Titubear, intentar complacer a Castro mostrándose como un continuista, solo logrará que se agote el poco capital político con el que Díaz-Canel comenzó su presidencia, opina en su columna Yoani Sánchez, desde la Habana.
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Con el puño en alto, Miguel Díaz-Canel concluyó este jueves su primer discurso como presidente de Cuba. El ingeniero de 57 años, nuevo rostro del poder en la Isla, se dirigió a los parlamentarios y enfatizó en que continuará el camino trazado por la llamada generación histórica, un grupo de octogenarios que lo miró atentamente mientras pronunciaba cada palabra.
El primer hombre sin el apellido Castro que lidera el país en las últimas seis décadas resulta una incógnita difícil de desentrañar, al menos mientras tenga sobre sí la estricta mirada de Raúl Castro, quien se queda al frente del Partido Comunista de Cuba (PCC). Desde ese puesto, el General podrá controlar fácilmente a su sucesor, porque la Constitución establece que es el PCC el que lleva las riendas de la nación.
Para los más escépticos del traspaso de mando, Díaz-Canel es solo una marioneta que ejecutará los movimientos dictados por otros, una simple operación de lavado de cara hacia la comunidad internacional y un dócil discípulo de quienes realmente controlan el país: los militares y los clanes familiares de aquellos que una vez bajaron de la Sierra Maestra.
Sin embargo, debajo de esa piel de dócil seguidor otros especulan que se esconde un reformista o al menos alguien con más posibilidades de emprender los cambios urgentes que necesita el país. Sin sangre en las manos, ni la culpa histórica de haber fusilado opositores o confiscado masivamente propiedades, el nuevo presidente tiene la página en blanco para comenzar a escribir sobre ella.
A su favor juega la biología, ese inalterable paso de las manecillas del reloj que apunta a que en el próximo lustro concluye la vida de los jerarcas de verde olivo. Solo entonces, sin la supervisión estricta de los celosos guardianes de la ortodoxia revolucionaria podría "destaparse” el verdadero Díaz-Canel, quedar al descubierto la real naturaleza de este hombre que escaló vertiginosamente a través de la estructura partidista gracias a su falta de carisma y a su absoluta obediencia.
El problema es que mientras la comunidad internacional y la población cubana le otorga al presidente el beneficio de la duda sobre sus auténticas intenciones, la vida de 11 millones de personas sigue su curso. En el tiempo en que se decida a salir del armario político y mostrar atisbos de ser un reformista, miles de jóvenes seguirán escapando del país en busca de otros horizontes, innumerables familias tendrán que sumergirse en el mercado negro para poder sobrevivir y la disidencia se mantendrá rodeada por la represión.
Díaz-Canel quizás se tome su tiempo para sacudirse los hilos que lo mantienen atado a una ideología que ha demostrado su ineficacia para solucionar las dificultades cotidianas que deben enfrentar los cubanos, pero el país no puede esperar por esa metamorfosis. El tiempo es ahora, demorar la toma de decisiones solo empeorará el panorama. Titubear, simular, intentar complacer a Castro mostrándose como un continuista, solo logrará que se agote el poco capital político con el que comenzó su presidencia.
El fin de la era Castro en Cuba
Casi nadie en Cuba puede recordar una vida sin los Castro. Desde el 19 de abril de 2018, ya no habrá un Castro al frente del Estado. Durante casi 60 años, los hermanos Fidel y Raúl gobernaron el país con mano de hierro.
Imagen: Reuters
1959 - La revolución triunfa
Los rebeldes liderados por Fidel Castro llegan al poder tras huir el dictador Fulgencio Batista en enero. EE.UU. reconoce al nuevo gobierno. Pronto "leyes revolucionarias" (como la reforma agraria) afectan a empresas estadounidenses. En diciembre, el presidente republicano Dwight D. Eisenhower aprueba un plan de la CIA para derrocar a Castro en un año y sustituirlo por "una junta amiga de EE. UU."
Imagen: AP
1960 − Nacionalizaciones y acercamiento a la Unión Soviética
Eisenhower prohíbe la exportación a Cuba (salvo alimentos y medicinas) y suspende la importación de azúcar. Cuba responde nacionalizando bienes y empresas estadounidenses, y estableciendo relaciones diplomáticas y comerciales con la Unión Soviética. En el funeral de las víctimas de la explosión del vapor "La Coubre" (foto), que Cuba achacó a la CIA, Castro lanza su consigna "¡Patria o Muerte!"
Imagen: AP
1961 − Ruptura e invasión
EE. UU. rompe relaciones diplomáticas con Cuba y cierra su embajada el 3 de enero. Tras una serie de bombardeos a aeropuertos e incendios en tiendas de los que Cuba acusa a EE. UU., Fidel Castro proclama el carácter socialista de la revolución el 16 de abril. Del 17 al 19, cubanos entrenados por EE. UU. intentan infructuosamente invadir la Isla por Playa Girón y Playa Larga, en Bahía de Cochinos.
