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Navidad en octubre y alerta militar: la doble cara de Maduro

8 de octubre de 2025

Aparentar normalidad en medio de una intensa movilización militar en Venezuela, o proclamar una prosperidad tan ficticia como festejar la Navidad en octubre: no es incoherencia, es estrategia, comenta Ramón Cardozo.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció que las celebraciones navideñas comenzarían en octubre, dos meses antes de la temporada tradicional.Imagen: Federico Parra/AFP/Getty Images

Mientras Estados Unidos mantiene un amplio despliegue aeronaval en el Caribe —donde reportes recientes señalan que se han destruido cinco embarcaciones con drogas presuntamente provenientes de Venezuela— y Donald Trump evalúa una segunda fase de su estrategia antinarcóticos, Nicolás Maduro moviliza las fuerzas armadas y firma un decreto de "conmoción exterior" —cuyo contenido no se conoce aún— para preparar a su régimen ante un eventual conflicto externo.

Al mismo tiempo, como si la tensión militar no existiera, Maduro adelanta la Navidad y comienza los festejos lanzando fuegos artificiales desde El Helicoide, el centro de detención y torturas más simbólico de la dictadura. El régimen celebra "un año bueno y bonito, de avance en todas las áreas", mientras la dura realidad del venezolano común es un empobrecimiento cada día más profundo. 

Aparentar normalidad en medio de una intensa movilización militar; asociar la Navidad con un emblemático centro de detención y tortura, negando la tragedia de lo que allí sucede; proclamar una prosperidad tan ficticia como festejar la Navidad en octubre: no es incoherencia, es estrategia. El régimen construye deliberadamente una segunda realidad destinada a desplazar, en la conciencia del venezolano, la realidad que padece el país.

Venezuela, el país con la inflación más alta del mundo

La narrativa oficial del régimen de Maduro —que celebra la consolidación, en 2025, de una economía diversificada y en crecimiento, con 17 trimestres consecutivos de expansión económica y un crecimiento del 7,71 % del PIB en el primer semestre de 2025— contrasta significativamente con los análisis de expertos independientes, las proyecciones de organismos internacionales como el FMI y, lo que es más relevante, con la experiencia cotidiana de los venezolanos.

Maduro se ufana de que, desde 2021, la economía venezolana encadena una racha de crecimiento ininterrumpido. Sin embargo, como ha denunciado en varias oportunidades el economista José Guerra, el Banco Central de Venezuela (BCV) ocultó las cifras del PIB durante el colapso económico de 2019-2021 y, posteriormente, publicó solo tasas de variación porcentual, sin revelar las bases reales sobre las cuales se calculan. Esta manipulación de los datos alimenta la ilusión estadística de un "crecimiento robusto" que, en realidad, no se traduce en una recuperación significativa de la economía venezolana.

Lejos de una verdadera recuperación, Venezuela enfrenta hoy una acelerada espiral inflacionaria, que desmiente la narrativa oficial. En un contexto de opacidad estadística —donde el régimen oculta o manipula sistemáticamente los datos oficiales—, el economista Guerra, con base en fuentes secundarias, nacionales e internacionales, estima que "la tasa de inflación anual en septiembre de 2025 se situó en torno al 370 %". Esta cifra supera con creces la proyección del Fondo Monetario Internacional (FMI) en su informe Perspectivas Económicas Mundiales (de abril de 2025), que calculaba la inflación venezolana para el cierre de este año en 254 %, la más alta del mundo.

Nicolás Maduro movilizó las fuerzas armadas y firmó un decreto de "conmoción exterior", casi al mismo tiempo que adelantó la Navidad para octubre.Imagen: Jeampier Arguinzones/dpa/picture alliance

Continúa la brutal depreciación del bolívar

La aceleración de la inflación ocurre al unísono con una brutal depreciación del bolívar. Según los datos oficiales del BCV, entre enero y octubre de este año, el tipo de cambio oficial pasó de 52,03 a 185,39 bolívares por dólar, lo que representa una depreciación de la moneda del 71,9 % en solo nueve meses. Esta caída responde a la política del BCV de devaluaciones diarias de la moneda —conocida como crawling peg— implementada desde septiembre de 2024, cuando, ante la escasez de divisas y la creciente brecha cambiaria con el mercado paralelo, el BCV decidió abandonar el anclaje cambiario.

Sin embargo, pese a la política de "ajuste controlado", la brecha cambiaria no solo persiste, sino que se amplía. Mientras el tipo de cambio oficial del BCV se ubica actualmente en 185,39 Bs/USD, la paridad del USDT (Tether) en la plataforma Binance —cotización de la stablecoin en el mercado P2P más usado en Venezuela— oscila entre 290 y 298 Bs/USD; la diferencia equivale a una brecha entre 55 % y 60 % sobre la tasa oficial.

En una economía dolarizada de facto —aunque la mayoría de las transacciones se realizan en bolívares—, la amplia brecha entre el tipo de cambio oficial y el del mercado persona a persona, sin intermediario centralizado, impacta de forma directa la vida cotidiana. En muchas empresas y comercios, y sobre todo en la economía informal, la referencia operativa es el tipo de cambio no oficial (USDT P2P), no la tasa del BCV.

La Cámara de Comercio de Maracaibo, en su comunicado del 30 de septiembre de 2025, advirtió que la diferencia entre la tasa BCV y la no oficial "se ha duplicado" en seis meses. El documento agrega que, ante el acceso limitado a divisas al tipo oficial, las empresas —especialmente pymes— se ven obligadas a operar con tipos de cambio superiores, lo que encarece costos de producción y precios al consumidor, y genera incertidumbre, desincentivos a la inversión, escasez de bienes y servicios, e inflación.

Además, la Cámara marabina subraya que "el ciudadano común es el más afectado" porque las transacciones en la economía informal y sectores populares se rigen por tasas no oficiales, elevando el costo de vida.

Se profundiza la destrucción de la capacidad adquisitiva del venezolano

La espiral inflacionaria y la caída sostenida del bolívar han provocado que los ingresos de la inmensa mayoría de los venezolanos resulten totalmente insuficientes para cubrir sus necesidades básicas.

El salario mínimo legal en Venezuela se mantiene congelado en 130 bolívares desde marzo de 2022, lo que equivale a aproximadamente 0,88 USD según la tasa cambiaria oficial de octubre. En el caso del sector público, este monto se complementa con dos bonos especiales que suman 160 USD, pagados en bolívares al tipo de cambio oficial, aunque sin impacto en las prestaciones sociales. De esta forma, el ingreso mínimo integral asciende a unos 161 USD mensuales.

Dicho ingreso representa solo el 22,63 % del costo de la canasta básica para una familia de tres personas, la cual se ubicó en 710 USD en el segundo trimestre de 2025, de acuerdo con cálculos del Observatorio de Gasto Público del Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad (CEDICE). Esto significa que una familia promedio requeriría el equivalente a 4,41 ingresos mínimos integrales para poder cubrir sus necesidades básicas de alimentación, vivienda y vestimenta.

Así se despliega la doble realidad de Maduro: de un lado, la tragedia de millones de venezolanos cuyos ingresos se evaporan a diario, incapaces de costear ni siquiera una cuarta parte de la canasta básica; del otro, un poder que, en pleno octubre y en medio de una alta tensión militar, adelanta la Navidad y enciende fuegos artificiales desde un emblemático centro de torturas para celebrar una "economía en auge" que existe solo en el relato oficial.

(rml)

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