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Mundial al son de las vuvuzelas

4 de mayo de 2010

En Sudáfrica, resulta inimaginable un partido de fútbol sin vuvuzelas. El sonido de estas especies de trompetas o cornetas alargadas anima la fiesta en las graderías. Pero no todos aprecian este ruidoso instrumento.

Las vuvuzelas marcan el ritmo en los estadios.Imagen: dpa

Suenan un poco como el barritar de un elefante enamorado, o como el bramido de un toro enloquecido, por lo menos para los oídos de los extranjeros. Pero, en Sudáfrica, los hinchas del fútbol no pueden concebir un partido sin vuvuzelas. Las delgadas cornetas son parte del espectáculo. “El fútbol africano es ruidoso, especialmente en Sudáfrica, y nosotros somos gente ruidosa. Por eso, las vuvuzelas representan algo único sudafricano”, opina Clinton Currie, un apasionado del fútbol, residente en Johannesburgo.

El negocio de las vuvuzelas

Clinton Currie: un emprendedor.Imagen: Katrin Gänsler

Cada vez que tiene tiempo, acude al estadio con su hijo, llevando obviamente una vuvuzela. Currie tuvo su primera corneta hace doce años. En ese entonces, la apariencia del instrumento no era en absoluto llamativa. Por eso, este hombre de negocios decidió fundar la Vuvuzela Branding Company, hace aproximadamente un año. “Las vuvuzelas era de un solo color, nadie les pegaba adornos. Por eso me surgió la idea de mandar a imprimirlas”. Su idea tuvo éxito.

Curri tendrá mucho trabajo hasta que se dé el pitazo inicial del Mundial de fútbol. Junto con sus empleados, se propone imprimir colores y motivos en cerca de un millón de vuvuzelas. En la mayoría de los casos, las cornetas llevarán los colores de la bandera de Sudáfrica. Otras tendrán banderas de Estados Unidos, Holanda y Australia.

Pequeñas obras de arte

Un souvenier apreciado.Imagen: Katrin Gänsler

En el Cabo de Buena Esperanza no existen sólo vuvuzelas de plástico, ideales para llevarlas al estadio. Estas cornetas también pueden ser verdaderas obras de arte, ya sea que se las haya recubierto de perlitas o que estén pintadas a mano.

Theresa Granger vende ejemplares particularmente bellos en una tienda de recuerdos ubicada en la Longstreet, en Ciudad del Cabo. Semanalmente vende unas 20 unidades. Las vuvuzelas de plástico monocromáticas cuestan aproximadamente el equivalente a seis euros. Pero las de colección, adornadas por ejemplo con perlas, pueden llegar a costar hasta 100 euros. Según cuenta la vendedora, los más entusiastas compradores son en estos momentos los brasileños.

¿Proscritas de los estadios?

¿Podrá la gente seguir llevando sus vuvuzelas al estadio? Reiteradamente se ha criticado que su sonido es muy estridente y amilana a los equipos europeos. Sin embargo, en la oficina de la Fifa en Johannesburgo se asegura que las vuvuzelas son parte del Mundial y tendrán cabida en los estadios. Theresa Granger considera que eso es muy importante y afirma: “No se las puede prohibir. Son el aspecto sudafricano del Mundial de fútbol”.

Y también son parte de la historia sudafricana. Su origen no está del todo claro, pero se dice que los precursores de la actual vuvuzela fueron cuernos de kudú, un antílope africano. Con ellos se llamaba, por ejemplo, a reuniones de vecinos en los pueblos. Más tarde se fabricaron cornetas de latón, hasta que los hinchas del fútbol decidieron utilizarlos en la década del 90. Hoy están presentes en todos los partidos y animan el ambiente.

Pese a todo, Clinton Currie cree que el estrépito no serán tan grande en los partidos mundialistas como en los de la liga local. “A diferencia de los sudafricanos, los hinchas extranjeros no saben bien cómo tocar una vuvuzela”, explica. Pero asegura que también los turistas podrán aprender: “Se requiere una cierta técnica y al primer intento de seguro no saldrá sonido alguno, pero si se practica, seguro que resulta”.

Autora: Katrin Gänsler

Editor: Pablo KUmmetz

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