Mon Laferte: "Sigo jugando a la música como cuando era niña"
Manuel Sierra Alonso
15 de julio de 2019
La artista chilena Mon Laferte vuelve a Berlín el 16 de julio. En exclusiva con Deutsche Welle habla sobre cómo percibe la música, el arte y la evolución del movimiento feminista en Chile y Latinoamérica.
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Norma Monserrat Bustamante Laferte reconoce haber sido muy inquieta de niña. Siendo adolescente ya tocaba en bares y tuvo un breve paso por el conservatorio de música. Hoy en día es la artista chilena más escuchada en Spotify grabando con artistas de la talla de Juanes. En su música combina estilos autóctonos latinos como la cumbia, el bolero y rock, entre otros que de a poco comienzan a llegar a un público no hispano expandiendo las fronteras de la música latinoamericana con un discurso feminista y de igualdad de género. En exclusiva con Deutsche Welle, habla sobre su vida, su música y el movimiento feminista en Chile y Latinoamérica.
Deutsche Welle: ¿Cuánto influyeron sus padres, Francisco Bustamante y Miriam Laferte, en su desarrollo artístico? ¿Por qué elige para su nombre artístico el apellido de su madre?
Mon Laferte: Influyeron muchísimo. Mi madre escribe y pinta al igual que Papá, quien alguna vez se dedicó a la música al igual que mi abuela. Recuerdo haber tenido una familia muy artística en todos los aspectos. Mi madre es muy melómana, en casa tenía estímulos de todo tipo de música: rock, folclor y boleros. Nos incitaban, a mi hermana y a mí, a ser creativas. Con respecto al apellido, es porque suena más bonito –(ríe y piensa)- un manager mío me lo sugirió cuando estaba empezando. Me dijo "deberías ponerte un nombre que parezca como de banda, no de solista" y Mon Laferte me sonaba a eso.
¿Cómo fue su experiencia en el conservatorio?
Estudié muy poco tiempo ahí. Lo recuerdo como muy serio, yo era la más joven. Entendían la música desde otra perspectiva, para mí la música era libertad, creatividad y diversión. Cuando entré al conservatorio había que estudiar la música y a mí no me gustaba estudiar formalmente. Siento que los sistemas educativos del mundo son muy estrictos y estresantes. Creo que iba más de espectadora y me impresionaba el talento de la gente que estaba ahí.
Desde hace muchos años, el músico utiliza recursos visuales para definir su arte ¿Cómo trabaja usted esto? ¿Siente que esto le quita tiempo para su música o la complementa?
No siento que quite tiempo sino que enriquece. Podría hacer la música y luego que alguien para que se encargue de lo visual pero la verdad es que me gusta estar involucrada en todo. Soy muy inquieta, estoy en medio de una gira y pinto, veo películas -porque soy fan del cine y quiero hacer y dirigir videos- y tomo fotos. Me gusta el arte en general. No siento que algo me quite tiempo sino que agradezco tener la posibilidad de expresarme sin tomármelo de una manera estresada. Siento que sigo jugando a la música como cuando era niña y no quería fuera tan estricto.
Vuelve a presentarse en Europa, ¿cómo vive su relación con el público latino y europeo en esta gira?
No llevo tantos conciertos aquí y las experiencias han sido muy diferentes. En España hay un público más cercano que conoce mi música; hay una mezcla entre público local y latino pero que son muy similares y se siente como si tocara en Latinoamérica. La experiencia en el festival de Cornbury fue muy diferente porque nadie conocía nuestra música y la recepción fue increíble. Todo el mundo quería bailar y ser parte de esta fiesta. Se sorprenden mucho con la música latina que tiene muchos contrastes con melancolía y nostalgia, pero que a la vez es muy bailable.
En Chile el movimiento feminista empieza a tomar mayor empuje. ¿Cómo lo ve usted?
Lo veo bien y no solamente en Chile. Va tomando protagonismo poco a poco y siento que estamos viviendo una revolución en este momento. Me da gusto que mi sobrina, que va a cumplir quince años, va a heredar un mundo más amable con las mujeres. Poco a poco el género tiene que ir perdiendo relevancia; tenemos que tratar a las personas como seres, sin importar su género ni su clase social. Me gustaría que el mundo fuera más amable y rápido en recibir esta información pero todo cambio requiere su movimiento y no todos lo pueden recibir de buenas a primeras así, pero ojalá que así fuera.
Dijo en una conferencia que "se la va a juzgar más por ser mujer” y que por eso le va a costar más ¿Por qué cree que pasa eso? ¿Cree que ocurre lo mismo en Alemania o Europa?
Supongo que porque como sociedad fuimos dando por hecho que hay ciertas acciones o trabajos que están diseñados solo para los hombres. En el trabajo, cuando una mujer dice lo que piensa, es complicada. La diferencia es que cuando una mujer da su opinión se le tacha de complicada porque supongo que la percepción de la sociedad con el género femenino es que tiene que ser blando, decorativo y dulce. No se permitía que la mujer tuviera un rol protagonista o tuviera algo que decir. Pero está cambiando eso. Ahora yo puedo cerrar festivales y antes era imposible. Lo que me emociona es que hoy estamos trabajando para el futuro de nuestras hijas, nietas, sobrinas, las mujeres que vienen en el futuro.
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America Latina: la violencia machista en cifras
El machismo y la violencia contra las mujeres están más presentes de lo que se cree entre los jóvenes. Un estudio de la organización Oxfam revela creencias y comportamientos que explican las altas cifras de violencia.
