Sus investigaciones han contribuido a la creación de productos agrícolas que protegen los cultivos de hongos y a la fabricación de materiales para pantallas LED, entre otras.
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El japonés Eiichi Negishi, laureado con el premio Nobel de Química en 2010 por su trabajo para sintetizar compuestos orgánicos complejos, murió a los 85 años en Indianápolis (Estados Unidos), donde ejerció como profesor universitario más de 40 años, se informó este sábado (12.06.2021).
Nacido en 1935 en la antigua Manchuria bajo dominio colonial nipón (hoy situada en la provincia china de Liaodong), Negishi murió el 6 de junio, según informó la Universidad Purdue, donde desarrolló la mayoría de su carrera, recogieron este sábado los medios nipones.
Tras graduarse en la Universidad de Tokio en 1958, trabajó en la empresa textil Teijin antes de comenzar sus estudios en EE.UU. con una beca Fulbright. En 1963 recibió un doctorado de la Universidad de Pensilvania, institución donde había laborado como investigador postdoctoral. Comenzó a impartir clases en el departamento de Química de Purdue en 1979, hasta su jubilación en 2019.
Nobel de física, química y medicina 2019
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El japonés fue el segundo Nobel de Purdue tras el químico de origen británico Herbert Charles Brown, laureado en 1979, y del que recibió formación. El propio Negishi diría que su trayectoria como investigador despegó tras asistir a una ponencia de Brown en 1962.
En 2010 fue reconocido con el Premio Nobel de Química junto al también japonés Akira Suzuki, de la Universidad de Hokkaido (Japón), y al estadounidense Richard Heck, de la Universidad de Delaware (EE.UU.), por sus contribuciones al estudio del carbono-carbono, con aplicaciones en medicina, agricultura o electrónica.
Algunos ejemplos de las aplicaciones de sus investigaciones incluyen antibióticos que funcionan con bacterias resistentes a los medicamentos, marcaje fluorescente para la secuenciación del ADN, productos químicos agrícolas que protegen los cultivos de hongos o materiales para pantallas LED.
gs (efe, Kyodo News)
Los Nobel de Química en la vida diaria
Muchas de las investigaciones de los Nobel de Química han revolucionado el mundo.
¿Qué han descubierto los premios Nobel de Química?
No todo el mundo sabe cuáles son exactamente sus aportes. En esta galería de imágenes les mostramos algunas aplicaciones cotidianas de los descubrimientos realizados por varios científicos galardonados con el Premio Nobel de Química.
Imagen: picture-alliance/dpa
Doble receptores G que hacen posible la percepción de sabores
Hay millones de receptores dobles de proteína G en nuestro cuerpo. Situados en la superficie de las células, posibilitan que éstas perciban lo que sucede a su alrededor y envíen señales para regular diversas funciones. Estos receptores también participan en la percepción de sabores y olores. Brian Kobilka compartió el Nobel de Química por sus investigaciones en esta familia de proteínas.
Fábrica de vida
Las proteínas se congregan en pequeñas fábricas, los ribosomas. Cada ribosoma sintetiza miles de componentes diferentes. ¿Cómo se forman estas fábricas de vida? Ada Yonath, Venkatraman Ramakrishnan y Thomas Steitz dieron respuesta a esta pregunta, lo que les valió el Nobel de Química en 2009.
Imagen: picture-alliance/dpa
Descifrar el código genético
Llevó 13 años completar la ambiciosa tarea de decodificar la secuencia del genoma humano. El trabajo pionero de Walter Gilbert y Fred Sanger contribuyó decisivamente a arrojar resultados definitivos. Ambos compartieron el Nobel de Química en 1980 por el desarrollo de métodos para secuenciar el ADN.
Imagen: Fotolia/majcot
La energía de los bosques
La reacción química más importante es la fotosíntesis. Gracias a este proceso, plantas, algas y bacterias capturan el CO2 y producen oxígeno, ayudados por un complejo proteínico en el interior de las células. Robert Huber, Hartmut Michel y Johann Deisenhofer recibieron el Nobel de Química en 1988 por determinar la estructura de uno de esos núcleos de fotosíntesis.
Luz en la oscuridad
Este cuerpo brillante es la medusa Aequorea victoria. Debe su bioluminiscencia a una proteína verde fluorescente, que hoy se suele utilizar como marcador genético. Pionero en esta técnica es Martin Chalfie, que compartió el Nobel de Química en 2008 por su trabajo con esta proteína en la evolución de las células nerviosas.
Agua para las células
Igual que las tuberías transportan agua en las casas y se llevan los residuos, hay estructuras en las membranas de las células que conducen agua hacia dentro y hacia fuera. Eso fue lo que Peter Agre descubrió en 1988. Por su investigación sobre proteínas porosas, compartió el Nobel de Química en 2003.
En forma con el ATP
El principal transportador de energía para las células es el ATP o trifosfato de adenosina. Sin él, no seríamos capaces de mover ni un músculo. Se estima que los humanos adultos metabolizan la mitad de su peso corporal en ATP cada día. En 1997, Sir John Walker compartió el Nobel de Química por mostrar cómo el ATP se sintetiza en las células.
Imagen: Fotolia/Kzenon
Química verde
Los objetivos de la química verde ya no son una utopía gracias al trabajo de Robert Grubbs, Richard Schrock e Yves Chauvin. Los ganadores del Nobel de Química 2005 investigaron un elegante sistema para sintetizar compuestos complejos. Los resultados sirven a fines farmacéuticos, por ejemplo. Así, algunos compuestos orgánicos se pueden utilizar de forma más eficiente, evitando sustancias nocivas.
Imagen: picture-alliance/dpa
La molécula del fútbol
Aunque nunca haya oído hablar del fullereno, seguro que puede dibujar la estructura básica de estas fascinantes moléculas. Piense en un balón de fútbol hecho de pentágonos y hexágonos. Esa es la estructura de los 60 átomos de carbono que conforman el fullereno. Robert Curl, Sir Harold Kroto y Richard Smalley recibieron el Nobel de Química en 1996 por sus descubrimientos sobre estos compuestos.
Salvar la capa de ozono
Nos podemos exponer tranquilamente al sol –siempre protegidos por bloqueador solar– gracias a la capa de ozono de la Tierra, que absorbe la mayoría de los rayos que son perjudiciales. Paul Crutzen, Mario Molina y Sherwood Rowland mostraron los factores que adelgazan la capa de ozono y por ello recibieron el Nobel de Química en 1995.
Imagen: picture-alliance/dpa
Ver el interior del cuerpo
El corazón, el cerebro y los huesos pueden verse con detalle mediante las imágenes conseguidas por resonancia magnética. Es una manera de localizar tumores en el cuerpo, por ejemplo. Por sus contribuciones al desarrollo de esta técnica, Richard Ernst recibió el Nobel de Química en 1991.
Imagen: picture-alliance/dpa
Freír con cuasicristales
La próxima vez que fría usted un huevo, piense en el descubrimiento de Dan Schechtman: los cuasicristales, por los que recibió el Nobel en 2011. Durante mucho tiempo, se rechazó la idea de que los átomos se estructuran en patronos regulares, pero no iterativos, como los mosaicos islámicos medievales. Las propiedades antiadherentes de los cuasicristales rivalizan con los del teflón.