Después del desastroso resultado de la CDU en el Estado federado de Hesse, la canciller prepara sabiamente su partida al renunciar a la presidencia del partido, opina la editora en jefe de DW, Ines Pohl.
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La coalición de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), la Unión Social Cristiana (CSU) y el Partido Socialdemócrata (SPD) está en el poder desde hace medio año. Alemania, durante ese tiempo, no ha sido gobernada, sino paralizada por un gobierno que, primero y principalmente, se ocupa de sí mismo. Las disputas internas determinan la agenda política y no los asuntos urgentes, como el fortalecido nacionalismo de derecha, que cosecha éxitos no solo en Alemania y entre sus vecinos europeos, sino también en todo el mundo. No han encontrado respuestas a los desafíos de la migración, como tampoco se puede identificar un meditado enfoque de los peligros y oportunidades de la inteligencia artificial. Tampoco se puede dejar de mencionar el cambio climático.
La población alemana está harta de ese egoísmo y esa autodestrucción. Las elecciones del pasado domingo (28.10.2018) en Hesse, una región económicamente fuerte, lo han corroborado: el país quiere un cambio. La mayoría ya no cree que Angela Merkel, después de 13 años en el cargo, sea capaz de timonear el proceso de renovación.
Última oportunidad para Merkel
Angela Merkel lo sabe. En los últimos días, ella ha dicho, de manera sorprendentemente franca, lo difícil que es resolver el tema de su sucesión, después de tantos años en el cargo. Y hoy ha aprovechado la última oportunidad para hacerlo activamente.
Tradicionalmente, un canciller de la CDU es también el jefe de partido. No es un requisito configurado en los estatutos del partido, sino que forma parte de la aritmética del poder: gobernar así es mucho más fácil.
Merkel siempre ha dejado claro que no quiere renunciar a esa herramienta. El hecho de que ahora anuncie que no se presentará a la reelección de la presidencia en diciembre muestra la gravedad de la situación. Demuestra que Merkel pierde el apoyo de sus propias filas y que la canciller, incluso en su declive político, no pierde su instinto de supervivencia.
En lugar de permitir que no la reelijan, renuncia por su cuenta. Una vez más, es la figura pragmática que siempre y sorprendentemente crece ante la adversidad y cuando más urge.
Preparando a su sucesora favorita
Esto le brinda un poco de tiempo. La canciller puede continuar trabajando en la preparación de su sucesora favorita, Annegret Kramp-Karrenbauer. Y sobre todo, puede seguir siendo canciller durante un tiempo.
Al final, no solo se autoayudará, sino también a su partido. Ahora el balón está de nuevo en el campo de juego del SPD, el socio gubernamental. La decisión de Merkel ha hecho que sea aún más probable que el SPD ponga fin ahora a la alianza gubernamental y, por lo tanto, que la responsabilidad de dicho fracaso recaiga en el SPD. Merkel sigue siendo fiel a sí misma. Hasta el final de su mandato, que ahora está claramente más cercano.
(rmr/er)
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¿Quién quiere ser canciller?
En el Bundestag, un cambio en la jefatura de la fracción parlamentaria conservadora abre la posibilidad de llamar a una cuestión de confianza en torno al Ejecutivo de Merkel. Ya se especula sobre sus posibles sucesores.
Imagen: picture-alliance/dpa/G. Kirchner
La favorita de Merkel: Annegret Kramp-Karrenbauer
Si Merkel pudiera ungir a una heredera, ella sería Annegret Kramp-Karrenbauer. La secretaria general de la CDU tiene altos niveles de popularidad y llegó a ser la máxima autoridad del Estado federado de Sarre. Como Merkel, AKK clama por una solución europea al desafío de los flujos migratorios y ve en el aislacionismo nacionalista un riesgo para el bloque comunitario.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/M. Schreiber
El candidato para la transición: Wolfgang Schäuble
El presidente del Parlamento alemán goza de autoridad más allá de las fronteras partidistas. Aunque ha criticado la política de asilo de Merkel, se puso de su lado cuando ésta se enfrascó en un debate sobre el tema migratorio con la Unión Social Cristiana de Baviera. Fue uno de los negociadores de los tratados europeos y destacó por la dureza de sus máximas para resolver la crisis fiscal griega.
Imagen: Reuters/H. Hanschke
La malquerida: Ursula von der Leyen
Por mucho tiempo, Ursula von der Leyen fue percibida como la política alemana con mayores probabilidades de ser elegida canciller. Pero la ministra de Defensa goza de poca estima y apoyo en su propio partido. Ella está a favor de que la Unión Europea tenga sus propias Fuerzas Armadas y ha defendido el proyecto de formar a refugiados para integrarlos a las filas del Ejército alemán.
Imagen: picture-alliance/dpa/J. Carstensen
El compromiso: Julia Klöckner
La ministra de Agricultura y Protección al Consumidor sabe moverse entre las facciones que simpatizan con Merkel y las que la adversan. Esa táctica podría catapultarla hacia la jefatura del Gobierno, a pesar de que no funcionó cuando aspiró a ser la mandamás del Estado federado de Renania-Palatinado. Se dice que perdió por no decidirse entre el elogio y la crítica a la política de asilo de Merkel.
Imagen: Reuters/H. Hanschke
El ultraconservador: Jens Spahn
El ministro de Salud se ha destacado últimamente por atenuar sus críticas a la canciller. No obstante, él sigue siendo visto como el más prominente rival de Merkel, con su afán de renovar el talante conservador de la CDU. ¿Es esa una contradicción? Él no ve ninguna. El joven de 38 años clama por reducir la acogida de refugiados, prohibir los velos islámicos y eliminar la doble nacionalidad.
Imagen: picture alliance/dpa/C. Koall
La esperanza: Daniel Günther
La máxima autoridad del Land de Schleswig-Holstein lidera una coalición especial, conformada por los conservadores, los liberales y los verdes. Daniel Günther fue el más ruidoso de quienes defendieron a la canciller Merkel en el marco de la agria discusión entre la CDU y la CSU. Él apoya que las leyes alemanas les permitan trabajar a los migrantes cuyas solicitudes de asilo han sido rechazadas.
Imagen: picture-alliance/dpa/C. Rehder
Maestro titiritero: Peter Altmaier
El ministro de Economía y Energía es considerado la mano derecha de Merkel. El mejor ejemplo: en el punto álgido del debate en torno a los migrantes llegados de zonas en guerra, Merkel puso a un lado a Thomas de Maizière, entonces ministro del Interior, y nombró a Altmaier coordinador de su política de refugiados.
Imagen: picture-alliance/dpa/W. Kumm
El subestimado: Armin Laschet
Quien llegue a ser máxima autoridad del Estado federado más poblado de Alemania, Renania del Norte-Westfalia, es, automáticamente, un candidato a la jefatura del Gobierno federal. Sin embargo, este político suele pasar inadvertido, a pesar de que ganó los comicios en su Land inesperadamente. Está por verse lo que el futuro le depara a este político, que defendió la política de refugiados de Merkel