Imagen: picture-alliance/epa/Guadalupe Perez
Víctima por el hecho de ser mujer
El 56% de las mujeres y el 48% de los hombres de 20 a 25 años en América Latina tienen alguna conocida cercana que ha sufrido violencia física o sexual en el último año, según un estudio de la ONG Oxfam. En la región muere una mujer cada cinco horas y sólo en 2016 se registraron 1831 feminicidios. En México, donde no está tipificado este delito, la población ha salido a la calle a decir basta.
Imagen: picture-alliance/epa/Guadalupe Perez
Normas heredadas
En la base de esta violencia están una serie de imaginarios y normas sociales que han dictado tradicionalmente cómo deben comportarse las mujeres y qué derechos tienen los hombres sobre ellas. El 60% de los amigos cercanos a los encuestados le grita a su pareja y el 40% las humilla y desvaloriza, según el estudio realizado entre jóvenes de 15 a 25 años de ocho países latinoamericanos.
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Sexualidad, mitos y creencias
El 87% de los jóvenes encuestados opina que el deseo sexual de los hombres es mayor que el de las mujeres. Asimismo, está muy presente la idea de que si una mujer está ebria se presta para que tengan relaciones sexuales con ella aunque no esté consciente, que el hombre se enoja si la mujer no tiene relaciones cuando él quiere o que si él está ebrio se justifica que la golpee
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Acoso callejero
Existe una normalización del acoso callejero, con comentarios de tipo sexual, piropos o silbidos por parte de desconocidos en espacios públicos y del transporte. El 75% de las y los jóvenes cree que esto es algo normal. El informe “Rompiendo moldes: transformar imaginarios y normas sociales para eliminar la violencia contra las mujeres” pretende alertar sobre estos comportamientos.
Las redes sociales, internet y celulares se han convertido en instrumentos para ejercer control sobre las mujeres. El 33% de las mujeres y el 44% de los hombres (15 a 19 años) consideran que no es violencia revisar el celular de sus parejas. Asimismo, el 84% de las mujeres y el 77% de los hombres (15 a 25 años) creen que sus amigos lo hacen.
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¡No te pongas eso!
Otra forma de ejercer control y violencia sobre las mujeres tiene que ver con el vestuario. Pero la mayoría de los encuestados de 20 a 25 años cree que no es violencia que el hombre le diga a su pareja qué ropa usar. El 56% de las mujeres y el 59% de los hombres creen que sus amigos hombres lo hacen.
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Celos como expresión de amor
Otra creencia extendida es que los celos son una expresión del amor y quien cela está demostrando cuánto quiere a su pareja. Así lo piensa el 43% de las mujeres y el 63% de los hombres de 15 a 19 años. “En nombre del amor romántico, se cometen toda clase de abusos que atentan contra la libertad y el derecho a la intimidad”, acusa el estudio.
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¿No es sí?
Un lamentable concepto, en la base del machismo, es que las mujeres “se hacen las difíciles”: dicen no, pero en realidad quieren decir sí, opina el 45% de las jóvenes y el 65% de los chicos encuestados. En la misma línea, “un hombre puede tener relaciones sexuales cuando y con quien quiera; pero las mujeres, no”. El 81% de las y los jóvenes de 20 a 25 años cree que eso piensan sus amistades.
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¿Por qué las mujeres aguantan una relación violenta?
También presente está la idea de que el hombre tiene derecho a disciplinar el comportamiento de la mujer con cualquier tipo de violencia. Los y las jóvenes de 20 a 25 años dan diferentes razones por las cuales las mujeres no escapan de relaciones violentas: 80% opina que lo hacen por sus hijos, 63% porque amenazan con matarla, 59% porque dependen económicamente y 47% cree que es normal.
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Distintas caras del machismo
El machismo está presente por igual en toda América Latina, con algunas diferencias en la forma de manifestarse. El Salvador, Colombia, Honduras y Guatemala sobresalen en la normalización de la violencia y Cuba por los silbidos y piropos en la calle. En Bolivia, el 61% de los hombres de 20 a 25 años cree que cuando una mujer sale a trabajar, los hijos e hijas sufren abandono.
Imagen: picture-alliance/Zumapress/L. Vargas
Creencias positivas entre los jóvenes
Pero también hay conciencia de que la violencia contra las mujeres es un problema grave y las autoridades deberían hacer algo al respecto. Así opina el 72% de las mujeres y el 63% de los hombres. Asimismo, el 88% de las jóvenes y el 77% de los chicos estima que la violencia hacia las mujeres es producto de las desigualdades entre ambos.
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Moldes sexistas
Aunque persiste el concepto de hombres proveedores y mujeres cuidadoras, así como la idea mayoritaria (78%) de que todas las mujeres deberían ser madres, el estudio destaca casos de jóvenes que rompen con el molde sexista, y el valor de campañas e iniciativas para visibilizar los derechos de lesbianas y personas transgénero, quienes sufren todavía mayor discriminación y violencia.
Imagen: Getty Images/AFP/C. de la Torre
Transformar los imaginarios y normas sociales
Esa es la meta. Los jóvenes tienen un papel clave, como lo han demostrado con marchas y protestas. Pero el proceso, reconoce el estudio de Oxfam, es lento y complejo. La mayoría cree que el Estado debe actuar ante la violencia, pero admite que haría poco o nada frente a una situación de maltrato. Este informe permite reconocer estos moldes y alienta a no ser testigos silenciosos del maltrato.