Ha muerto el conde Anton-Wolfgang von Faber-Castell. Elocuente, urbano y elegante era el rostro de la marca de lápices alemana Faber-Castell, todo un símbolo en el país.
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Prácticamente no hay nadie en Alemania que no haya utilizado un lapicero o un rotulador de la empresa Faber-Castell. La empresa comenzó a mediados del siglo XVIII sus actividades como taller de carpintería y terminó fabricando lápices. En los últimos tiempos, incluso lápices destinados a la cosmética. A pesar de su éxito, el conde von Faber-Castell nunca dejó de pisar terreno firme. Siguió trabajando, incluso cuando ya estaba en edad de jubilarse, para mantener los estándares y el historial de éxito de la compañía. Falleció ayer jueves (21.01.2016) en Houston. Tenía 74 años.
Anton-Wolfgang von Faber-Castell nació el 7 de junio de 1941 en Bamberg. Estudió en una escuela suiza y cocluyó sus estudios universitarios de Derecho en Zúrich. Trabajó durante seis años en el sector financiero en Londres y Nueva York y después se incorporó a la empresa familiar, fundada en 1761. El conde de Faber-Castell formaba parte de la octava generación de la compañía. Deja mujer y cuatro hijos. El mayor, ya entrado en la treintena, se incorporó a la empresa familiar hace dos años. Faber-Castell deseaba que la compañía permaneciera en manos familiares. (dpa)
Faber-Castell: una familia de condes
En 2016 falleció el conde Anton-Wolfgang von Faber-Castell, la octava generación de una estirpe dedicada a llenar el mundo de color. Esta es la historia de la compañía alemana, una de las más antiguas del país.
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Los orígenes
Fundada en 1761, la empresa Faber Castell es una de las compañías más antiguas de Alemania. Originalmente era un taller de carpintería. El hijo de Kaspar Faber, creador de la empresa, convirtió al lápiz en el primer útil de escritura con marca del mundo. El castillo de Faber Castell, situado en la localidad de Stein, cerca de Núremberg, pertenece a la familia desde hace ocho generaciones.
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Sinónimo de calidad
Cuenta la leyenda que el conde recién fallecido, Anton Wolfgang Graf von Faber-Castell, tenía la costumbre de lanzar lápices desde la torre de su castillo para comprobar si los productos que llevan el nombre de su familia eran resistentes.
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Castillo Faber-Castell
El castillo de la familia tiene una historia muy curiosa. Al término de la II Guerra Mundial fue ocupado por tropas Aliadas y utilizado para albergar a abogados y periodistas internacionales durante los juicios de Núremberg. Los escritores Ernest Hemingway y John Steinbeck, el actor Montgomery Cliff y el más tarde presidente de EE. UU. Dwight Eisenhower fueron algunos de sus ilustres huéspedes.
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Made in Germany
"¿Por qué fabricamos en Alemania?", preguntó el conde en una entrevista. "Por dos motivos: para ser los mejores y para retener el conocimiento en Alemania. No me gusta regalarle el conocimiento para producir nuestros mejores lápices a China". A diferencia de otras compañías, Faber-Castell mantiene parte de su fabricación en el país. En la imagen, una fábrica en la colorida ciudad de Geroldsgrün.
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Lápices ecológicos
La empresa dice que todos sus productos se fabrican utilizando procesos y materiales ecológicos y ambientalmente sostenibles. Faber Castell sólo utiliza madera de su propio bosque, situado en Brasil. En su proyecto de reforestación y conservación, la compañía planta y cultiva sus propios árboles e incluso recicla el desecho de la producción de lápices para utilizarlos en abonar el suelo.
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La más grande del mundo
En su antigua planta de Sao Carlos, en Brasil, Faber Castell producía cerca de 1.500 millones de lápices al año, lo que la convertía en la fábrica de lápices de colores más grande del mundo. Ahora, la producción se ha trasladado a otro edificio, situado también en la misma localidad brasileña.
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El más deseado
Con motivo del 250 aniversario de la compañía, Faber Castell organizó una exposición en la galería KaDeWe de Berlín, uno de los centros comerciales más grandes de Europa. Allí presentaron la "Edición especial 250 aniversario", el lote de productos más deseado para todos los amantes del dibujo a mano.
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Comienza una nueva etapa
Anton-Wolfgang von Faber-Castell falleció a la edad de 74 años a causa de una grave enfermedad rodeado de su familia en Houston (Estados Unidos). A pesar de que muchos se empeñaron siempre en ponerle fecha de caducidad a su negocio, el conde aseguraba que "el lápiz seguirá con vida mucho más de lo que creemos".