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Memoria histórica: ¿asignatura pendiente en España?

José Gayarre
24 de agosto de 2018

La aprobación del decreto para la exhumación de los restos de Francisco Franco abre nuevamente el debate para la superación del pasado, la Guerra Civil y la dictadura. ¿Un paso necesario?

Spanien Valle de los Caidos Valley of the Fallen
Imagen: Imago/ZUMA Press

Con la aprobación definitiva del real decreto, el Ejecutivo de Pedro Sánchez podrá exhumar por fin los restos de Francisco Franco. Desde su muerte en 1975, el cadáver del dictador, que gobernó España durante casi cuarenta años, está enterrado en la basílica del Valle de los Caídos, un mausoleo que el propio Franco ordenó construir tras la Guerra Civil como símbolo de la victoria del Bando Nacional.

 Coronado por una cruz de 150 metros, además de lugar de culto religioso la basílica es también destino turístico para muchos. Durante la dictadura, se trató reinterpretar el significado del recinto para convertirlo en un símbolo de reconciliación. Más de 30.000 víctimas de ambos bandos de la Guerra Civil yacen en su interior según las cifras oficiales. La más controvertida, sin duda, la tumba de Francisco Franco, que preside el monumento.

¿Momento oportuno?

Después de 1975, con la transición a la democracia comenzó el debate sobre la función - y el futuro -  de este mausoleo. Pero hubo que esperar hasta 2007 para ver los primeros pasos en esa dirección, cuando el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero aprobó la llamada Ley de Memoria Histórica. Hasta entonces nadie quiso – o nadie pudo -  mover la figura del dictador, aunque algunos gobiernos contaban con mayorías suficientes para ello. Curiosamente, la iniciativa fue, finalmente, de Pedro Sánchez, el presidente con menos apoyos en 40 años de democracia (84 diputados).

Tumba de Francisco Franco en el Valle de los Caídos. Imagen: Getty Images/AFP/P. Desmazes

"Un país que mira al futuro debe estar en paz con su pasado. Vamos a exhumar los restos de Franco con todas las garantías y escuchando al resto de grupos parlamentarios. El Gobierno actúa con serenidad para devolver la dignidad a las víctimas del franquismo y a la democracia", escribió el jefe del Ejecutivo español en la red social Twitter.

Con el decreto aprobado, el Gobierno termina con las trabas legales que impedían sacar al dictador del recinto, culminando así un debate iniciado en España hace una década sobre la retirada de símbolos de la dictadura de la vía pública.

Con una legislatura tan corta y tan pocos apoyos, la pregunta es si es el mejor momento para emprender esta medida. Adriaan Kühn, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Francisco de Vitoria, en Madrid, reconoce tener una opinión dividida. “No creo que sea una medida políticamente oportunista, porque los Gobiernos anteriores ya dejaron claras sus intenciones en materia de memoria histórica, el legado de la Guerra Civil y la dictadura. Por otro lado, y no es una paradoja,  sí podría parecer oportunista porque el tema es mucho más grande que la mera figura de Franco. Estamos hablando de un lugar físico con una carga simbólica enorme y con víctimas de ambos bandos”, explica el experto de origen alemán. “El  gran reto no son tanto las tumbas, sino qué hacer ahora con el lugar Valle de los Caídos “, continúa.

En España, este colosal monumento pasó sin hacer demasiado ruido por los pactos de la transición. “De alguna forma, refleja cómo se trataron estos temas durante la transición a la democracia. No se trató públicamente. Hay que recordar que esto fue una estrategia de éxito, si evaluamos el grado actual de democracia que tiene España”, agrega Kühn.

Memoria Histórica: ¿asignatura pendiente en España?

Sobre la elaboración del relato de la guerra y la dictadura, muchos consideran que la medida llega tarde, aunque también hay sectores de la sociedad española que preferirían dejar intacto el tema y mirar hacia el futuro. En 2011, un informe de la Comisión de Expertos sobre el Futuro del Valle de los Caídos se refirió a las dificultades políticas y sociales a las que podría enfrentarse la aplicación de las recomendaciones de dicha comisión. Los autores destacaban en el informe la necesidad de amplios consensos políticos y sociales.

Aún así, España todavía parece mantenerse al margen de esos acuerdos necesarios. “Los nuevos tiempos nos hacen repensar la historia. Como nos dice la experiencia alemana, son procesos conflictivos y dolorosos, y para eso, son necesarios consensos. No solo en la política, sino también entre la sociedad civil y el mundo académico. Poco a poco, con la ayuda del paso del tiempo, en España también se va a llegar a este consenso sobre este episodio de la historia”, vaticina Kühn.

El ejemplo germano

En referencia a la superación del pasado en otros países, en el caso de España parece ser una de las asignaturas pendientes. Franco es el único dictador de Europa que todavía tiene un gran monumento en su memoria. Sin embargo, esa superación del pasado tampoco fue tan perfecta en el caso de Alemania, que muchas veces se utiliza como ejemplo.

Francisco Franco con Adolf Hitler en Hendaya (1940)Imagen: picture-alliance/dpa/Glasshouse Images

“No se puede olvidar que la primera fase de la cultura de la memoria que tenemos en Alemania vino de fuera, de las fuerzas ocupantes de los aliados. Los alemanes comenzaron a debatir estas preguntas partir de los años 60 hasta el día de hoy. Si observamos los debates sobre la dictadura de la Alemania comunista, tampoco se puede decir que el proceso haya sido ejemplar en ese sentido”, explica Kühn. Además, hay que tener en cuenta que España es un caso “excepcional al tratarse de un conflicto originado en una Guerra Civil”, continúa: “También por la forma de transición. En Alemania, el III Reich fue abatido desde fuera”.

En cuanto a los pasos y dificultades para seguir avanzando en la reconciliación con el pasado, el profesor cree que el legado de estos debates sobre la historia es un poco consecuencia del sistema de partidos en España en los últimos años. En cierto sentido, se instrumentalizaban esos temas de historia. “En la práctica política, es política de símbolos. No cuestan dinero y son solo debates. Ahora será interesante ver como evolucionará en el futuro, porque el sistema de partidos está cambiando. Queda por ver si se forjarán nuevas alianzas en lo referente las políticas sobre el pasado”, concluye.

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