Montano niega toda participación en la matanza de jesuitas
10 de junio de 2020
El excoronel y ex viceministro de Defensa salvadoreño Inocente Montano se desvinculó este miércoles por completo de la matanza de los cinco jesuitas españoles en 1989, un plan que asegura que jamás conoció.
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Inocente Montano dijo, asimismo, no se habló de ese plan en la reunión clave con el entonces presidente del país, Alfredo Cristiani, en la que supuestamente los militares ordenaron las ejecuciones.
Montano declaró este miércoles (10.06.2020) en el juicio que se sigue en la Audiencia Nacional española por la muerte de los jesuitas, entre ellos Ignacio Ellacuría, entonces rector de la Universidad Centroamericana e ideólogo de la Teología de la Liberación.
El ex alto mando militar, para quien la Fiscalía española pide 150 años de prisión, se desmarcó de cualquier decisión, diseño o ejecución de los asesinatos, de los que nunca fue informado por nadie, ni por los militares ni mucho menos por Cristiani, pues "Ellacuría era una de las personas más allegadas al presidente y le ayudó mucho en la consecución de los acuerdos de paz".
Montano dijo que gobierno y militares no son culpables
De hecho, Montano exoneró de estos hechos al Gobierno de El Salvador y a la cúpula militar liderada por "La Tandona", una promoción de la que él formaba parte y que ocupaba los altos puestos de las fuerzas armadas durante la guerra civil salvadoreña, pero que - apuntó - no se dedicó a infundir terror a la población.
"No, formábamos parte de un gobierno electo", dijo entre risas el acusado, primer militar salvadoreño que responde por estos hechos ante la Justicia española.
"En ningún momento ni el Gobierno ni nosotros en el alto mando estuvimos de acuerdo que se haya llegado a esa situación", indicó Montano en su interrogatorio de apenas una hora de duración y en el que solo respondió a las preguntas de su abogado, aunque con visibles dificultades para poder escuchar y entender las cuestiones.
Lo único que reconoció el ya septuagenario Montano-en prisión provisional desde su entrega a España en 2017- es su participación en la reunión clave del 15 de noviembre junto al alto mando y el presidente en la que supuestamente se dio la orden de asesinar a los jesuitas, aunque él negó hoy que se hablara de ello.
Allí se reunieron "para informar a Cristiani de lo delicada que estaba la situación", con informaciones de que los rebeldes estaban infiltrados ya en la capital y se disponían a atacarla, pese a lo cual "el alto mando no se atrevía a atacar al FMLN porque iba a ser una matanza terrible y significaba mucho daños colaterales".
Pero para nada se indicó asesinar a los jesuitas. "No, eso no, militarmente nunca hubo pretensiones de hacer daño a él (Ellacuría), a la Iglesia o a la misma Universidad" pues "no se tenía una conciencia clara de que estuvieran participando con el FMLN política y militarmente".
Según Montano, fue "el FMLN"
Tanto es así que él siempre pensó que "había sido el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) -que tildó de organización terrorista- el que había cometido el asesinato de los curas" y no los militares, como luego "se descubrió" años después en la Comisión de la Verdad del país centroamericano.
Hasta tal punto se desvinculó de la matanza que cuando se produjo no trató de encubrirlos sino que, al contrario, se ofreció para colaborar en su esclarecimiento e incluso pidió ayuda a EE. UU. y al Gobierno español para que les ayudaran en la investigación, dijo hoy Montano.
De hecho, fue tajante al decir que "en absoluto" tenía nada en contra de Ellacuría, aunque luego cargó contra él al manifestar que "el golpe de estado contra el general Romero en 1979 fue producto de la influencia de Ellacuría" y que este "aparece en fotos entrenando a niños de 10 o 12 años a manejar el AK47".
Pero, una y otra vez, Montano negó que se le viera como un objetivo militar. Lo que ocurrió fue que en los días previos a la matanza les llegaron informaciones de que los rebeldes habían introducido armamento en la Universidad Centroamericana (UCA) a modo de almacén, y por ese motivo enviaron a soldados del batallón Atlácatl, supuesto ejecutor del crimen, a practicar un registro acompañados de la Inteligencia salvadoreña.
Dicho registro fue ordenado por el entonces jefe del Estado Mayor, René Ponce, que se lo encomendó al coronel Guillermo Benavides, condenado a 30 años de cárcel en 1992, amnistiado en 1993 y capturado nuevamente en 2016 para cumplir la pena de prisión.
"Le dieron la orden a Benavides de que mandara gente a investigar y contrarrestara cualquier amenaza, esa fue la situación", señaló, no si antes desmentir las palabras del coronel que le acusó de estar en el grupo decisorio de los asesinatos. "No se de donde surgió ese comentario", aseveró el exmilitar.
Montano se defendió aludiendo a que ni la Comisión de la Verdad ni la Comisión Interamericana le citaron para interrogarle.
"Tuve la suerte de no haber sido considerado necesario para atestiguar porque el delito lo cometieron soldados, no policías, que eran los que dependían de mi persona", destacó al recordar que su competencia como viceministro de Seguridad Pública se circunscribía a las fuerzas policiales, no militares.
CP (efe, afp)
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Óscar Romero, el santo de los pobres y las víctimas de la violencia en América Latina
El salvadoreño Óscar Romero, asesinado en 1980, fue canonizado en octubre de 2018 en El Vaticano. Romero es un ícono de la teología de la liberación, insultada como “comunista”, pero movida por el servicio a los pobres.
