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Muere en prisión extorturador de jemeres rojos de Camboya

2 de septiembre de 2020

Admitió haber supervisado la tortura y asesinato de unos 16.000 camboyanos cuando dirigía la prisión de Tuol Sleng, la más notoria del régimen.

Kambodscha Kaing Guek Eav
Imagen: Getty Images/Extraordinary Chamber in the Courts of Cambodia

El extorturador Kaing Guek Eav, conocido como "Douch", que dirigió uno de los mayores centros de tortura del régimen de los jemeres rojos de Camboya, murió este miércoles (02.09.2020) a los 77 años, anunció a la AFP un portavoz del tribunal camboyano donde fue condenado a cadena perpetua.

"Murió en el hospital", declaró Neth Pheaktra, sin aportar más precisiones. El jefe de la tristemente conocida prisión de Tuol Sleng fue el primer miembro del régimen ultramaoísta en ser condenado por crímenes de guerra. 

En 2010 se convirtió en el primer condenado por los crímenes de los jemeres rojos, nombre con el que fue conocido el Partido Comunista de Kampuchea, juzgado en un tribunal internacional.

Douch, el jefe de la prisión de seguridad S-21 del régimen de Pol Pot, falleció en el Hospital de la Amistad Jemer-Soviética de Nom Pen a las 00.52 horas (17.52 GMT del martes) mientras cumplía cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad y graves infracciones de los Convenios de Ginebra de 1949, informó más tarde en Twitter Neth Pheaktra. 

Kaing Guek Eav pasó muchos años escondido

Nacido en 1942, Kaing Guek Eav, "Padecía una enfermedad pulmonar desde hacía varios años", precisó a la AFP una fuente que pidió el anonimato. 

El exjefe de Tuol Sleng, o S21, la prisión central de la capital entre 1975 y 1979, fue el primer jemer rojo en ser condenado por crímenes de guerra por un tribunal. En 2010, en primera instancia, se dictó una pena de 30 años de cárcel contra él. Dos años después, en apelación, fue condenado a cadena perpetua. 

Tras haber pasado varios años escondido, el exprofesor de matemáticas fue hallado en 1999 por un fotógrafo irlandés que trabajaba para una oenegé cristiana. 

Ante los jueces, durante el primer proceso, explicó las pilas de documentos hallados en la cárcel tras la caída del régimen, y el proceso al que se sometía a los torturados antes de ejecutarlos en otro lugar a varios kilómetros de allí. 

No obstante, tras estas confesiones, el acusado decidió cambiar de estrategia y dejar de cooperar con la justicia, y pasó a reclamar su liberación, afirmando ser un mero secretario del régimen. 

mg (afp, AP, efe)

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