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Merkel cumple 65 años: una mirada retrospectiva

Kay-Alexander Scholz
17 de julio de 2019

Nació el 17 de julio de 1954. Desde 2005 Angela Merkel, como canciller de Alemania, ha dejado su impronta en el país. Rara vez han sido tiempos tranquilos, ni siquiera ahora, en la última fase de su carrera.

Angela Merkel James Simon Galerie Museumsinsel
Imagen: picture-alliance/AP Photo/M. Schreiber

Las manos formando un rombo. Ese ha sido durante años el signo corporal que más se ha asociado a  Angela Merkel. En la campaña de 2013, se vio incluso en los carteles electorales. Ese diamante era el símbolo de la imperturbabilidad de Merkel. Hasta ahora. En 2019 lo han desbancado sus temblores en actos públicos. Muchos se preguntan si está Merkel enferma.

La 'era Merkel'

La canciller alemana tiene formalmente menos atribuciones en comparación con los jefes de gobierno en París, Moscú o Washington formalmente, menos poder. Pero sus 14 años en la Cancillería han dado forma al país, hasta el punto de hablar de una "era Merkel". Los adolescentes no han conocido otro canciller.

En general, fueron buenos años para la economía, a pesar de la crisis financiera. Alemania, el "niño problemático" de Europa, como se decía en 2005, volvía nuevamente a ser el motor del crecimiento europeo. Desde entonces, el desempleo se ha reducido a la mitad y los ingresos fiscales han aumentado. La austeridad impuesta en 2009 logró cambiar de paradigma: se pasó del déficit público al superávit en los presupuestos federales.

Gestora de crisis internacionales

Especialmente en los momentos de crisis, el liderazgo de Merkel se hizo más patente. La crisis del euro, el rescate a Grecia, la anexión rusa de Crimea… También por verse respaldada por Europa pudo tomar medidas valientes. La lista de visitantes en la Cancillería se hizo cada vez más larga. La prensa berlinesa veía sorprendida cómo la capital alemana se convertía en un punto clave de la diplomacia europea.

Merkel demostró ser una gran gestora de crisis. No es de extrañar que en ese momento fuera calificada de forma habitual como la mujer más poderosa del mundo. Merkel era muy respetada por los ciudadanos, incluso en el Este, donde creció. Para los ciudadanos, Merkel era respetada, también en el este, donde Merkel creció. Sin embargo, la líder protestante no dejó entrever ni un atisbo de vanidad.

"Mutti"

En su partido, los demócrata cristianos, Merkel impulsó un ciclo de modernización. Se abrieron paso jóvenes figuras, sobre todo femeninas. La imagen general de los congresos del partido cambiaba, solo Merkel se mantenía en ella. Su autenticidad era bien recibida en las encuestas.

En algún momento, muchos empezaron a llamar Angela Merkel simplemente "Mutti" ('mami', en alemán). Se supone que era un apodo halagador, pero también tenía un lado malo. Si uno se confía a su "Mutti", se pierde el hambre por una sana disputa democrática.

Merkel, fotografiada por la artista Herlinde Koelbl para su serie "Las huellas del poder", en la que también retrató a Gerhard Schröder y Joschka Fischer para estudiar "la transformación de la gente durante el cargo".Imagen: Herlinde Koelbl

Y algo más se perdió: la diversidad. Merkel puso firme a su gobierno y a su partido, alineándolos en el centro del espectro político, para manejarlo sin contratiempos. El apodo "Mutti" empezó a tener connotaciones negativas. Merkel impulsó decisiones como el fin del servicio militar obligatorio o el de la energía nuclear. El ala más conservadora de la CDU fue acorralada. Otro Merkel, el prestigioso politólogo Wolfgang Merkel, interpretó recientemente de forma retrospectiva que la CDU pasó de ser un partido de centro derecha a convirtió en un partido solo de centro. Esto, asu juicio, dejó espacio para un nuevo partido a la derecha: la AfD (el populista 'Alternativa para Alemania').

"¡Lo conseguiremos!"

Merkel probablemente entrará en los libros de historia por otro detalle: la frase "¡lo conseguiremos!", que dijo en agosto de 2015 en el apogeo de la crisis de refugiados. Alemania aceptó admitir a cientos de miles de refugiados de la guerra en Siria y de otras zonas colindantes en crisis. Incluso aunque Merkel hubo de matizar más tarde muchas cosas. La división de la población respecto al tema de la migración y los refugiados se ha mantenido hasta hoy. No solo en Alemania.

La polarización se extendió a nivel europeo. Los europeos del este se opusieron al plan alemán de establecer cupos para distribuir en toda la UE a los refugiados. La división, que se extiende de Varsovia a Roma, pasando por Praga y Budapest, se mantiene hasta hoy.

Una personalidad excepcional

Ursula von der Leyen podría reparar algunas de estas grietas. La política de la CDU, de 60 años y confidente de Merkel desde hace mucho, tiene una buena reputación internacional, también en Europa del Este. Ella es considerada dura y ambiciosa, pero contenida en el tono. Su postulación para el cargo de presidente de la Comisión Europea lo ha demostrado una vez más. Von der Leyen se atreve a construir puentes, como demuestra que el partido de gobierno polaco, el PiS, haya votado a favor de su nombramiento.

Von der Leyen presidirá la Comisión Europea

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¿Quería Merkel desde el principio a Von der Leyen en el puesto? Muchos observadores ya habían augurado que ninguno de los principales candidatos del Parlamento Europeo llegaría al cargo de Presidente de la Comisión. Se especula sobre si Merkel y Von der Leyen ya lo habían previsto, optando por posicionar a esta última. Esto encajaría con el declarado lema de Merkel de empezar a pesar las cosas desde el final. Y al final, aunque el resultado fue ajustado para la nueva Presidenta de la Comisión, la mayoría es la mayoría.

¿Y ahora qué?

Si Angela Merkel fuera una empleada normal, ella, nacida en 1954, se retiraría en 2020. Así es la burocracia. En estos días se especula mucho sobre si apurará la legislatura hasta 2021 o renunciará antes. En parte debido a los últimos episodios de los temblores. Pero no solo: la coalición gubernamental con los socialdemócratas parece inestable y el partido de Merkel, la CDU, está obteniendo malos resultados, incluso históricamente malos.

Pero ahora es verano. Como cada año, Merkel comienza sus vacaciones poco después de su cumpleaños con una visita al Festival de Bayreuth. Después le gusta relajarse en las montañas. A su regreso, las miradas volverán a dirigirse hacia ella. ¿Solo necesita descanso para que los temblores desaparezcan? Como si no hubiera suficientes cosas de que hablar en la política alemana.

(lgc/eal)

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