Unos 350 nazis o simpatizantes desfilaron, por primera vez en doce años, frente al 'cementerio del soldado' de Halbe en memoria de los casi 20.000 soldados y civiles muertos allí en abril de 1945, poco antes de acabar la segunda guerra mundial.

La marcha, primera desde 1991, fue autorizada la víspera por la Audiencia Territorial de Francfort pese a las recomendaciones de la Policía, que envió 1.200 agentes al camposanto para garantizar la calma y evitar altercados con posibles manifestantes de izquierda, que al final resultaron ser unos cuatrocientos. La manifestación transcurrió sin incidentes y, según la Policía, los manifestantes respetaron las limitaciones impuestas por la Audiencia, entre ellas la prohibición de entrar en el cementerio, portar banderas, símbolos o pancartas, proferir consignas y tocar o cantar marchas militares.

Halbe, a unos 40 kilómetros al sur de Berlín, pasó a la historia por ser uno de los últimos focos de resistencia hitleriana al avance del Ejército Rojo sobre Berlín. Según los historiadores, pese el significado que quieren darle los neonazis, en Halbe reposan agresores y víctimas, pues además de los soldados que defendían la plaza, oficiales de las SS y miembros de las juventudes hitlerianas, también están enterrados civiles, desertores y enemigos pendientes de ejecución, muchos de ellos ucranianos.