Muere en Alemania exguardia de SS deportado desde EE. UU.
11 de enero de 2019
Un exguardia de las temidas fuerzas de élite alemanas SS que había sido deportado a mediados de 2018 de Estados Unidos a Alemania falleció a los 95 años, informaron hoy las autoridades alemanas.
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El deceso de Jakiv Palij se produjo el miércoles pasado (9.01.2019) en un asilo de ancianos en la localidad alemana de Ahlen, precisaron.
Allí había sido instalado después de que Alemania accediese a un pedido de Estados Unidos de recibirlo en su territorio tras un largo tira y afloja legal. El presidente norteamericano Donald Trump presionó personalmente para que fuese deportado a Alemania.
El que fuera guardia del campo de trabajos forzados en Trawniki, en la Polonia ocupada por la Alemania nazi, vivió en el barrio neoyorquino de Queens durante más de 50 años. En el momento en el que se produjo la expulsión Palij no era ni ciudadano germano ni estaba bajo investigación en este país.
Las causas judiciales contra Palij en Alemania fueron archivadas en 2016 por falta de pruebas que demostrasen que fuera cómplice de los asesinatos perpetrados por los nazis.
Nacido en lo que hoy es territorio ucraniano, Palij emigró a Estados Unidos en 1949 y obtuvo la nacionalidad en 1957 tras ocultar su pasado nazi y mentir a las autoridades migratorias estadounidenses, diciendo que durante la Segunda Guerra Mundial trabajó en una granja y en una fábrica.
En agosto de 2003, un juzgado de Nueva York revocó la ciudadanía estadounidense a Palij por sus vínculos con el nazismo, dejándolo apátrida y sentando las bases para la orden de deportación de 2004.
El juzgado determinó que Palij sirvió en marzo de 1944 en una unidad que perpetró numerosas atrocidades contra civiles polacos, entre otros. No está probado el hecho de que Palij estuviese presente en Trawniki durante la masacre de 6.000 judíos en noviembre de 1943, aunque Estados Unidos así lo asegura. "Sabemos que estaba allí en ese momento", afirmó el pasado martes en Berlín el embajador de Estados Unidos en Alemania, Richard Grenell.
El Ministerio del Interior optó por recibir en territorio germano a Palij tras considerar que estaba en su derecho legal para "proteger intereses políticos de Alemania". Las peticiones en este sentido por parte de representantes de comunidades judías, asociaciones de víctimas, el gobierno de Estados Unidos, senadores y diputados fueron decisivas a la hora de que el Gobierno alemán tomase dicha decisión.
CP (dpa, rtr)
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Pogromo nazi: “La noche de los cristales rotos”
Entre el 9 y el 10 de noviembre de 1938, la Alemania nazi organizó un pogromo antisemita de grandes proporciones. La “Kristallnacht” ha pasado a la historia como un ejemplo de los alcances de la barbarie fascista.
Imagen: Aureliusz M. Pedziwol
En aquella terrible noche de noviembre...
Hordas de alemanes lideradas por paramilitares nazis dieron rienda suelta al racismo que cultivaban en su interior y tomaron las calles en todo el país para destruir las sinagogas y las propiedades de la población judía. Templos como el de esta foto, tomada en Chemnitz, ardieron mientras los judíos eran arrestados y sometidos a humillaciones públicas. Al menos 91 de ellos fueron asesinados.
Imagen: picture alliance
Un acto de barbarie con nombre
Aquellos actos de violencia dirigidos contra la comunidad judía son conocidos bajo nombres como “Kristallnacht” –es decir, “La noche de los cristales rotos”–, la “Noche de los pogromos” o “Pogromos de noviembre”. A ocho décadas de aquel suceso, muchos en Alemania se inquietan, y con razón, al ver arder mezquitas y albergues de refugiados. Tanto la islamofobia como el antisemitismo se intensifican.
Imagen: Getty Images
La excusa de los antisemitas
Se suele decir que los actos de violencia antisemita fueron catalizados por el asesinato en París del diplomático alemán Ernst vom Rath a manos de un judío polaco adolescente llamado Herschel Grynszpan. De ahí que en la Alemania contemporánea sean rechazados los discursos que pretenden juzgar a comunidades completas por los delitos atribuidos a alguno de sus miembros.
Imagen: picture-alliance/Imagno/Schostal Archiv
Indicio de horrores por venir
Tras el anuncio del asesinato de Vom Rath en Francia, la violencia antisemita estalló en algunas ciudades. Al tanto de la situación, Adolf Hitler autorizó verbalmente a su ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, para que iniciara el pogromo. A las SS se les ordenó que permitieran “sólo aquellas medidas que no pusieran en peligro las vidas y las propiedades de los alemanes” que no eran judíos.
Imagen: dpa/everettcollection
¿Ignorancia o indiferencia?
Los nazis describieron los pogromos como la manifestación de una ira colectiva espontánea, no como una operación implementada sistemáticamente. Sigue sin estar claro cómo fueron percibidos los hechos por los alemanes no judíos de a pie. Aunque hay evidencias de que muchos rechazaron la violencia, son demasiados los testigos que guardan silencio o alegan nunca haberse enterado de lo que ocurría.
Los nazis pretendían intimidar a los judíos para que abandonaran Alemania voluntariamente. Apelando a teorías racistas, que hoy siguen teniendo adeptos en el mundo, los exponían al escarnio público mientras los señalaban como seres inferiores. Detrás de todo había también intereses económicos: a los judíos se les cobraba para permitirles salir del país; además, sus propiedades eran confiscadas.
Imagen: gemeinfrei
¿De qué les sirvieron los pogromos a los nazis?
Los judíos que podían abandonar el país de inmediato lo hicieron. Pero la violencia dejó a los nazis mal parados en la prensa mundial y repelió a los alemanes que querían “orden”, pero no a toda costa. Por eso, el antisemitismo estatal adquirió un talante más burocrático, aunque igualmente abominable. Por ejemplo, a los judíos se les obligó a llevar a la vista una estrella de David amarilla.
Imagen: gemeinfrei
Secuelas inmediatas
Después de los pogromos, la jerarquía nazi aplicó una serie de medidas contra los judíos que incluían el pago de tributos para pagar los daños perpetrados durante la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938. Incluso el segundo hombre más poderoso del Tercer Reich en aquel momento, Hermann Göring, comentó: “Yo no quisiera ser un judío en Alemania”.
Imagen: AP
El lugar de la “Kristallnacht” en la historia
En 1938 faltaban todavía dos años para el comienzo del asesinato de judíos por parte del régimen nazi: el Holocausto. Pero hay una línea de continuidad evidente que une a los pogromos con el asesinato sistemático de millones de judíos europeos. En otras palabras, los pogromos fueron el preludio del genocidio.