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Netanyahu se encuentra en un callejón sin salida

Peter Philipp
22 de noviembre de 2019

La situación se vuelve cada vez más difícil para el primer ministro israelí, y no solo en el plano político. Peter Philipp opina que su última opción podría ser formar una gran coalición.

Imagen: Getty Images/AFP/G. Tibbon

"¡Investiguen a los investigadores!" pidió el jueves (21.11.2019) el primer ministro israelí. Un Netanyahu rebosante de de autocompasión criticó a la Justicia y a las fuerzas de seguridad que lo han llevado a su actual situación. A pesar de que, durante toda la vida "luché por el país y fui incluso herido”, la Justicia y la Policía se empeñan desde hace tiempo en "hacerme daño” con nuevas investigaciones. Pero así, lo que consiguen es, sobre todo, "perjudicar al Estado”. "Lo que aquí está ocurriendo es una especie de golpe de Estado, pero, por más que mi familia y yo suframos por ello, estoy decidido a seguir sirviendo al país”. 

Apenas habían transcurrido 24 horas – esto también prueba, para Netanyahu, su teoría de la conspiración -, desde que el líder israelí de la oposición, Benny Gantz, del partido centrista "Azul y Blanco” y principal rival de Netanyahu, desistiera de formar gobierno, y la opinión pública ya empezaba a acostumbrarse a la nueva situación, cuando el Fiscal general, Avichai Mendelblit, abría un nuevo capítulo. Nuevo, aunque ya desde más de un año se sabía lo que podía ocurrir: el procesamiento formal del primer ministro israelí, que desde hace casi un año funge como primer ministro en funciones. La Fiscalía anunció acusaciones contra Netanyahu por fraude, abuso de confianza y cohecho. 

¿El fin de la era Netanyahu?

Peter Philipp fue durante muchos años corresponsal en Israel. Imagen: DW

De repente, quedó olvidado el tema que había ocupado hasta el momento los principales titulares de los medios: en lugar de discutir la cuestión sobre si habría nuevas elecciones y, en caso afirmativo, cuándo –serían las terceras en 12 meses- la cuestión ahora era cómo y de qué manera concluiría la era Netanyahu y qué vendría después de él. Netanyahu ha gobernado Israel durante los períodos comprendidos entre 1996 y 1999, y desde 2009 hasta ahora.

En realidad, con el fracaso de los intentos de formar una coalición, da comienzo un plazo de tres semanas, durante el cual, cualquiera de los diputados del Parlamento israelí podría recibir por parte del presidente, Reuven Rivlin, el encargo de formar gobierno si consigue el apoyo de al menos 61 de los 120 diputados que conforman la cámara. Si ello no fuera posible, la "Comisión del Parlamento” debe convocar nuevas elecciones. Hasta ahí bien, si no fuera porque actualmente no hay "Comisión del Parlamento”, porque, tras el fracaso de Netanyahu en la formación de gobierno tras las elecciones de abril de 2019, se fijó una nueva cita electoral para septiembre y los parlamentarios solo lo son en funciones, al igual que el Gobierno de Netanyahu solo lo es en funciones.  

El proceso contra Netanyahu no facilita precisamente las cosas. Se ha discutido sobre el tema una y otra vez, pero ninguno de los protagonistas tiene una solución practicable. Netanyahu trató de eludir el proceso a través de la inmunidad, pero esta estrategia tiene pocas perspectivas de éxito, porque, para ello, sería necesaria una ley que un Parlamento en funciones no puede aprobar. Y menos todavía si su único propósito es proteger a un primer ministro acosado por la Justicia.

¿Gran Coalición como salida?

Mientras Netanyahu y Gantz negociaban sobre una posible formación de gobierno, tal vez podría haber habido una salida. El presidente Rivlin había recomendado a ambos formar una gran coalición de gobierno. Rivlin argumentó que, en ese caso, Netanyahu podía quedarse en principio como primer ministro, y retirarse si se abría un proceso contra él, traspasando entonces el poder a su sustituto, Gantz. Si el veredicto era de culpabilidad, Netanyahu tendría que dimitir, mientras que si era declarado inocente, podría volver al cargo de primer ministro.

Pero esa posibilidad no fructificó, porque tanto Netanyahu como Gantz tenían, cada uno, sus propios planteamientos. Quizá una coalición así podría seguir siendo una solución práctica: por una vez, la política israelí podría encontrar un tono más moderado, después de que, en los últimos tiempos, hubiera cada vez más acusaciones mutuas de "racismo” e incluso de "antisemitismo”. Además, la política debería tal vez encontrar una postura más moderada, después de que las medidas del Gobierno de Netanyahu se volvieran, con el apoyo de Washington, cada vez más extremas en lo referente a la política de asentamientos y al derecho internacional. Finalmente, una coalición de ese tipo supondría una forma de impedir que Netanyahu hiciera un uso impropio de un conflicto militar para continuar con su mandato, tal y como prevé una ley. Tales conflictos, lo sabe todo el mundo, pueden estallar rápidamente en Cercano Oriente en cualquier momento: hoy en Gaza, mañana en Líbano o en Siria. O también en Irán.

(ms/cp)

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