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Miedo a los más pobres de Europa

Jennifer Fraczek, PK3 de enero de 2014

Alemania es uno de los países de la UE que durante más tiempo ha limitado el ingreso de rumanos y búlgaros. ¿Por qué otros países son más abiertos?

Imagen: imago/epd

Es un derecho fundamental de los ciudadanos de la Unión Europea poder trabajar en cualquier país de la UE. Con el ingreso a la UE, todo país obtiene ese derecho, aunque no de inmediato ni tampoco en toda su dimensión: los otros países pueden limitar el acceso a su mercado de trabajo por un máximo de siete años. En el caso de Rumania y Bulgaria, que ingresaron en la UE en 2007, tomaron esa medida nueve países, entre ellos Alemania y Gran Bretaña.

Esa limitación ya no existe desde el 31 de diciembre de 2013. Y de inmediato comenzó en Alemania un debate, liderado por la Unión Cristiano-Social (CSU), sobre la necesidad de crear nuevas barreras de acceso para inmigrantes de la UE. Sus políticos temen que los inmigrantes de los dos países más pobres de la UE quieran vivir sobre todo de las prestaciones sociales en Alemania. Lo mismo insinuó hace algunas semanas David Cameron, el primer ministro de Gran Bretaña, quien dijo temer un “turismo de prestaciones sociales”.

Rechazo y temor

El debate en Alemania está marcado por el rechazo y el temor, dice Andreas Pott, director del Instituto de Investigaciones sobre las Migraciones y Estudios Interculturales de la Universidad de Osnabrück, en entrevista con la DW. En España, que entre 2007 y 2011 recibió, según un informe de la OCDE, unos 51.000 inmigrantes búlgaros y 327.000 rumanos y actualmente tiene una alta tasa de desocupación, un debate de ese tipo no tiene lugar. Tampoco en Italia, que levantó las barreras de acceso para ambos países ya en 2012 y en el cual uno de cuatro inmigrantes fue en la última década un rumano. En Alemania, con una tasa de desocupación del 5% y con 68.000 inmigrantes búlgaros y 107.000 rumanos, sí se desató el debate. ¿Por qué?

Un papel puede desempeñar el hecho de que entre rumanos, españoles e italianos existe, por el parentesco lingüístico, una más estrecha relación que entre rumanos y alemanes. Decisivo es, sin embargo, que la cuestión es más aguda para países con una economía fuerte que para países con una economía más débil. “En Italia y España es actualmente muy difícil hallar un puesto de trabajo. Donde no hay trabajo tampoco hay inmigración laboral”, dice Thomas Liebig, experto de la OCDE. En Alemania, por el contrario, hay un déficit de mano de obra.

Thomas LiebigImagen: picture-alliance/dpa

No mezclar cosas diferentes

Ya en el pasado tuvo lugar en Alemania un debate similar, aunque en relación con una eventual “inmigración de pobres”. Mezclar el mercado laboral con las prestaciones sociales no es, sin embargo, legítimo, porque el libre acceso al mercado de trabajo no significa automáticamente un libre acceso a los sistemas de seguridad social. La libertad de circulación de trabajadores solo significa que todo ciudadano de la UE puede buscar durante tres meses trabajo en cualquier otro país de la UE. Durante ese periodo no tiene, sin embargo, derecho a prestaciones sociales. Si un país concede prestaciones sociales y en qué volumen es una decisión que compete solo a ese país, es decir, no existe una regulación europea al respecto.

El mercado laboral se favorece

A pesar de que los rumanos y los búlgaros se cuentan entre los ciudadanos de la UE que más emigran, muchos expertos opinan que no habrá ninguna gran ola migratoria ni a Alemania ni a Austria. Como tampoco la hubo cuando, en 2011, el mercado laboral alemán fue abierto por completo para los polacos. Para entonces, muchos polacos con una buena cualificación ya habían buscado y hallado trabajo en otros países de la UE.

Para Andreas Pott, Alemania perdió entonces una gran oportunidad de atraer especialistas al país. “Las limitaciones en Alemania hicieron que muchos polacos cualificados, que el país bien hubiera necesitado, se marcharan a Gran Bretaña”, dice.

Prof. Dr. Andreas PottImagen: Egmont Seiler

Por otra parte, agrega Liebig, Alemania se esforzó por integrar en el mercado laboral a todos los inmigrantes que ya se hallaban en el país. “Eso fue en gran parte bien logrado y ahora Alemania se abre para más inmigrantes”. Liebig está convencido que la libre circulación de personas favorecerá al final a todos: “La libre circulación de personas reacciona fuertemente a situaciones de mercado laboral desiguales. La gente se marcha allá donde hay empleo y todo el mercado laboral europeo se beneficia de ello.”

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