Mucha gente se ha visto seriamente afectada por la crisis del coronavirus e incluso ha perdido su empleo. Otros, en cambio, han ganado mucho dinero. ¿Es eso justo?
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En cada crisis, hay gente que gana dinero. ¿Quiénes se han beneficiado de la crisis del coronavirus? Hace unos meses, una mascarilla costaba muy poco. Ahora se puede conseguir una por tres euros, hecha, eso sí, por una costurera, que de otro modo no tendría trabajo alguno. Pero, si en la farmacia cobran más por una mascarilla que antes de la crisis, ¿es eso moralmente reprochable?
Una razón del aumento de precio radica simplemente en que no había suficientes mascarillas. Y, cuando la demanda supera a la oferta, suben los precios. Que hayamos tenido que importar mascarillas precisamente de China, no es culpa de la costurera ni del farmacéutico.
Buen olfato
Por lo demás, los verdaderos ganadores no son ni las costureras ni las farmacias. Los superganadores ya eran ricos desde antes. En la mira están figuras como el jefe de Amazon, Jeff Bezos, el multimillonario Elon Musk, Steven Ballmer, de Microsoft, el magnate inmobiliario John Albert Sobrato, el fundador de Zoom, Eric Yuan, al igual que Joshua Harris, de Apollo Global Management, y Rocco Commisso, de Mediacom.
El Instituto de Estudios Políticos, uno de los grandes laboratorios de pensamiento de Washington, publicó hace poco un reporte, en el que los nombres de esas personas figuran como ejemplo de que los ricos se vuelven cada vez más ricos, precisamente en la actual crisis.
Los buenos y los malos
Algunos analistas intentan diferenciar entre ganadores "buenos" y "malos". Florian Rötzer escribe en el portal alemán de internet Telepolis sobre el hombre más rico de Singapur, según Bloomberg. Li Xiting, cofundador de Mindray, una empresa fabricante de aparatos médicos, aumentó en mil millones de dólares su fortuna en solo un mes. Mindray produce, entre otras cosas, respiradores, y recibe actualmente pedidos de más de un centenar de países.
Otros no tienen tan buena imagen. Porque, como Amazon, se benefician del confinamiento que hace padecer a muchos millones de personas. O, como Microsoft y Zoom, ganan dinero gracias al teletrabajo que se nos ha impuesto, ofreciendo herramientas de videoconferencias. O porque sus ganancias explotan debido a que negocian con propiedades que se vuelven cada vez más caras en Silicon Valley. El reproche tácito es que no hacen nada bueno por la sociedad. En lugar de altruismo, se les achaca soterradamente mero afán de lucro.
Por otra parte, muchos supermillonarios donan actualmente mucho dinero, y no lo ocultan. Queda claro pues que no basta con señalar con el dedo a los beneficiarios de la pandemia. El asunto es demasiado complejo.
Injusticias sistémicas
En Estados Unidos, cerca de 50 millones de personas han perdido desde mediados de marzo su trabajo. En el mismo lapso, la fortuna de los multimillonarios estadounidenses aumentó en un 10 por ciento, o 282 mil millones de dólares, según Telepolis.
¿Y qué pasa en Europa? Si aquí se fabrican demasiado pocos productos médicos, desde mascarillas hasta respiradores, y se depende de importadores, ¿cómo tomarles a mal que quieran ganar dinero en estas circunstancias?
El hecho de que aquel que ahora gana una cantidad increíble de dinero –porque encargamos de todo para que nos lo envíen a casa– haya perfeccionado la fórmula para no tener que pagar los impuestos adecuados en Alemania, no es óptimo. Pero la responsabilidad se le puede atribuir al Sr. Bezos tanto como a nuestra propia negligencia.
(ers/few)
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Coronavirus: cuando la emergencia nos vuelve creativos
La crisis desatada por el nuevo virus ha hecho que muchas personas extremen los recursos para enfrentar de la mejor manera el nuevo escenario en el que tendremos que acostumbrarnos a vivir.
Imagen: JF Group GmbH
Quiero pasta a la boloñesa, pero con plexiglás
El plexiglás también es protagonista en este restaurante de Milán. El "Gaga Café" separó con paredes de plástico transparente a los comensales y a las mesas de los pasillos, para evitar posibles contagios. Pese a todas las medidas, la mascarilla igual es obligatoria, aunque hay que quitársela para beber o comer, eso es evidente.
