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Mubarak defrauda expectativas de renuncia

10 de febrero de 2011

Parecía que la muerte anunciada se iba a confirmar, y en el último momento no fue así. Cuando el mundo contaba con una dimisión del presidente egipcio, Hosni Mubarak prometió en un discurso elecciones y justicia.

El final sigue sin estar escrito.Imagen: AP

“Estamos siendo testigos de un momento histórico”, había dicho el presidente estadounidense, Barack Obama, mientras la posible retirada de Hosni Mubarak circulaba por todos los canales de noticias. “La gente en Egipto- un número increíble de personas a la cabeza de las cuales se encuentran los jóvenes - exige ser escuchada”, continuó Obama. “La Unión Europea está preparada para contribuir al establecimiento de una democracia verdadera en Egipto”, declaraba por su parte Catherine Asthon, encargada de las relaciones exteriores comunitarias.

Ningún otro día de los 17 de manifestaciones había estado la Plaza Tahrir de El Cairo tan concurrida como este jueves (10.02.2011). Cada información que hacía prever una retirada del jefe del Estado era recibida con júbilo. El discurso anunciado para la noche se esperaba con expectación, pero pronunciadas las primeras frases, quedó claro que el mensaje de Mubarak no coincidiría con el que los congregados entre banderas y tiendas de campaña esperaban.

La Plaza Tahrir de El Cairo estuvo este jueves (10.02.2011) más concurrida que nunca.Imagen: picture alliance/dpa

“No se trata de mí”

A los mártires de Egipto hizo mención Mubarak nada más comenzar a hablar, y a quienes han sufrido trato vejatorio o daños en Egipto prometió justicia y castigo para los culpables. Él en persona se encargaría del rendimiento de cuentas, y a más tardar llegados a este punto de su aparición televisiva tuvieron que saber los manifestantes que la fiesta que pensaban celebrar acababa de ser cancelada.

Mubarak prometió elecciones, libres y justas, para cuya organización pidió tiempo. Se comprometió a encauzar cambios y a iniciar una nueva era, acorde a las exigencias de una nueva generación de egipcios, y calificó de comprensibles las demandas ciudadanas.

Sin embargo, para el principal grito de la calle no tuvo más que oídos sordos. Mubarak le traspasa poderes al vicepresidente Omar Suleiman, pero en ningún momento hizo referencia a la posibilidad de abandonar el cargo de presidente. “No se trata de mí, se trata de nuestro país”, dijo, “no soy yo quien está pasando por un momento difícil, sino Egipto”.

La dimisión de Mubarak es la principal demanda de los manifestantes, y se vio frustrada.Imagen: AP

¿Transición?

“Queremos que todos los egipcios sepan que Estados Unidos va a seguir haciendo cuanto esté en su mano para contribuir a una transición ordenada y verdadera”, había asegurado Obama en su comparecencia ante la prensa, que tuvo lugar antes que la de Mubarak.

Ya en aquel momento el nombre de Suleiman sonaba como el elegido si es que el puesto de presidente se quedaba finalmente vacante. Y una pregunta surgía de inmediato: la de cómo un ex jefe del servicio secreto, responsable de un desconocido número de torturas, detenciones, presos políticos, amenazas, coacciones y otras labores propias de un hombre en su posición dentro de una dictadura, iba a sentarse a negociar transformaciones y ser el encargado de dirigir una “transición ordenada y verdadera”.

El interrogante continúa sin despejarse, porque Suleiman obtiene ahora aún más poderes de los que hasta el momento poseía. La mano derecha de Mubarak parece destinada a escribir con al lado del anciano mandatario este nuevo capítulo de la historia de Egipto, cuyo final sigue siendo incierto.

Autor: Luna Bolívar/ Christina Bergmann

Editora: Emilia Rojas Sasse

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