Mujer y científica: aún peor si se vive en Latinoamérica
14 de junio de 2019
Según cifras de la UNESCO, solo hay dos países en el mundo con más mujeres que hombres en la investigación: Venezuela y Argentina. ¿Cómo interpretar estos datos?
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Los hombres siguen siendo mayoría en la ciencia. Así lo demuestran losúltimos datos de la UNESCO sobre la inversión de los distintos países en investigación y ciencia. Es una situación que afecta a todos los Estados del mundo, sea cual sea el porcentaje del PIB que dedican a este sector y el número de investigadores por millón de habitantes que tengan.
El desglose por sexos lo deja bien claro: incluso los países que más invierten en este sector tienen menos mujeres científicas. "La razón es el sexismo. La cultura de las instituciones académicas no está basada en la excelencia sino en el nepotismo”, dice a DW la socióloga experta en feminismo Capitolina Díaz. "Los amigos apoyan a los amigos y los hombres prefieren a otros hombres”, continúa. Dos investigadoras suecas, Christine Venneras y Agnes Wold, demostraron esta afirmación en un artículo titulado Nepotism and sexism in peer-review, en el que revisaron los datos del centro público que subvenciona la investigación en Suecia. Sus conclusiones fueron claras: para que las mujeres alcanzaran la misma posición que un hombre, necesitaban por promedio más de dos puntos en su currículum que los hombres.
El efecto tijera
"Esa situación refleja el machismo estructural de la vida académica”, asegura Díaz. "Además, la intensidad del trabajo en las universidades dificulta la presencia de las mujeres en los niveles superiores de investigación si tienen hijos. La vida científica está organizada alrededor de la idea del hombre al que le resuelven la vida doméstica”, sentencia. El estudio Equal opportunities in the postdoctoral phase in Germany? corrobora a la experta: no puede darse la igualdad de oportunidades si no se tienen en cuenta las diferencias por sexo en cuanto a conciliación familiar y laboral.
Y así es como se llega al conocido como "efecto tijera”: en las primeras etapas universitarias hay un mayor número de mujeres, pero, según se va ascendiendo en responsabilidades y cargos, aumenta el número de hombres. Es decir, hay muchas mujeres en las aulas y como becarias y pocas en la cúspide académica y científica.
Argentina y Venezuela: ¿dos excepciones?
La situación se agrava en Latinoamérica porque hay menos recursos para la ciencia. "Y los procedentes de la empresa privada ponen condiciones más duras para las mujeres”, apunta Díaz. "En Latinoamérica sigue siendo muy importante la idea de que los hijos son de la madre y ella es la que debe cuidarlos. Los padres son menos corresponsables de los hijos que en Europa. Eso dificulta mucho la profesionalización de las mujeres, que suelen quedarse en los niveles más básicos”, explica la experta.
Las cifras de la UNESCO señalan a Argentina y Venezuela como los dos únicos países del mundo con un mayor número de mujeres que de hombres en la investigación. ¿Cómo interpretar estos datos? "Creo que no son fiables”, dice Capitolina Díaz. "En Venezuela, el sistema está devastado. Aunque no tanto como allí, en Argentina la ciencia también resultó muy dañada durante el período de Macri”.
Premio "Princesa de Asturias” para Sandra Myrna Díaz
La razón que explica la mayoría de mujeres en la ciencia en Argentina es metodológica y atribuible de nuevo al "efecto tijera”: los datos contemplan a todas las investigadoras, incluyendo posgraduados y posdoctorados, niveles en los que sigue habiendo muchas mujeres. "Pero, en Argentina, hay campos científicos en los que no hay ni una sola mujer en el puesto de catedrática”, asegura Díaz.
Con una situación así, la experta celebra la reciente concesión del Premio Princesa de Asturias a la científica argentina Sandra Myrna Díaz. "Aparte de su excelente currículum, es mujer, todavía joven y de un país del sur. Además tiene una visión global y ecológica de los fenómenos que estudia y hace la conexión entre ecología y mujeres”, concluye Díaz.
(cp)
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Grandes mujeres de la Ciencia
A lo largo de los años, han sido muchas las científicas que han hecho escuela con sus descubrimientos. Muchas veces, se han lucido a pesar del sexismo arraigado también en este campo del conocimiento humano.
La canadiense Donna Strickland es la tercera mujer en recibir el Nobel de Física, después de Marie Curie (1903) y Maria Goeppert-Mayer (1963). Lo recibió junto con el francés Gérard Mourou y el estadounidense Arthur Ashkin. La tarea de la investigadora es desarrollar el láser ultrarápido, que se aplica a millones de cirugías de la vista o en los stents metálicos para el corazón.