Imagen: picture-alliance/dpa/C. Furlan
Disfrutando de la cena en el invernadero
En algunos lugares ya la gente puede salir a cenar en restaurantes, después de varias semanas de estar impedida de ello. En el centro cultural Mediamatic, de Ámsterdam, los clientes pueden comer, al menos momentáneamente, en los cinco pequeños invernaderos instalados para evitar al virus. El concepto ha sido bien recibido y todas las mesas están reservadas hasta fines de junio.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/P. Dejong
El sueño del mar
Sentarse a orillas del mar y mirar las olas: muchos turistas piensan que esa es la mejor sensación de las vacaciones. En tiempos de coronavirus, la gente que antes se sentaba sobre la arena, ahora debe quedarse en casa. Por eso las ventas de muebles para balcones y jardines han aumentado, según los vendedores. El lema es: si no puedes sentarte en la playa, entonces siéntate en el jardín.
Imagen: picture-alliance/dpa/S. Schuldt
Peluquerías llenas, aunque sin café
Después de una pausa forzada de seis semanas, este peluquero de Essen recibe a sus primeros clientes. Pero las cosas han cambiado: ahora las mascarillas son obligatorias, un panel de plástico transparente separa los lavaderos y se acabó el café para acompañar la espera. A los clientes parece darles igual: en muchas peluquerías las reservas están agotadas.
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Dar el "sí" ante 30 autos
¿Quién dijo que no podían celebrarse matrimonios en tiempos de coronavirus? En un autocine de Düsseldorf, en Alemania, esta joven pareja se atrevió a dar el sí ante decenas de invitados, que escucharon la ceremonia en la radio de sus automóviles. Tras la oficialización del matrimonio, hicieron sonar sus bocinas. Fue la primera boda de este tipo en el país, pero hay más en carpeta.
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Aplausos en silencio
También artistas como el comediante Bülent Ceylan han recurrido a los autocines, con bastante éxito. En Viernheim, Alemania, el Festival Car-Watch llenó el estacionamiento del Rhein-Neckar-Zentrum. No todos están contentos: los bocinazos de los automovilistas ya provocan malestar entre los residentes. Por ello, este espectador eligió una forma de expresión menos escandalosa.
Imagen: picture-alliance/dpa/U. Anspach
Islas negras en la oficina
Así podrían ser las oficinas del futuro: las marcas negras en el piso muestran la zona a la que ningún compañero de trabajo puede ingresar, para así mantener la distancia necesaria (2 metros) y evitar contagios. Tras los monitores, el plexiglás ofrece protección adicional. El problema es que, para lograr lo que logró esta empresa de Ámsterdam, se requiere mucho espacio.
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Esperar en fila y ordenados
No solo dentro de los edificios se debe mantener la distancia, al menos por los próximos meses. En una estación de metro de Niza, en Francia, está marcado en el piso dónde debe esperar cada pasajero. Medidas similares se han tomado en distintos lugares del mundo. Por desgracia, estas señales no evitan las aglomeraciones al abordar el tren.
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Pistas para peatones
También en las calles comerciales de Dinamarca las personas deben respetar ciertas normas. O deberían hacerlo. En Aalborg, por ejemplo, los peatones deben actuar como si fueran vehículos y siempre avanzar por la derecha. De esta forma se evita que haya encuentros demasiado cercanos. Está por verse si esto servirá para que la gente lo respete.
Imagen: Reuters/H. Bagger
La vida depende de una botella
En la muy poblada ciudad de Hong Kong la distancia entre uno y otro es tan estrecha que todo sirve para protegerse, incluso una botella recortada, que evita la llegada a la cara de cualquier salpicadura proveniente de la boca de otro ciudadano. No se sabe si es cómodo, pero sin duda es un invento creativo y barato.
Imagen: AFP/A. Wallace
Control seguro de la puerta
Mantener la distancia es una cosa, evitar las infecciones por contacto es otra diferente. Muchas personas abren las puertas con los codos o con las manos cubiertas con la manga, pero ese lujo solo pueden dárselo los que tengan mucho control sobre sus extremidades. Este abridor de puerta evita que se toque el picaporte con la mano, y resuelve el problema.
Imagen: JF Group GmbH
Orinar, también desde lejos
El distanciamiento debe respetarse incluso en los baños. O al menos así lo decidieron en este baño público de Bruselas, donde se optó por la seguridad total y se bloqueó los urinarios para que la gente haga sus necesidades a distancia.