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Niños sin derechos

6 de octubre de 2009

Desde hace 20 años existe la Convención sobre los Derechos del Niño. Sin embargo, su implementación continúa siendo muy precaria. Es hora de que ello cambie.

Niños en el depósito de basura "La Chureca", Nicaragua.Imagen: AP

Toda persona tiene los mismos derechos y libertades sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Así reza la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de 1948. Pero quienes la formularon se olvidaron de un elemento: la edad.

Por ello, hace 20 años, en noviembre de 1989, esa Declaración de Derechos Humanos fue complementada con una Declaración Universal para los menores de 18 años, más de un tercio de la población mundial: la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Convención sobre los Derechos del Niño.

Niño en Escuintla, Guatemala.Imagen: dpa

Los cuatro principios fundamentales de la Convención son la no discriminación; la dedicación al interés superior del niño; el derecho a la vida, la supervivencia y desarrollo; y el respeto por los puntos de vista del niño.

Helga Kuhn, portavoz del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), explica por qué fue imprescindible esa Convención: “Los niños no son pequeños adultos. No pueden hacer todo lo que los adultos pueden. Necesitan de una protección especial. Y de esa protección son responsables los mayores. Por ello fue necesario fijar que los niños tienen derechos propios y velar por que sean respetados.”

Niños en Lusaka, Zambia.Imagen: dpa

La Convención establece esos derechos en 54 artículos y dos Protocolos Facultativos. Define los derechos humanos básicos que deben tener los niños y niñas en todas partes: el derecho a la supervivencia, al desarrollo pleno, a la protección contra influencias peligrosas, los malos tratos y la explotación, y a la plena participación en la vida familiar, cultural y social. Entre los numerosos tratados y acuerdos internacionales firmados desde la fundación de la ONU en 1945, la Convención sobre los Derechos del Niño es la que está en primer lugar, por lo menos en el papel.

Falta la ratificación de EE. UU. y Somalia

“La Convención sobre los Derechos del Niño es la convención que más rápidamente ha sido ratificada y por el mayor número de Estados. Salvo Estados Unidos y Somalia, todos los demás Estados la han ratificado, es decir, que allí rige.

Su implementación, sin embargo, es otra cosa: “Por un lado la conciencia de las violaciones de los derechos de los niños ha aumentado. Hoy es considerado delito que los niños sean utilizados en guerras, objeto de abusos sexuales o de explotación laboral. Pero son problemas que para nada se han solucionado y en los que tenemos que seguir trabajando”, resalta Kuhn.

Niños soldados en el Congo.Imagen: dpa

En los veinte años transcurridos desde la aprobación de la Convención, las formas particularmente extremas de violación de los derechos de los niños han aumentado en varias regiones del mundo en lugar de disminuir. Ello vale sobre todo para la explotación de los niños a través de la pornografía, la prostitución y otras formas de violencia sexual. Las posibilidades globales de comunicación y difusión que ofrece Internet han facilitado considerablemente ese tipo de crimen y dificultan combatirlo. No obstante, muchos Estados no toman siquiera las medidas que sería posible implementar incluso en ese entorno difícil.

Protocolos Complementarios, ratificados sólo por un tercio de los países

Para la lucha contra el reclutamiento de niños para la guerra, el tráfico de personas, la prostitución y la pornografía se han acordado en el ínterin dos Protocolos Complementarios. Pero éstos han sido ratificados hasta ahora por menos de dos tercios de los Estados.

El número de niños y niñas soldados ha aumentado mucho en África desde el fin de la Guerra Fría. De acuerdo con datos de la ONU, en África hay actualmente unos 120.000 niños soldados; en conjunto en 36 países del mundo, su número se estima en 300.000. Cifras exactas naturalmente no existen. Muchos niños se transforman en adultos durante las largas y sangrientas guerras civiles. Muchos son matados, sin que nadie tome nota de ello.

El ugandés Olara Otunnu, hasta 2005 Representante Especial de la ONU para la cuestión de los niños y los conflictos armados, estima que entre 1990 y 2000 cayeron en combates dos millones de niños soldados, seis millones quedaron inválidos y diez millones han sufrido serios disturbios psíquicos.

Claramente perjudicados están los niños en la lucha contra el sida. Así lo prueba un estudio publicado a fines de septiembre de 2009 por la UNICEF, la OMS y el Programa de la ONU contra el SIDA. En el estudio se constata que niños infectados con sida reciben por lo general menos asistencia médica que los adultos, a pesar de, por presión de UNICEF, se han desarrollado medicamentos contra el sida específicos para niños.

Los niños y la crisis económica

No obstante, también hay buenas noticias. La explotación laboral y los trabajos forzados de niños y jóvenes se han reducido en los últimos años, sobre todo en algunos países asiáticos. La actual crisis económica está amenazando, sin embargo, ese avance.

Helga Kuhn subraya: “Los derechos de los niños son violados frecuentemente, particularmente en aquellos países en que tampoco los derechos humanos en general son muy respetados. Los niños necesitan especial protección y por ello tenemos una obligación de asegurar que los efectos de la crisis económica, que azota sobre todo a los países más pobres, no castigue particularmente a los niños.”

No es para menos: uno de cada dos niños en el mundo carece de cosas tan elementales como agua potable, un techo, una escuela, suficientes alimentos. Es hora de que ello cambie.

Autores: Andreas Zumach, Pablo Kummetz

Editora: Claudia Herrera Pahl