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"Moonbird": una ONG alemana busca a refugiados desde el aire

Ylenia Gostoli
28 de octubre de 2018

Contar el número de refugiados muertos encontrados en el mar es cada vez más difícil. Es por esto que un avión de rescate alemán ha reanudado sus vuelos en el Mediterráneo. Ylenia Gostoli se unió a uno de estos vuelos.

Deutsches NGO-Flugzeug hilft Flüchtlingen im Mittelmeer
Imagen: DW/Y. Gostoli

El avión de búsqueda y rescate de cuatro asientos, Moonbird, giró bruscamente hacia un buque de carga en aguas internacionales al sur de la isla italiana de Lampedusa. Neeske Beckmann, el coordinador de vuelo, de 29 años, tomaba fotos desde el aire y escaneaba el mar mientras el avión giraba sobre la embarcación. Parecía que no había nadie en la cubierta. El barco no dejaba rastro, lo que sugería que estaba inmóvil.

"Debe ser el Just Fitz", dijo Neeske, mientras alcanzaba un par de binoculares. Una mirada más cercana reveló de hecho el nombre Just Fitz III, escrito en letras mayúsculas en el lateral. Justo la noche anterior, el barco había respondido a una llamada de socorro y rescató a unos 40 refugiados y migrantes en aguas internacionales.

El Just Fitz, con alrededor de 40 refugiados a bordo, se vio obligado a anclar en el Mediterráneo esperando ver a qué puerto irImagen: DW/Y. Gostoli

A la espera de que se le asignase un puerto, el Just Fitz III no tuvo otra opción que anclar en medio del Mediterráneo. El ministro del Interior de extrema derecha de Italia, Matteo Salvini, dijo que no se le permitiría ingresar a un puerto italiano. El incidente tenía ahora el potencial de convertirse en otra disputa diplomática entre Italia y Malta.

Y no era para menos. En junio, el nuevo Gobierno populista italiano rechazó el barco de rescate Aquarius con 630 personas a bordo. Malta siguió su ejemplo, obligando a la embarcación humanitaria a dirigirse a España y permanecer en el mar durante una semana.

Este fue el primero de una serie de casos que involucraron a barcos humanitarios de oenegés, buques de carga y, en un caso, a la guardia costera italiana con migrantes que, después de rescatados, permanecían abandonados en un limbo durante días, a la espera de que líderes europeos decidieran su destino. Después, las consecuencias de estos eventos se han hecho visibles desde la cabina de cristal del Moonbird: el mar ha quedado inquietantemente vacío.

El tramo del Mediterráneo al sur de Malta y Lampedusa ha sido abandonado por embarcaciones que han decidido tomar rutas más largas para evitar las largas demoras que, en ocasiones, pueden durar hasta días. Mare Ionio, el único bote de la ONG alemana Sea-Watch que queda, ha tenido que regresar a un puerto. Por su parte, el Aquarius ha estado en Marsella desde que fue despojado de su bandera, y tres barcos de oenegés permanecen atracados en Malta.

Sin barcos a los que recurrir para realizar rescates, la tripulación del Moonbird se ha aplicado en la importante tarea de buscar a los migrantes, tanto a los vivos como a los muertos, por otra vía.

Escanear el mar en busca de refugiados es un trabajo arduo y frustranteImagen: DW/Y. Gostoli

Los últimos ojos sobre el Mediterráneo

Moonbird, un proyecto conjunto de Sea-Watch y la Iniciativa de Pilotos Humanitarios Suizos, apoyado por la Iglesia Protestante en Alemania (EKD), reanudó los vuelos a mediados de octubre, después de que Malta detuviera sus misiones desde su aeropuerto en La Valeta.

El Moonbird se ha unido al Colibrí, otro avión de búsqueda y rescate humanitario, operado por pilotos franceses voluntarios que han condenado una creciente reticencia por parte de los buques comerciales para responder a las llamadas de auxilio.