Imagen: Reuters/P. Power
Nobel por emular la evolución biológica
Frances H. Arnold es la ganadora del Nobel de Química 2018, junto a George Smith y Gregory P. Winter, por los avances en el desarrollo de proteínas a partir del aprovechamiento del poder de la evolución. Al enterarse de que había ganado el Nobel, dijo que habrá "una oleada de premios Nobel de Química para mujeres". Frances Arnold es la quinta mujer en la historia que logra el Nobel de Química.
Imagen: Reuters/P. McCarten
¿Una fuente celular de la juventud?
La australiano-estadounidense Elizabeth Blackburn ganó el Nobel de Fisiología/Medicina en 2009 por su trabajo sobre los telómeros, una capa protectora que se encuentra al final de nuestros cromosomas. Blackburn codescubrió la telomerasa, que permite que las células se dividan, lo que aparentemente influye en el envejecimiento y podría tener aplicaciones en la lucha contra el cáncer.
Imagen: picture-alliance/dpa/S.Merrell
Injusticia astronómica
El 1967, la física norirlandesa Jocelyn Bell Burnell descubrió una señal que latía a ritmo regular. Detectada por un radiotelescopio, fue apodada "hombrecillo verde 1". Resultó no ser un mensaje ET, sino una estrella de neutrones que giraba a gran velocidad, el primer "púlsar" en ser detectado. En 1974, su supervisor ganó el Nobel por ese descubrimiento. Bell Burner, en cambio, no fue galardonada.
Imagen: Getty Images/AFP/M. Cizek
Los secretos de la insulina
La bioquímica británica Dorothy Hodgkin fue contemporánea de Franklin, y ambas compartieron sus conocimientos. Hodgkin desarrolló técnicas en cristalografía que permitieron dar una idea de las estructura biomolecular, por lo que ganó el Premio Nobel de Química en 1964, convirtiéndose en la tercera mujer en lograrlo. Cinco años después de ganar, Hodgkin descifró la estructura de la insulina.
Imagen: picture-alliance/dpa/Leemage
La 'dama de las células'
Rita Levi-Montalcini (Italia, 1909) vio cortada su carrera por leyes que prohibían a los judíos trabajar en la academia. Sin dejarse amedrentar, instaló un laboratorio en su casa y estudió las fibras nerviosas en los embriones de pollo. Tras la guerra, trabajó en St. Louis, donde aisló el factor de crecimiento nervioso en tejidos cancerosos. Compartió el Nobel por ello en 1986 con Stanley Cohen.
Imagen: picture-alliance/maxppp/Leemage
Descubriendo la vida de los chimpancés
La primatóloga británica Jane Goodall es considerada la mayor experta mundial en chimpancés y ha pasado décadas estudiando el comportamiento social y las interacciones familiares en estos primates del Parque Nacional Gombe Stream en Tanzania. Como puso nombres a los animales, se ganó las críticas de quienes la acusan de antropomorfizar a los sujetos de estudio.
Imagen: picture alliance/Photoshot
Desenrollando la doble hélice
Rosalind Franklin nunca recibió el Nobel, aunque muchos creen que debió ser galardonada. La biofísica fue una cristalógrafa cuyo trabajo (suyas son las imágenes por difracción de rayos X que revelaron la forma del ADN) permitió a James Watson y Francis Crick descubrir la doble hélice, por lo que ganaron el Nobel. Al momento en que fue entregado el premio, Franklin había muerto de cáncer.
Imagen: picture-alliance/HIP
Gigante en dos campos
Marie Curie fue la primera mujer en ganar un Premio Nobel. Y no solo eso: fue la primera persona en ganarlo dos veces. Nacida en Varsovia en 1867, vivió en Francia desde 1891. Curie compartió el Premio Nobel de Física de 1903, por un trabajo sobre la radiación, con su esposo, Pierre, y el físico Henri Becquerel. Luego, en 1911, ganó el Nobel de Química por descubrir el radio y el polonio.
Imagen: picture alliance/United Archiv
La hija del poeta y un nuevo lenguaje
Nacida en 1815, Ada Lovelace era hija del poeta Lord Byron. Talentosa, escribió, a mediados del siglo XIX, las instrucciones para el primer programa computacional. Fue la primera persona en darse cuenta de que las conmputadoras, aún una mera abstracción, tenían el potencial de ir más allá de los cálculos matemáticos. Es conocida por su trabajo sobre la "máquina analítica" de Charles Babbage.