pagar la salud, los que no tienen cómo darle educación a sus hijos, se sienten un poco estúpidos porque no han sido capaces de entrar en el éxito.

Pero yo soy muy optimista. Hay gente que se está dando cuenta de que quizás no es tan estúpida, sino que le han estado tomando el pelo. Nuestra votación no fue muy elevada, pero entre los jóvenes estuvimos arriba del 14%. Y desde mi punto de vista, el motor de la Historia no son las clases sociales sino las generaciones.

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