La catástrofe de Mocoa, que cobró al menos 316 vidas y dejó cientos de heridos, podría haber sido evitada, según un experto alemán que considera la tala de árboles como una de las causas.
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La tala de árboles es una de las causas de la tragedia que asoló a la ciudad colombiana de Mocoa y no el cambio climático, como muchos sostienen. El profesor Reimund Schwarze, portavoz en materia de riesgos naturales y climáticos del Centro Helmholst de Investigación del Medio Ambiente, con sede en Leipzig, identifica dos factores principales, conocidos ya desde 1995.
El primero es una fuerte deforestación en la zona que rodea la ciudad. Las áreas montañosas son de por sí zonas de riesgo, ya que la erosión y los desprendimientos son fenómenos naturales a los que el ser humano difícilmente puede hacer frente, debido a las enormes fuerzas que se despliegan.
El segundo factor es la fuerte inmigración que experimentó la ciudad de Mocoa, cuyo número de habitantes casi se duplicó en los últimos 10 años, llegando a cerca de 40.000. Según el entendido, uno de los problemas de semejante inmigración descontrolada es que con frecuencia los que llegan no conocen los riesgos locales y se instalan en sectores que los lugareños evitan, debido a sus experiencias. En consecuencia, si las autoridades hubieran canalizado la inmigración, no habrían sido tantas las personas que se asentaron precisamente en las zonas de riesgo, que fueron las más afectadas por la catástrofe.
Análisis de vulnerabilidad
Desde el punto de vista político y sociológico, el objetivo a futuro debe ser efectuar análisis de vulnerabilidad y aplicar esos datos, dice Schwarze. Eso se puede lograr con medidas relativamente sencillas y económicas, como cartografiar las zonas de riesgo, de manera que la población pueda conocerlas.
Básicamente, el objetivo debería ser utilizar el conocimiento existente sobre zonas de riesgo, como montañas, regiones costeras e islas. A ello podrían contribuir también países como Alemania. Schwarze piensa que se podrían erigir centros en América Latina que despierten la conciencia sobre los peligros naturales existentes en cada país.
El experto habla también de mejoras en la infraestructura y en los sistemas de observación meteorológica. En el caso de Mocoa, lo ocurrido no se debió a su juicio al famoso fenómeno de El Niño, sino a una situación meteorológica inusual, que sin embargo puede producirse en esas latitudes. Pero en lugar de invertir más en la observación, en Colombia incluso se suprimen estaciones meteorológicas, lo cual dificulta más las cosas.
Más investigación
Entre las posibles soluciones, el experto menciona el refuerzo de las investigaciones sobre el clima y las catástrofes naturales. Y recomienda no llevar a cabo grandes y costosos proyectos, como la construcción de carreteras, hasta que no se haya analizado sistemáticamente los riesgos climáticos y naturales.
"No todo obedece al cambio climático”, advierte el profesor Schwarze, subrayando que a veces simplemente falta planificación.
Autora: Tanja Blut (ERS/DZC)
Imágenes de Mocoa tras el desastre
Las tareas de rescate se empiezan a centrar en la recuperación de cadáveres, ante la cada vez menor probabilidad de encontrar supervivientes. Nuestro compañero Aitor Sáez nos envía imágenes de estas labores.
Imagen: DW/A. Sáez
Búsqueda de familiares
Una familia remueve los escombros en busca de su padre, sepultado entre los escombros en ese lugar el día de la avalancha.
Imagen: DW/A. Sáez
Señal de celular
Varios bomberos buscan un cuerpo de madrugada tras recibir una señal de aviso. El celular de la supuesta víctima dio señal en ese punto. Finalmente, no encontraron ningún cuerpo.
Imagen: DW/A. Sáez
Orillas destrozadas
Vista junto al río Mulato, uno de los tres ríos que se desbordaron y provocaron la avalancha.
Imagen: DW/A. Sáez
Menores desaparecidos
Esta mujer, Lina, llora mientras observa dos muñecas, una de las pocas pertenencias que rescató de su hija fallecida en la avalancha.
Imagen: DW/A. Sáez
Niños fallecidos
Retrato encontrado entre los escombros de uno de los cerca de 60 niños muertos en la avalancha.
Imagen: DW/A. Sáez
Todavía entre el lodo
Un hombre camina entre las piedras para evitar hundirse en el lodo. Pese a que no ha llovido en dos días, el terreno sigo estando muy fangoso.
Imagen: DW/A. Sáez
Reconstruyendo las casas
Algunas familias ya han empezado a reconstruir sus hogares. Este joven ayuda a su padre a colocar las placas de uralita sobre el tejado.
Imagen: DW/A. Sáez
Saqueos entre las ruinas
Algunas familias hacen guardia en sus casas para evitar los saqueos que ya se han producido. Los ladrones se llevan las pocas pertenencias que quedaron a salvo.
Imagen: DW/A. Sáez
Casas completamente desaparecidas
Restos de un edificio. La avalancha arroyó todas las casas colindantes al río Mulato.
Imagen: DW/A. Sáez
Prácticamente inservible
Algunas personas rescatan lo poco quedó servible en sus hogares. En ocasiones, se confunden con ladrones que aprovechan para saquear las casas.
Imagen: DW/A. Sáez
Con el tiempo en contra
Voluntarios de salvamento inspeccionan unos escombros. A partir de las 48 horas resulta prácticamente imposible encontrar sobrevivientes, sobre todo al tratarse de una inundación.
Imagen: DW/A. Sáez
Arrastrado por la riada
Una buseta destrozada a las orillas del río Mulato.
Imagen: DW/A. Sáez
Desprendimientos
La catástrofe es todavía mayor debido no sólo a las inundaciones, sino por los desprendimientos de grandes rocas y sedimentos.
Imagen: DW/A. Sáez
Río de piedras
Las rocas cubrieron todas las casas y al propio río Mulato, uno de los tres desbordados.
Imagen: DW/A. Sáez
Pertenencias recuperadas
Pertenencias recuperadas en el barrio de San Miguel, el más afectado por la catástrofe.
Imagen: DW/A. Sáez
Hedor de la catástrofe
Algunos vecinos emplean mascarillas para evitar el hedor de la basura revuelta, humedad y los posibles cadáveres.
Imagen: DW/A. Sáez
Realojamiento temporal
Varias familias han recuperado parte de los muebles que quedaron intactos y los trasladan hacia el lugar donde se encuentran desplazados.
Imagen: DW/A. Sáez
San Miguel, un barrio asolado
Restos de San Miguel, el barrio más afectado por la catástrofe.
Imagen: DW/A. Sáez
Poco que recuperar
Algunas familias han regresado a sus hogares para recuperar las pertenencias. Este hombre lava un mueble de plástico para ver si puede todavía utilizarse.
Imagen: DW/A. Sáez
Tareas de rescate
Varios vecinos de Mocoa observan una tarea de rescate, con la esperanza de encontrar algún sobreviviente.
Imagen: DW/A. Sáez
Búsqueda de cadáveres
Los bomberos y vecinos buscan día y noche algún sobreviviente, aunque desde el lunes las tareas de rescate se han empezado a centrar en la búsqueda de cadáveres.
Imagen: DW/A. Sáez
Cadena humana
Varios voluntarios forman una cadena humana mientras otro grupo excava para encontrar cadáveres.
Imagen: DW/A. Sáez
Orden en el caos
Un agente de los más de 2.000 efectivos de la Fuerza Pública ordena a los curiosos abrir el perímetro de seguridad para realizar las tareas de excavación.