Niñas fueron lanzadas a EE. UU. desde la valla fronteriza
1 de abril de 2021
La CBP informó en un comunicado que un agente vio "a un traficante lanzando a dos menores por una barrera fronteriza de 14 pies de alto".
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Dos niñas ecuatorianas de tres y cinco años fueron lanzadas sobre la valla de cuatro metros que marca la frontera entre Estados Unidos y México en medio de la noche, donde fueron rescatadas por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés), según trascendió este miércoles (31.03.2021).
"El martes en la noche un agente en Santa Teresa que utilizaba una cámara tecnológica observó a un traficante lanzando a dos menores por una barrera fronteriza de 14 pies de alto (4 metros)", informó la patrulla fronteriza en un comunicado. El operador de la cámara alertó a agentes de un retén que se dirigieron a la remota localidad donde ocurrió el incidente.
Las niñas fueron transportadas a una estación de CBP en Santa Teresa, en Nuevo México, para ser evaluadas por personal médico y luego fueron llevadas a un hospital que las dio de alta. Actualmente, ambas están en custodia del organismo. "Estoy consternada por la forma en la que los traficantes arrojaron vilmente a menores inocentes de una barrera de 14 pies la noche pasada", dijo la jefa de la sección fronteriza de El Paso, Gloria Chávez.
Chávez señaló que los agentes estadounidenses están trabajando con las autoridades en México para identificar a los responsables. "Si no fuera por la vigilancia de nuestros agentes utilizando tecnología móvil, estas dos hermanas de muy tierna edad habrían quedado expuestas a las rudas condiciones del desierto durante horas", agregó la funcionaria.
Estados Unidos registra un fuerte aumento en las llegadas a la frontera de personas migrantes, principalmente centroamericanas que dicen huir de la pobreza y la violencia en sus países, con un promedio reciente de casi 500 niñas y niños no acompañados que cruzan cada día.
El Gobierno del presidente Joe Biden enfrenta crecientes presiones para gestionar la situación en la frontera y albergar a la niñez no acompañada. Según estadísticas oficiales, el 30 de marzo, el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) tenía a su cuidado 12.918 niñas y niños migrantes, mientras que CBP albergaba a 5.285.
ama (afp, ap, kcbd, el paso times, albuquerque journal)
¿Qué pasa con los inmigrantes cuando salen de los centros de detención de Estados Unidos?
Cada día, cientos de inmigrantes son liberados de los centros de detención estadounidenses después de haber cruzado con éxito la línea que separa al país más poderoso del mundo con una región en crisis.
Imagen: DW/J. Jeffrey
Libres por ahora
Los autobuses llegan a lo largo del día a la estación de McAllen, Texas, con inmigrantes liberados de los centros de detención de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE) a los que se les permitió permanecer en EE. UU. mientras se procesan sus casos. Entre octubre de 2018 y marzo de 2019, unos 268.000 inmigrantes fueron detenidos en la frontera, según las autoridades fronterizas estadounidenses.
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Entregados a voluntarios
Una vez fuera del autobús de Seguridad Nacional, los inmigrantes esperan que un agente los entregue a un voluntario de las Caridades Católicas del Valle del Río Grande (CCRGV). Debido al gran número de familias que cruzan la frontera y la magnitud de la crisis humanitaria que agobia al gobierno de EE. UU., organizaciones civiles ayudan a los inmigrantes en la frontera entre Texas y México.
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Caos organizado
En el Centro de Ayuda Humanitaria de CCRGV, las personas pueden comer y bañarse antes de viajar con los que los recibirán mientras esperan las audiencias de la corte de inmigración. Hasta 800 inmigrantes llegan al centro cada día. "Ninguna de las partes políticas de EE. UU. parece tener una respuesta", dice Brianna Trifiletti, una ayudante. "La solución tiene que venir de América Central".
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Largo camino por delante
Los inmigrantes son devueltos a la estación una vez que obtienen un boleto de autobús. Aquí, la voluntaria Melanie Domínguez usa un mapa del país para indicar a los inmigrantes, muchos de los cuales solo hablan un idioma indígena, donde necesitan cambiar de autobús. "Es ocupado pero también es gratificante, ya que fui inmigrante una vez", dice. "Siento que es mi lugar estar aquí".
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Los números detrás del muro
Al este de McAllen hay un larguísimo muro construido en la década de 2000. En ese entonces, el número de inmigrantes detenidos en la frontera, en su mayoría hombres solteros, eran 81.550 por mes en promedio. Ahora son 32.012 por mes y el dilema es diferente, ya que los que vienen son en su mayoría familias inmigrantes con niños pequeños, que son más difíciles de detener y procesar.
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Río de muerte
"Cada semana escucho sobre otro ahogado" en el río Bravo, dice Jennifer Harbury, quien trabaja con personas que huyen de la violencia en Centroamérica. "Una madre le pagó a contrabandistas para que la llevaran a ella y sus tres hijos en una balsa. Su hija de dos años cayó al agua luego de una turbulencia. 'No nos detenemos en medio del río', dijo el hombre de la balsa mientras el niño se hundía".
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Medidas de Estados Unidos para limitar el flujo de migrantes
En el lado mexicano del puente International Gateway, que une a las ciudades de Matamoros y Brownsville, los inmigrantes revisan listas que indican el orden en el que las personas podrán cruzar y acercarse al lado estadounidense. Esta es una de las muchas políticas nuevas introducidas por la Administración Trump que muchos argumentan contravienen las leyes de asilo internacionales y de EE. UU.
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Migrantes económicos vs. solicitantes de asilo
En otro puente, una madre e hija nicaragüenses esperan poder solicitar asilo. Uno de los debates es que si los que vienen deben obtener asilo, que es para los que huyen de la persecución y no de las dificultades económicas. "Tenía un trabajo como ingeniero civil, pero igual vine", dice Erving (27), de Nicaragua. "Estamos huyendo de la violencia, no se trata de encontrar trabajo".
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La esperanza se mezcla con el miedo
De vuelta en la estación de autobuses de McAllen, Valeria, de 9 años y de Honduras, espera el autobús que la llevará a ella y a su familia al norte. Los inmigrantes tienden a estar de buen humor una vez que han descansado y han sido alimentados en el centro de CCRGV. "Pero todavía hay miedo", dice una mujer hondureña. "No sé si después de mi audiencia en la corte podré quedarme o me deportarán".