Mexicana quedó encantada de Alemania
12 de julio de 2006
Nunca había tenido la inquietud de viajar a Alemania y creía que los alemanes eran gente fría y sin emociones, nada más lejos de lo que le ocurrió en tierras mundialistas. "Me pareció un país bellísimo, todo tan limpio y ordenado, pero lo que más me gustó fue su gente", dice María Isabel Illanes Pérez, en conversación con DW-WORLD. Lo mismo en las tabernas de Munich, en los apartados pueblitos entre Núremberg y Ratisbona, o a bordo de un taxi en Hannover, la población local conquistó su corazón. "Nunca me imaginé que los alemanes fueran tan cálidos, tan amables y atentos. Llegamos en una ocasión a desayunar a un café en un pueblito apartado en Baviera. Estaba lleno de lugareños y yo no hablo alemán ni muy buen inglés. Todos nos ayudaban. Una señora se paró y pidió por nosotros, después quise ir al baño y un señor me explicó que había que llevar una llave, él mismo fue por ella y me la entregó".
Originaria de la Ciudad de México, Isabel tiene 62 años y cuatro nietos. Ninguno de sus dos hijos varones ni su marido se interesa por el fútbol. Eso no ha impedido que ella, de ser necesario sola, acuda al legendario Estadio Azteca, a apoyar a su equipo, el Necaxa, del que colecciona camisetas y todo objeto de culto del club.
Taxista inolvidable
Su experiencia a bordo de un taxi en Hannover fue inolvidable. Aquel día no pudieron entrar al estadio donde jugaría México contra Angola. Ella, al igual que miles de mexicanos, esperaron en vano durante más de tres horas bajo una tormenta de lluvia la prometida entrega de boletos para el partido. "No nos dieron nada, entonces tomamos un taxi desde el estadio para ir al lugar más cercano, tomar una cerveza y mirar el partido", dice.
Acompañada de una prima y una sobrina, Isabel explicó al taxista lo que querían y él empezó a platicar en un entrecortado inglés. Les preguntó si en México había mucho dinero pues a hinchas mexicanos se les veía contentos y gastando mucho. "Lo que pasa es que nos gusta el fútbol, pero después tardamos cuatro años pagando el viaje que hicimos", respondió Isabel. El taxista las llevó al mejor bar de la ciudad al norte de Alemania, en donde podrían tomar cerveza bajo frondosos árboles y donde podían seguir el partido en una pantalla gigante. Al bajar del taxi se percataron de que no traían cambio para pagar. "Nos quedamos perplejas cuando el taxista nos dijo: Si no traen dinero no importa, no me paguen, estoy feliz de que ustedes estén aquí. Por supuesto que le pagamos, pero nos conmovió su generosidad y atención".
Fraude oficial
La amabilidad alemana contrarrestó la amarga experiencia de haber sido blanco de un fraude que involucra a la Federación Mexicana de Fútbol y que afectó a más de 3.000 mexicanos que viajaron a Alemania. Ella y sus familiares de Guadalajara reservaron hotel y compraron boletos de avión por Internet, no utilizaron a ninguna agencia de viajes. "Lo único que compramos a través de la Federación Mexicana de Fútbol fueron los boletos", dice. "Estábamos en lista de espera y conforme iban llegando los boletos que enviaba la FIFA, los iban dando. Los del primer partido nos los entregaron físicamente. De los demás teníamos los papeles, estaban pagados desde marzo e hicieron el cargo a mi tarjeta de crédito", afirma.
"Fue algo muy desagradable porque muchísima gente hizo un sacrificio para ir. Vas con la ilusión de ver a tu selección y no había con quien pelearse porque nadie sabía nada. Con el dinero que cobraron ellos en México, pagaron los boletos y luego los revendieron allá. Los ofrecían hasta en 1.500 euros, a mi me consta, y quienes los revendían eran mexicanos", afirma.
"Un dineral en una tontería"
Isabel relata que su sobrino entró a ver el partido y todos aportaron el dinero que llevaban consigo para financiarle el boleto. Cuando salió después de que jugaron tan mal, estaba deprimido, pues fue tal vez el peor partido de todos. "Tía, me dijo, me gasté un dineral en una tontería". Eso le pasó a muchos mexicanos que están organizándose para demandar a la Federación Mexicana de Fútbol y de ser necesario acudirán a la FIFA para que se encuentre a los responsables. "Fue una decepción muy grande dice, porque yo, a los 62 años que tengo, tal vez no tenga oportunidad de ir a otro Mundial. Me siento defraudada", dice.
Pero cuando recuerda el resto de su vivencia le vuelve el optimismo a su voz. "Valió la pena. Me gustó tanto Alemania. Qué lugares tan bonitos, recorrimos 4.000 kilómetros en coche, que alquilamos y apertrechamos con las banderas de México. Cuando pasábamos, los alemanes nos tocaban la bocina y nos decían ¡Viva México!", dice emocionada. "Está una acostumbrada a los gringos que son tan especiales, tan latosos y desconfiados de todo, y en Alemania hay gente tan amable, tan educada. Le decía yo a mi marido cuando regresé. Si deseara vivir en otro lugar que no fuera México sería Alemania", dice. Fue tan vívida su experiencia en tierras teutonas que cuando viajaba de regreso a México y pasó por París, la ciudad luz le pareció sucia y los franceses malencarados y maleducados.
Golpes del destino
Su interés por el balón tuvo un origen triste. A los 21 años dio a luz a una niña, los médicos utilizaron fórceps y quedó ciega. Isabel no podía salir de casa y los domingos se entretenía mirando el fútbol. "Con eso me relajaba", dice. Su hija murió a los 18 años de cáncer, lo que dejó una pena muy grande en su corazón. "Nos dedicamos mucho a ella para ayudarla, pero nos dejó cosas maravillosas a toda la familia. Era una niña extraordinaria", recuerda con voz trémula. Desde entonces cultivó la afición de ver el fútbol los domingos. "Podía ver hasta seis partidos al día", recuerda.
Su pasión por el fútbol ya es de toda la vida y conoce tan bien a los equipos de México, a sus jugadores y a sus entrenadores, como a los participantes en la Copa América, sigue de cerca el fútbol europeo con sus ediciones de la Eurocopa y los campeonatos mundiales. La experta llegó a apoyar a México en el Mundial, pero la calidez alemana le hizo adoptar pronto a su selección. "Es maravilloso haber llegado a un tercer lugar con un equipo integrado por jóvenes. Aunque tiene gente experimentada en sus filas, su base son los jóvenes, eso es muy importante porque están trabajando en el futuro", afirma. Isabel vio todos los partidos del Mundial 2006 y cree que el dramático desenlace en el partido final que concluyó con la expulsión de Zidane, se debió a que el árbitro no fue muy severo. "Dejó que se pegaran muchísimo, que las agresiones llegaran a ese nivel. Es el árbitro el que controla a los jugadores", advierte.
Hubo algunas irregularidades en el Mundial de Alemania que todavía están pendientes por aclararse, pero la gran ganadora del magno evento en torno al balón fue la nación anfitriona y su gente, que recibió como a verdaderos amigos a los hinchas del mundo.