Messi volvió a iluminar a una Argentina todavía muy opaca
25 de junio de 2014 Si el partido de Argentina con Nigeria era, como decían algunos, una confrontación personal entre el portero nigeriano Vincent Enyeama y Lionel Messi, pues queda claro que el que ganó fue el argentino. En el Mundial de 2010, el guardavallas africano impidió que el 10 del Barcelona anotara con tapadas imposibles que obligaron entonces a la “Pulga” a reconocer que Enyeama había jugado a un nivel superlativo.
Pero 2010 es 2010 y 2014 es otra cosa. A la primera jugada en que Messi pudo anotar, esta vez marcó. Un error garrafal del mismo Enyeama tras un remate dejó la pelota dando botes dentro del área el tiempo suficiente para que Messi fusilara y abriera la cuenta al minuto 3. La felicidad albiceleste no duró mucho, porque apenas sesenta segundos después Ahmed Musa puso la paridad con un tiro precioso desde la izquierda.
Uno podría pensar que un partido que en apenas cinco minutos lleva dos goles está condenado a ser descollante. Pero no. A medida que avanzó el primer lapso, el encuentro perdió dinamismo, Argentina volvió a ser ese equipo sin una idea clara de juego y Nigeria apeló al juego físico, al despliegue más que a la técnica. Para destacar, apenas un tiro de Ángel di María en el minuto 29, que probó las manos de Enyeama.
Argentina debe dar más
Messi, desaparecido en todo este rato, volvió a disparar al arco en el minuto 43, en un tiro libre que el portero nigeriano controló. Pero la importancia de jugadores como el 10 argentino radica precisamente en lo mucho que son capaces de hacer con poco. Tomó otra vez el balón, le hicieron falta y él mismo volvió a disparar, dejando estático a un Enyeama que todavía debe preguntarse por qué no se estiró un poco. Quizás habría evitado el cuarto tanto de la “Pulga” en el Mundial.
Recién iniciado el segundo tiempo, Nigeria consiguió un empate que, justo es reconocerlo, buscó a pesar de que casi cualquier resultado dejaba a la selección en segunda ronda. Los africanos, dirigidos por Stephen Keshi, tuvieron en la mira siempre al arco defendido por Sergio Romero. El 2-2 hacía justicia a lo visto sobre el terreno, pero el gran problema de los nigerianos, así como el de los argentinos, es la preocupante debilidad de su defensa.
Y así Marcos Rojo anotó con un rodillazo tras un lanzamiento de esquina en el minuto 49. En el 62, Messi fue reemplazado, para cuidarlo. Y sin la estrella, Argentina perdió brillo. Nigeria siguió cumpliendo con la orden de atacar, a veces al contragolpe, a veces sencillamente arrinconando a los sudamericanos en su área. Pero la falta de pulcritud a la hora de concretar sus acciones impidió que volvieran a romper la valla de Romero. Por tradición, de Argentina uno puede y debe esperar mucho más. Messi más 10 no es justo ni para la historia del fútbol albiceleste ni para los espectadores que se desgañitan cantando en el estadio.
Diego Zúñiga