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Merkel se doblega ante el lobby automotor

Claudia Herrera Pahl31 de enero de 2007

La canciller alemana, Angela Merkel, da la espalda a las nuevas normas de la Unión Europea para controlar las emisiones de dióxido de carbono en vehículos.

Se roban a la estrella, fin de la ilusión.Imagen: dpa

Han pasado sólo 3 días desde que en el Foro Económico Mundial de Davos, la canciller alemana, Angela Merkel, fuera festejada como la paladín de la ecología. Como miel se escucharon las palabras del primer ministro británico, Tony Blair, quien a la clausura del foro internacional destacara el papel de su homóloga germana: "Afortunadamente la canciller Merkel lidera de forma sobresaliente el G8 y esto nos permitirá lograr avances en la protección ecológica a nivel internacional".

Un lobby poderoso

Como un trueno retumban, tras ese trasfondo, las palabras pronunciadas por la canciller alemana en el marco de la "Jornada Europea de la Industria Alemana" efectuada en Berlín. Merkel anunció que "luchará con todo el rigor en su poder contra los planes de la Unión Europea" de reducir las emisiones de CO2 de los automóviles hasta 120 gramos por kilómetro hasta el 2012.

¿Protección ecológica sí, pero no aquí ni ahora?Imagen: AP

Presionada por los grandes jefes de la industria automotriz germana la presidenta en turno de la Unión Europea parece poner freno a los ambiciosos planes de protección ecológica que hace menos de un mes anunció como una de las principales metas durante su periodo a la cabeza de la UE. Por lo menos los esfuerzos que persigue el Comisario Europeo para el Medio Ambiente, Stravos Dimas, quien presentará la iniciativa a las autoridades europeas oficialmente este miércoles 31 de enero, no cuentan con su apoyo.

La advertencia hecha por los representantes de los cinco consorcios automotrices más importantes de Alemania sobre la repercusión que esta medida tendría para las plazas de trabajo ha hecho efecto.

El Presidente de la Asociación de la Federación de Empresarios, Dieter Hundt, recordó en Berlín que Alemania es líder en el sector de las grandes limosinas. Mercedes y BMW producen vehículos con un gran consumo de gasolina y serían los más perjudicados por una reducción en las emisiones de CO2. Por eso concluye que "Alemania no puede ser siempre el precursor en la protección ecológica".

Si no es BMW será Toyota

Muchas organizaciones ecologistas han exhortado a la canciller a no ceder a la presión de la industria automotriz. No es la primera vez que esta argumenta con el peligro de pérdidas de empleos. Ya en el pasado lo hicieron cuando se discutió el tema de la introducción de catalizadores y también de la gasolina sin plomo, sin que se concretaran sus sombríos augurios.

Doblegarse ante los intereses del lobby automotriz haría desperdiciar a Alemania la incomparable oportunidad que tiene en este momento para asumir un papel puntero en la protección ecológica. "No sólo pone en peligro el buen nombre de Alemania como representante honesto en la lucha por la protección ecológica", afirma Rainer Baake, presidente de la organización ecologista Deutsche Umwelthilfe, "hace peligrar el futuro de las exportaciones", precisamente del sector al que quiere servir.

El argumento es sencillo. En palabras de Sigmar Gabriel, ministro alemán del Medio Ambiente, suena así: "La industria automotriz alemana tiene que tener cuidado de que los fabricantes de China y de Japón no les den la sorpresa pronto con nuevas tecnologías mucho más ecológicas que las alemanas".

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