Uno de los personajes centrales de la política alemana, el actual ministro del Exterior, Guido Westerwelle, ha empezado a los 51 años a estudiar español para poder hablarlo en Mallorca. El entusiasmo con el nuevo vocabulario y la gramática cervantinas no se relacionan con las necesidades profesionales de Westerwelle, ni mucho menos con la contienda política previa a las próximas elecciones en Alemania. La nueva lengua tampoco tiene que ver con que en América Latina estén algunos de los "nuevos centros de poder del mundo" de los que tanto habla el ministro en Alemania. El motivo es mucho más mundano: Westerwelle compró junto con quien es desde hace años su pareja, Michael Mronz, una casa en Mallorca, y quiere aprender el idioma para poder salir del cerrado "gueto" germanoparlante de la isla. Resulta una paradoja que en un momento en que muchos jóvenes españoles tratan de aprender alemán para emigrar a la tierra de Westerwelle, el ministro alemán aprenda español para poder disfrutar plenamente de su nueva casa mediterránea. (dpa)