Arte en lugar de guerra
24 de octubre de 2011 “La guerra es un acto de violencia”, se puede leer en un cartel electrónico a la entrada del museo. La cita es del historiador militar Carl Philipp Gottlieb von Clausewitz y data de 200 años atrás.
A través de un portal se ingresa a un anexo del edifico del antiguo museo, diseñado por el arquitecto estadounidense de origen polaco Daniel Libeskind, autor, entre otras obras, del Museo Judío de Berlín y del One World Trade Center en Nueva York ( en construcción). Libeskind incrustó una enorme cuña de acero en el antiguo palacio donde tiene su sede el museo, que desde 1897 alberga colecciones de las FF. AA. La primera fue una muestra del arsenal real, luego, durante la II Guerra Mundial, el Museo del Ejército de la Wehrmacht y, más tarde, el Museo de las FF. AA. de la República Democrática de Alemania.
Desde la reunificación alemana, el Museo de Historia Militar de Dresde pertenece a la Bundeswehr. Y su remodelación representa también una cesura con un claro mensaje de hay que atreverse a cambiar. La muestra se distancia de la pura presentación de objetos de guerra –desde simples armas hasta imponentes tanques- y pasa a ocuparse de otra dimensión: la de los matices de la guerra y sus raíces y consecuencias sociales.
Amor, odio y guerra
Simple, pero ejemplificador y en blanco y negro, el prólogo del artista multimedia Charlse Sandison espera al visitante no bien atraviesa la entrada al museo. En una instalación de video, el amor y el odio luchan uno contra el otro. Proyecciones de las palabras “love” y “hate” circulan, multiplicándose, en blanco y negro sobre una de las paredes. A veces, cantidades de “love” rodean a “hate”. Otras, “hate” desplaza a “love”. Luego, ambas parecen formar el bosquejo de un cuerpo humano y, al final, explotan en mil pedazos. El mensaje del museo de Dresde es que la guerra también implica miedo, tanto el de los soldados como el de la población civil.
En otra de las instalaciones caen desde el techo 23 bombas de diferentes países y épocas sobre los visitantes. Un búnker con capacidad para albergar a una sola persona se erige en medio de ese espacio. La atmósfera es oprimente. De pronto, a un par de metros de la instalación de las bombas, una luz enceguecedora ilumina el lugar, y en una de las paredes aparece la imagen del hongo atómico de Hiroshima. Por unos segundos, la sombra de los espectadores se graba a fuego sobre el frío cemento. Una instantánea del horror nuclear.
Miedo y destrucción en multimedia
El recorrido por el museo lleva al visitante por cuatro pisos a través de tres grandes épocas de la historia del Ejército alemán, ordenadas cronológicamente: desde la Baja Edad Media, pasando por las dos nefastas guerras mundiales, hasta el presente de la Bundeswehr, incluyendo sus actuales misiones en el extranjero.
En la nueva concepción arquitectónica del Museo Militar de Dresde se destaca el amplio abanico que abarca la historia de la cultura, el arte y las instalaciones multimedia que escenifican la guerra y la destrucción. Según el director del museo, el coronel Matthias Rogg, “No se pretende mostrar una historia clásica de la guerra. Exponemos el rol de las FF. AA. en el Estado y en la sociedad, y lo contextuamos económica, social, cultural y hasta espiritualmente”, explica Rogg.
El ejército y sus soldados
En el nuevo Museo de Historia Militar de Dresde se relata la historia de la guerra de modo impactante, tanto la de guerras internacionales como la de los más espantosos crímenes de la historia alemana: el Holocausto. En un escaparate cuelgan, uno junto al otro, zapatos de personas asesinadas en campos de concentración. En total, en el museo se exhiben más de 10.000 piezas, distribuidas en una superficie de 13.000 metros cuadrados. Se trata de una exposición que refleja los cambios que se ha producido a lo largo del tiempo en las FF. AA. de Alemania y está pensado como un aporte para transportar esos cambios a la sociedad actual, generando experiencias que perduren en la memoria del espectador. Y la muestra no deja de lado las misiones actuales en el extranjero. En una de las salas se puede ver un tanque que fue objeto de disparos en Afganistán hace algunos años. Los soldados que viajaban en él tuvieron suerte en sobrevivir el ataque de los talibanes.
La Bundeswehr necesita soldados
Matthias Rogg señala que no es fácil detallar cómo se ha transformado la Bundeswehr,desde el servicio militar obligatorio hasta el voluntario. Es un proceso de cambio nada fácil de representar. A pesar de eso, el director del museo tematizó las misiones alemanas en Afganistán, en el Cuerno de África y en los Balcanes y espera abrir así nuevos espacios para la reflexión. “Nuestra intención es generar nuevos impulsos y mostrar que la historia de la Bundeswehr se puede contar de otra manera”, dice. Y quien la conoce de otra forma, tal vez también llegue a pensar de otra forma. ¿Podría ser también un aliciente para que los jóvenes entiendan mejor a las FF. AA. y se interesen por formar parte de ella? “Eso nos alegraría mucho”, dice Matthias Rogg.
Autor: Ronny Arnold/ Cristina Papaleo
Editor: Pablo Kummetz