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Navegar de incógnito

11 de agosto de 2005

Hablando de anonimato en Internet, muchos piensan en la protección de sus datos en compras electrónicas. Otros en no dejar rastro de los contenidos que buscan. Por ejemplo, páginas pornográficas.

Internet: "se acabó la privacidad".Imagen: AP

"Muchos debates sobre Internet en estos momentos plantean la idea del efecto de Internet sobre la privacidad y sobre la capacidad de control de nuestra vida íntima a través de Internet", explica el sociólogo y experto en comunicación Manuel Castells. Cabe distinguir entre dos elementos, "la relación gobiernos-ciudadanos y la relación privacidad-Internet".

En este segundo plano, hablar de privacidad en Internet resulta una contradicción en términos. "¿Privacidad en Internet? Olvídese de eso. Usted ya ha perdido su privacidad para siempre." Estas palabras no fueron rescatadas de alguna hemeroteca "antisistema". Fueron formuladas por Scout McNealy, el presidente de Sun Microsystems. La mayoría de los conocedores del tema coinciden con esta declaración espectacular.

El engaño con la pornografía

Los contenidos pornográficos, por lejos los más populares en Internet, reflejan la falsa percepción de anonimato. El éxito de las páginas de pornografía en Internet se debe precisamente a la sensación que puede transmitir la intimidad del hogar para navegar libremente sin que nadie sepa lo que uno hace. Nada más lejos de la realidad.

Cada computadora tiene asignado un nombre de usuario, una identificación para una hipotética red y un código único. En cuanto nos conectamos a Internet, ofrecemos esta información de manera abierta. Como su propio nombre indica ("net" es "red" en inglés), Internet es una red en la que cada punto tiene un número asignado, así también la computadora en la que lee este artículo.

La red está inundada de programas rastreadores que ofrecen una radiografía exacta de nuestro comportamiento en Internet, los temas que buscamos, nuestras preferencias y gustos. Esta información se puede utilizar para fines relativamente inofensivos, como la publicidad, peor también para diseñar estrategias políticas, advierten los expertos.

Buscando anonimato

En tiempos recientes han comenzado a surgir programas gratuitos que prometen el anonimato al navegar. Para que "desaparezcan todas las trazas que los navegadores" o bien para "mandar un email absolutamente anónimo a tu peor enemigo", dicen sus lemas publicitarios.

Irónicamente, la falta de anonimato al visitar contenidos pornográficos podría fomentar un mercado de programas que permitan el anonimato para quienes lo necesitan porque de lo contrario peligra su seguridad o vida, como disidentes políticos o activistas de derechos humanos. Casos menos extremos se refieren simplemente a nuestros intereses personales y de cómo protegerlos de los programas rastreadores de nuestros bancos, las aseguradoras o toda clase de negocios que buscan el ideal del "consumidor transparente".

Estos programas todavía son gratuitos. Pero según Castells, "la gente se está dando cuenta de que hay un problema mucho más profundo que el control de los gobiernos sobre la libertad de expresión, y es la desaparición de la privacidad a través de un mundo en el que vivimos conectados a la red".

La respuesta de momento es gratuita y la ofrecen, por ejemplo, instituciones como la Universidad Técnica de Dresde, en el este de Alemania. Naturalmente que la motivación del sistema JAP no radica en ayudar al consumo de pornografía. "Se trata de garantizar la seguridad de los datos personales mientras se navega", explica el profesor Andreas Pfitzmann.

El sistema es sencillo: las direcciones de las computadoras, los llamados IP, son reemplazados por otros códigos al ser desviados por el servidor JAP, de manera que un rastreo a la computadora de origen ya no es posible. Especialmente usuarios de Alemania, los EE.UU. y de Irán usan este sistema alemán.

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