Imagen: picture-alliance/dpa/O. Rivera
Lo mataron, pero no pudieron callar sus denuncias
Romero, beatificado en 2015, denunciaba en sus homilías los ataques de los cuerpos de seguridad contra la población civil. Fue asesinado el 24 de marzo de 1980 por un escuadrón de la extrema derecha mientras oficiaba misa en el hospital Divina Providencia de San Salvador, en días previos al estallido de la guerra civil (1980-1992). Su muerte no acalló las denuncias, las hizo más fuertes.
Imagen: Adveniat
Naciones Unidas: "Día Internacional del Derecho a la Verdad"
En El Salvador, Óscar Arnulfo Romero es venerado como héroe nacional y paladín de la paz y la Justicia. En 2011, el entonces presidente estadounidense Barack Obama se arrodilló ante la tumba del "obispo de los pobres". La ONU declaró el 24 de marzo, fecha del asesinato de Romero, como "Día Internacional del Derecho a la Verdad".
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El Vaticano dejó de verlo como a un “comunista”
Tras el acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, a fines de 2014, Francisco emitió una señal de reconciliación: monseñor Romero dejó de ser considerado un “revolucionario” o “comunista” y pasó a ser visto como un adalid de los derechos humanos. “También alguien que defiende a los pobres con su vida es un santo”, comentó en esa ocasión el teólogo de la liberación Leonardo Boff a DW.
Imagen: Museo de la Palabra y la Imagen, El Salvador
El mensaje de Romero sigue calando
Con Óscar Romero “pasa una cosa curiosa, y es que cuanto más tiempo transcurre, más gente se entusiasma con él, más gente lo sigue, lo ama, se emociona con su historia, con su figura”, decía el obispo auxiliar de San Salvador, Gregorio Rosa. En toda Centroamérica Romero ya es visto como “un santo de las Américas”.
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Un mensaje irrefutable: “La Iglesia tiene que vivir para los pobres”
También en Alemania dejó sus huellas, inspirando la creación de organizaciones como la Iniciativa Cristiana Romero (ICR). “Es un ejemplo de solidaridad con los pobres. Ser solidario con los pobres significa darles una voz y apoyar las demandas de los países del sur”, explica a DW Anne Nibbenhagen, de la asociación civil alemana Iniciativa Cristiana Romero.
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Peregrinos, prelados y juventud
Miles de salvadoreños viajaron al Vaticano para presenciar el acto de canonización de monseñor Óscar Arnulfo Romero. El beato Romero fue canonizado junto a Pablo VI durante un Sínodo de Obispos.
Imagen: Adveniat
Reconciliando a la sociedad
Óscar Romero ha sido una figura reconciliadora de la sociedad salvadoreña. Por un lado, Anne Nibbenhagen, de la Iniciativa Cristiana Romero (ICR), celebra la decisión del Vaticano de canonizar al arzobispo. Por otro, teme que al presentar a Romero como el santo "unificador", se acabe la cuestión de la culpabilidad, en lugar de seguir investigando a los responsables de la violencia y sus causas.
Imagen: Adveniat
Una historia de impunidad
Una Comisión de la Verdad de las Naciones Unidas ha señalado como autor intelectual del asesinato al fundador del partido de derecha Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), Roberto D'Aubuisson. No obstante, la Ley de Amnistía, aprobada en 1993, ha impedido que sea juzgado por el crimen. Romero representa a las más de 70.000 víctimas de la guerra civil salvadoreña.
Imagen: Adveniat
Difamaciones en El Salvador, ataques desde El Vaticano
“Él no quería ser político, no le interesaban las ideologías. Solo quería acabar con la violencia y abogar por la justicia. Un mensaje muy actual”, dice el biógrafo Giuseppe Morozzo Della Rocca. “Romero fue difamado como "suversivo" por la oligarquía salvadoreña que informaba a Roma. El prefecto de la Congregación de la época, el cardenal Sebastiano Baggio, lo atacó hasta su asesinato en 1980.
Imagen: picture-alliance
Morir, para convertirse en semilla
Óscar Romero fue asesinado a tiros en el altar, por orden de poderosos políticos. Un crimen que antecedió a la guerra civil entre fuerzas de seguridad, escuadrones de la muerte de ultraderecha y grupos guerrilleros de izquierda. Romero sabía del peligro. Justo antes de su muerte había dicho en su sermón: “El que no asume los peligros de la vida, como la historia nos exige, perderá la vida”.
Imagen: Adveniat
Saludo del Papa, impulsor de la canonización
"A los jóvenes reunidos en días felices por la canonización de monseñor Romero, un saludo grande y mi bendición. Y por favor no se olviden de rezar por mí", pide Francisco. La petición del Papa permite intuir las grandes dificultades para lograr la canonización de un religioso como Romero, cuya misión por los pobres generó un fuerte rechazo en las más altas esferas de la jerarquía católica.
Imagen: pictrue-alliance/dpa/AP/M. Kulbis
Origen modesto
Óscar Arnulfo Romero y Galdámez había nacido en Ciudad Barrios (El Salvador) el 15 de agosto de 1917 y fue asesinado el 24 de marzo de 1980 en San Salvador. Su padre se llamaba Santos y su madre Guadalupe. Una familia modesta. Su padre era telegrafista; su madre ama de casa. Romero vivió la II Guerra Mundial. Fue ordenado sacerdote el 4 de abril de 1942. En la imagen, su tumba en San Salvador.