Transferencia de responsabilidad

La creación de una gran zona de búsqueda y rescate (SAR) en Libia, en junio pasado, ha resultado en la transferencia a los libios de mucha de la responsabilidad de una gran área en el sur del Mediterráneo, previamente a cargo del Centro de Coordinación de Rescate Marítimo italiano (MRCC).

Manos Radisoglou, un controlador aéreo de 30 años y piloto aficionado que se ofreció como voluntario para volar el Moonbird desde mayo de 2017, apunta al monitor que muestra el área sobre la que estamos volando, reconocida oficialmente ahora como la zona SAR de Libia. Se extiende a unas 80 millas náuticas (148 kilómetros) de la costa libia, cuyas aguas territoriales abarcan 12 millas náuticas, aproximadamente a medio camino de Lampedusa.

Hasta el año pasado, explica Manos, el MRCC organizaba rescates en aguas territoriales de Libia. Ahora, como parte de un acuerdo aprobado por la UE con el Gobierno de Acuerdo Nacional de Libia a principios de 2017, Italia ha asumido la labor de entrenar y equipar a la guardia costera libia. Veinte mil personas fueron interceptadas y devueltas en 2017.

"En una de mis últimas misiones el año pasado, vimos un barco que estaba muy lejos de todos", relata Manos. "Le informamos al MRCC de Roma que lo habíamos visto. El barco más cercano estaba a tres horas de la embarcación, y fue informado. Volamos y regresamos para dar las instrucciones finales. Esa vez todo funcionó muy bien".

Las disputas políticas dejan a todos los refugiados en el mar

Debido a las violaciones de derechos humanos que enfrentan los refugiados y los migrantes en Libia, el Moonbird no coopera con la guardia costera libia. "Dependemos de la ayuda de los barcos. Si no hay nadie allí, la pregunta es quién los rescatará cuando los encontremos", dice Manos. En septiembre de 2018, siete de cada 10 personas que abandonaron Libia fueron interceptadas y traídas de regreso. Uno de cada cinco murió o desapareció, y las cifras de personas que decidieron hacer el viaje es, aparentemente, cada vez menor.

Matteo Villa, investigador del Instituto Italiano de Estudios Políticos Internacionales que publicó los datos basados en las cifras de ACNUR y de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), admitió que las cifras son cada vez menos fiables debido a la falta de monitores en el terreno.

"Las noticias de los únicos dos grandes desastres de barcos que conocemos en septiembre nos llegaron 10 días después, y a través de los testimonios de los sobrevivientes", dijo Villa. "Sabemos que las muertes no se denuncian y tenemos una idea cada vez más limitada de lo que está sucediendo. No hay nadie allí".

La falta de buques de rescate en el Mediterráneo es a menudo una sentencia de muerte para los refugiadosImagen: DW/Y. Gostoli

Además de que las ONG no pueden operar por disputas políticas, los barcos comerciales, que están obligados por la ley marítima internacional a rescatar a los buques en peligro en las proximidades, tienen que hacer cálculos económicos.

"Si los rescates se detienen, entonces ellos serán los que tendrán que hacerlo, como fue el caso en 2013 y 2014. Y esto se convierte en un problema en el momento en que empiezan a cerrar los puertos", indicó Villa, agregando que un día adicional en el Mediterráneo le puede costar a un barco comercial entre 100.000 y 300.000 euros.

Mientras Moonbird se preparaba para detener sus misiones durante unos días para un control de mantenimiento, llegan noticias de que los refugiados y los migrantes a bordo del Just Fitz III han sido llevados a Malta. Unos días antes, un grupo de 60 personas, incluidos muchos eritreos, habían logrado cruzar desde Libia hasta Lampedusa. La mayoría de personas ya ha sido transferida desde el centro de identificación de la isla a Italia. Ellos saben que están entre los afortunados.

(few)

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