Imagen: AP
1962 - La crisis de los misiles
En 1960, Kruschev dijo: “No sé si Fidel es comunista, pero yo soy fidelista”. Moscú reanudó las relaciones diplomáticas con La Habana e incrementó el apoyo. La Unión Soviética instaló bases de misiles nucleares en Cuba. Eso desencadenó la “crisis de los misiles”. Moscú cedió a la presión de Kennedy a cambio de que EE.UU. no invadiría a Cuba y desmantelaría sus bases nucleares en Turquía.
Imagen: imago/UIG
1971 – Fidel Castro en Chile
El episodio de Bahía Cochinos aceleró la proclamación del carácter socialista, marxista-leninista, de la revolución. Cuba terminó siendo expulsada de la Organización de Estados Americanos. Castro quedó aislado en el continente, pero no indefinidamente. Castro fue recibido en Chile por el presidente Salvador Allende (foto), que fue derrocado por Augusto Pinochet en 1973.
Imagen: AFP/Getty Images
1989 – La hora de la Perestroika
La llegada al poder de Mijail Gorbachov en Moscú marcó el inicio de la era del Glasnost y Perestroika. La Cortina de Hierro comenzó a caer en pedazos y el imperio soviético terminó derrumbándose. Cuba perdió a su principal base de sustento exterior, sumiéndose en una aguda crisis. Miles de cubanos intentaron huir a Miami en precarias embarcaciones. Muchos vaticinaban el fin del régimen castrista.
Imagen: picture-alliance/dpa
1998 – Primera visita papal
Un decreto de Pío XII prohibía a los católicos el apoyo a los regímenes comunistas. En virtud del mismo, el Vaticano había excomulgado a Fidel Castro en enero de 1962. Pero las décadas pasaron y, luego del término de la Guerra Fría, llegó el momento del acercamiento: en 1996, Castro visitó al Papa Juan Pablo II y éste retribuyó la visita dos años más tarde, en un gesto considerado histórico.
Imagen: picture-alliance/AP/Michel Gangne
2002 - Fidel Castro y Jimmy Carter juegan béisbol
Desde que Estados Unidos impuso su embargo comercial, económico y financiero en 1962, hubo pocos momentos de distensión entre Washington y La Habana. Uno de los pocos signos en esa dirección fue el viaje del expresidente estadounidense Jimmy Carter en 2002, motivado por la intención de encontrar puntos de acercamiento. Tampoco sus buenos oficios provocaron cambios sustanciales en Cuba.
Imagen: Adalberto Roque/AFP/Getty Images
2006 - Fidel y Hugo
Desde los años 90, Cuba dejó de ser vista como un peligroso exportador de revoluciones. Con el estrepitoso derrumbe del bloque del Este, las ideologías de izquierda naufragaban. Pero en Venezuela llegó al poder un nuevo dirigente dispuesto a propagar la “Revolución Bolivariana”. Hugo Chávez, declarado admirador de Fidel Castro, le dio a La Habana un efectivo respaldo, también en lo económico.
Imagen: picture-alliance/dpa/dpaweb
2006 - La entrega del poder
La enfermedad forzó a Fidel Castro a abandonar el poder. En 2006, lo dejó en manos de su hermano Raúl, garante de que no habría vuelco radical en un sistema que, pese a los avances en educación y salud, cobró un alto precio: falta de libertad y represión. Mientras afloraban los primeros cambios, Castro se fue despidiendo de a poco, defendiendo hasta el final su visión desde las páginas del Granma
En diciembre de 2014, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el de Cuba, Raúl Castro, anunciaron que retomarían las relaciones diplomáticas. Obama visitó Cuba en marzo de 2016. Habían pasado 88 años desde la última vez que un presidente estadounidense viajara a la isla. EE. UU. retiró a Cuba de la lista de terrorismo y el deshielo comenzó a afianzarse.
Tantas veces anunciada y denegada, pocos creyeron la noticia de su fallecimiento en un primer momento. No obstante, el 25 de noviembre de 2016, los bares empezaron a cerrar y las reuniones callejeras se dispersaron cuando corrió el rumor de su deceso. Durante años, Castro desmintió a quienes lo daban por muerto publicando fotografías o artículos de opinión de innegable actualidad.
Imagen: Getty Images
2018 – La sucesión
Después de 10 años, Raúl Castro se retira del poder. El 19 de abril, el Parlamento cubano elige a un sucesor que por primera vez en casi 60 años no lleva el nombre de Castro. Sin embargo, los analistas sostienen que es poco probable que el curso político en Cuba cambie tan pronto.