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Migración hacia EE. UU.: el nuevo enfoque de Kamala Harris

Jan D. Walter
9 de junio de 2021

Kamala Harris habló con los presidentes de Guatemala y México sobre migración. Harris no ofreció soluciones rápidas. Pero sí habló de un nuevo enfoque que supone un cambio de paradigma.

Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos, y Pedro Brolo, ministro de Relaciones Exteriores de Guatemala.
Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos, y Pedro Brolo, ministro de Relaciones Exteriores de Guatemala.Imagen: Jim Watson/AFP/Getty Images

La frontera sur de Estados Unidos de América seguirá cerrada a la migración. Ese fue el mensaje central que Kamala Harris difundió en su primer viaje al extranjero como vicepresidenta de EE.UU."¡No vengan!",  dijo en voz alta al pueblo de Guatemala en una conferencia de prensa conjunta con el presidente de ese país,   Alejandro Giammattei. "Estados Unidos seguirá aplicando sus leyes y asegurando sus fronteras. Y creo que si llegan a nuestra frontera, los rechazarán".

De hecho, las leyes migratorias de Estados Unidos han sido todo menos condescendientes con los inmigrantes, dice a DW el experto en migración David J. Bier, del taller Cato Institute, con sede en Washington, quien agrega que "la política de la administración Biden es restringir el asilo lo máximo posible".

Algunas promesas cumplidas, pero eso no es suficiente

En la última campaña presidencial en EE. UU., Joe Biden había despertado las esperanzas de muchos votantes, así como de los habitantes de América Latina, de que la Casa Blanca permitiría una mayor inmigración bajo su eventual mandato. Y al principio, pareció cumplir.

El mismo día de su toma de posesión, Biden se puso manos a la obra: detuvo la construcción del muro en la frontera con México y desechó la "prohibición de musulmanes" que la administración de Donald Trump había utilizado para vetar la entrada a Estados Unidos a personas de siete países de mayoría musulmana. Poco después, Estados Unidos abrió sus pasos fronterizos a decenas de miles de personas que llevaban meses resistiendo en la frontera de México, permitiéndoles solicitar asilo.

Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos se reunió este 7 de junio con Alejandro Giammattei, presidente de GuatemalaImagen: Jacquelyn Martin/picture alliance/AP

Los inmigrantes siguen sin ser bienvenidos

Biden también suprimió la controvertida táctica disuasoria de separar a los hijos de sus padres inmigrantes sin papeles y dispuso la reunión de estas familias. Asimismo, el nuevo presidente restableció el llamado programa Dreamer del presidente Barack Obama. Dicho programa ofrece la residencia permanente a los jóvenes que fueron llevados ilegalmente a Estados Unidos por sus padres cuando eran niños y crecieron allí.

Joe Biden cumplió así lo anunciado, derogando los decretos más controvertidos de su predecesor en el cargo, Donald Trump. Pero desde entonces, sólo se han producido algunos cambios menores en la ley, que no favorecen decisivamente la inmigración a EE.UU., explica Bier, experto en migración.

En general, la nueva administración estadounidense mantiene el régimen fronterizo restrictivo de sus predecesores. Incluso bajo el mandato de Barack Obama, Estados Unidos no era en absoluto un país de fronteras abiertas. Cerca de tres millones de inmigrantes ilegales fueron deportados de Estados Unidos en sus ocho años de mandato, 1,5 veces más que durante las dos legislaturas de George W. Bush. "Ahora se vuelven a tramitar más visados", dice Bier y advierte que "pero el sistema de inmigración sigue bloqueando la inmigración a Estados Unidos".

Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos.Imagen: Carlos Barria/REUTERS

Un cambio de paradigma diplomático

Ahora, el discurso de Harris en Guatemala debió haber derrumbado las esperanzas de muchos. No es casualidad que haya viajado a Guatemala, uno de los países de origen, y México, país de tránsito de los migrantes de todo el mundo que buscan llegar a Estados Unidos por tierra.

En realidad, Harris no dijo nada nuevo, ni en México ni en Guatemala, apunta Indi-Carolina Kryg, del Instituto Leibniz de Estudios Globales y Regionales de Hamburgo: "La nueva administración estadounidense dejó claro desde el principio que no quiere fomentar la inmigración". señaló en entrevista con DW. No obstante, Kryg reconoce un cambio de paradigma en la política: "Aparentemente, quiere enfocar el problema de forma diferente a su predecesor".

Asociación en lugar de confrontación

La presencia de Harris en México y Guatemala da fe de ello, dice Kryg: "No viaja a los países vecinos para amenazarlos, sino para crear asociaciones". En México, habló de profundizar los lazos económicos y ofreció la posibilidad de conceder visados de trabajo a los habitantes de la frontera. Sólo en abril de 2021 habían llegado allí 178.000 migrantes. "Estados Unidos necesita la mano de obra de América Latina y precisa más vías legales de inmigración", añadió Kryg.

Pero Estados Unidos también quiere mejorar las condiciones de vida en los mismos países de origen, subrayó Kamala Harris en varias ocasiones. A Kryg le parece bastante creíble, no sólo porque el gobierno estadounidense ha reservado 4.000 millones de dólares para este fin, sino también porque el dinero debe llegar lo más directamente posible a las personas afectadas por la corrupción, la delincuencia, las catástrofes naturales o la pobreza extrema. Harris también se reunió con activistas de derechos humanos y otros representantes de la sociedad civil. "Esto puede parecer un tema secundario", dice Kryg, "pero podría ser importante".

Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos, se reunió el 8 de junio de 2021 con Andrés Manuel López Obrador, presidente de México.Imagen: Jacquelyn Martin/AP/picture alliance

La corrupción a todos los niveles

Washington sabe que la nueva estrategia no es nada fácil. Los problemas no podrán resolverse "de la noche a la mañana", dijo Harris durante su reunión con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Los estados de la región sufren la corrupción a todos los niveles. Y a algunos líderes les importa poco la presión internacional:

"Algunos gobiernos centroamericanos parecen hoy más cómodos ignorando o incluso desafiando abiertamente a Washington que en cualquier otro momento que yo recuerde", escribió en una columna Brian Winter, redactor jefe de la revista política America's Quarterly.

Algo nada propicio a una de las tareas fundamentales que el gobierno de Estados Unidos intenta abordar: la lucha contra la corrupción y el fortalecimiento de las instituciones democráticas. "Este prolongado proceso entraña el riesgo de que el gobierno estadounidense pierda la paciencia e intente apuntarse un éxito visible a corto plazo", afirma Kryg. Y eso probablemente significaría, sobre todo, una cosa: cerrar las fronteras.

(jov/cp)

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