Niños tailandeses rescatados ingresan a monasterio budista
24 de julio de 2018
Once niños y su entrenador de fútbol rescatados de una cueva del norte de Tailandia iniciaron por la mañana las ceremonias para entrar en un monasterio budista.
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A primera hora de este martes, el grupo se unió a los bonzos del templo Phra That Doi Wao, en la norteña provincia de Chiang Rai, en una serie de ritos y ofrendas espirituales, que continúa con los ritos de purificación, donde se afeita el pelo de los futuros monjes
Los actos terminarán este miércoles en otro recinto religioso de la región, donde permanecerán hasta el próximo 3 de agosto, informó en un comunicado el gobierno provincial.
Semejantes rituales son típicos antes de entrar al monasterio. Que adolescentes y adultos jóvenes vivan por un tiempo en un monasterio no es algo muy inusual en el país, donde la mayoría de los casi 70 millones de habitantes profesa la fe budista.
Agradecimiento por el rescate
Las familias de los rescatados prometieron que los niños entrarían en el monasterio una vez fueran rescatados para agradecer su regreso y en honor al buzo voluntario fallecido, Samar Kunan.
El otro niño rescatado, Adul Sam-on, pertenece a una minoría étnica cristiana procedente de la vecina Birmania, por lo que no participó en los ritos.
Las operaciones de salvamento para los chicos, de entre 11 y 16 años, y su entrenador, de 26, causaron una gran expectación en todo el mundo y son motivo de orgullo nacional en el país.
ER (efe, dpa)
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Atrapados y rescatados con éxito
En Tailandia, rescatistas tratan de sacar a los doce niños y su entrenador de la cueva donde están atrapados. A menudo, los atrapados han tenido que soportar durante mucho tiempo. Acá seis ejemplos de rescates exitosos.
Imagen: picture-alliance/dpa
"El milagro de Lengede"
En 1963, aguas fangosas irrumpieron en el pozo de mineral de hierro de Mathilde, en Baja Sajonia, enterrando a 129 mineros. Muchos pudieron escapar en un día. Once mineros esperaron dos semanas a una profundidad de 62 metros hasta que fueron rescatados con bombas Dahlbusch, un dispositivo de rescate especial. 29 mineros murieron. La dramática operación de rescate fue filmada por muchos.
Imagen: picture-alliance/dpa
Cientos de ayudantes de cinco naciones
Johann Westhauser es un espeleólogo con experiencia que exploró varias veces la cueva de Riesending en los Alpes bávaros. En 2014, viajaba con dos colegas a una profundidad de 1.000 metros, cuando la caída de una roca lo hirió gravemente. Tras doce días y una compleja operación de rescate, fue rescatado con una lesión cerebral traumática. Solo el transporte a través de la cueva tomó una semana.
Imagen: picture-alliance/dpa
Dos meses bajo tierra
En 2010, todo el mundo viró hacia el desierto de Atacama, en Chile, cuando 33 mineros quedaron enterrados a una profundidad de 700 metros en una mina de cobre y oro. Los mineros estuvieron completamente aislados del mundo exterior durante dos semanas. Después de 69 días, la cápsula de rescate Fénix (una versión avanzada de la bomba Dahlbusch) los transportó a la superficie de la tierra.
Imagen: picture-alliance/dpa
Suministro a través de perforaciones
Durante 36 días, cuatro mineros tuvieron que perseverar en una mina colapsada en el condado de Pingyi, en el este de China. Los equipos de rescate perforaron cuatro agujeros a través de los cuales bajaron comida, agua y ropa a 220 metros. Sucedido a principios de 2016, los mineros fueron finalmente rescatados en una cápsula a través de túneles de acceso a la superficie.
China ha sido notoria por los frecuentes accidentes de minas: las minas a menudo están aseguradas inadecuadamente. En 2011, 22 de 26 trabajadores fueron rescatados de una mina en Qitaihe, al noreste de China, luego de permanecer bajo tierra durante una semana.
Imagen: Getty Images/AFP
Desastre histórico
Un minero vuelve a ver la luz tras estar atrapado 26 días; unos días antes, el rescate de 13 mineros ya había sido considerado todo un milagro. En un principio, se salvaguardaron tomado agua de infiltración y comiendo carne de caballo. El accidente, ocurrido en 1906, en Courrières, norte de Francia, es considerada la peor catástrofe minera de Europa. 1099 personas murieron, incluidos muchos niños.