Está en manos de Daniel Ortega que Nicaragua retome la senda democrática, o que se hunda en una espiral de violencia y muerte, opina Yoani Sánchez.
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Con las carreteras cortadas, las universidades convertidas en barricadas o en improvisadas enfermerías y una cifra de al menos 156 personas que han perdido la vida en las protestas que estallaron en abril pasado, Nicaragua es hoy una nación a la espera de la decisión que debe tomar un solo hombre. Daniel Ortega tiene entre sus manos la posibilidad de permitir que el país retome la vía democrática o que se hunda en una espiral de violencia y muerte.
La Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia de Nicaragua, que aglutina a amplios sectores, ha convocado un paro nacional para el próximo jueves con el objetivo de exigir el fin de la "represión". Otro de los objetivos de esta convocatoria es reclamar la reanudación del diálogo, que permita poner fin a la crisis sociopolítica que vive el país.
La huelga se suma a otras tantas señales que ha recibido Ortega en las últimas semanas del rechazo de los nicaragüenses hacia el Gobierno que conforma junto a su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo. Sin embargo, el antiguo guerrillero sandinista cree ser el único hombre capaz de conducir al país centroamericano hacia un futuro luminoso que solo existe en sus delirios. Se considera una especie de ungido irremplazable.
De sus aliados y mentores latinoamericanos, al estilo de Fidel Castro y Hugo Chávez, Ortega aprendió a aferrarse al poder costara lo que costara. La silla presidencial es para él no solo un puesto desde el que controla cada detalle de la vida nacional, sino también una fortaleza que lo protege de la ley. Mientras se mantenga dentro de palacio estará a salvo, piensa. Un error que cometieron muchos de los caudillos de opereta que han gobernado en América Latina.
Retener el más alto cargo del país y no pactar a tiempo su renuncia puede ser la peor de las decisiones que Daniel Ortega ha tomado en toda su larga vida política. Las protestas han tocado una fibra emocional en millones de nicaragüenses, especialmente entre los más jóvenes. Muchos de ellos, convertidos en improvisados combatientes callejeros, intuyen que no hay vuelta atrás y que permitir la continuidad del orteguismo se traducirá en una sentencia de cárcel o de muerte.
Ese fervor revolucionario con el que una vez el sandinismo contó y la mística social que lo encumbró hacia el poder está ahora en mano de sus adversarios. Ortega no cuenta con el apoyo que nace de la pasión ideológica ni mueve en el pueblo el entusiasmo de antaño. Esa conexión se rompió irremediablemente y la represión que ha desatado contra los manifestantes ha terminado por desmoronar la poca ascendencia que le quedaba ante los nicaragüenses.
Cada hora que pasa, cada segundo que el caudillo no negocia su salida de la presidencia, lo acerca a un final más violento.
En Managua, un hombre adicto al poder se refugia en su testarudez sin querer reconocer que si opta por ceder el poder y retirarse, cuando todavía es posible, salvaría innumerables vidas, incluyendo la suya.
Autora: Yoani Sánchez, desde La Habana (cp)
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Nicaragua: imágenes de la sangrienta represión
Desde el 18 de abril de 2018, el país centroamericano vive una oleada de protestas sangrientamente reprimidas por el Gobierno de Daniel Ortega. Una mirada a las imágenes de la violencia que sacude al país.
Imagen: AFP/Getty Images
Brutal represión a la protesta pacífica
El 18 de abril de 2018, un movimiento espontáneo de estudiantes se lanzó a las calles de Managua para protestar pacíficamente contra una reforma que aumentaba las cuotas al Seguro Social. La brutal reacción de la Policía y de grupos de choque del Gobierno hizo que las manifestaciones se extendieran, en la mayor rebelión cívica en los 11 años de Gobierno del presidente Daniel Ortega.
Imagen: AFP/Getty Images
La protesta se extiende
El 19 de abril, la Policía disuelve con gases lacrimógenos y balas de goma y de plomo una protesta estudiantil frente a la Universidad Nacional Agraria. Se reportan tres muertos y decenas de heridos. Las protestas se extienden a 11 ciudades y se suspenden las clases en todos los niveles de la educación.
Imagen: picture alliance/AP Photo
Rechazo internacional
La vicepresidenta y primera dama, Rosario Murillo, acusa a los universitarios de estar "manipulados" por "minúsculos grupos tóxicos". Los hechos violentos ocurridos en el país reciben el rechazo mundial.
Imagen: imago/Agencia EFE
Asesinato del periodista Ángel Gahona
Desconocidos asesinan al periodista nicaragüense Ángel Eduardo Gahona, que cubría una protesta en la ciudad de Bluefields. Todavía no están esclarecidas las circunstancias de su muerte.
Imagen: picture-alliance/AP/E. Felix
"Caminata por la paz"
El 22 de abril, Ortega anuncia la derogación de la reforma al seguro social y confirma su disposición al diálogo. Un día después, miles de personas participan en la "Caminata por la Paz", en la mayor movilización no partidista de las últimas décadas. A diferencia de otras manifestaciones, los activistas del Gobierno y la Policía se mantienen alejados de la zona.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/A. Zuniga
Movimiento 19 de abril
El recién creado Movimiento 19 de Abril (M19A, formado por estudiantes) anuncia su disposición de asistir a un diálogo con el Gobierno, bajo garantías de su seguridad. Piden que cese el uso de la fuerza policial, indemnizar a las familias de los fallecidos y la aparición con vida de unos 60 jóvenes desaparecidos.
Imagen: Reuters/J. Cabrera
Más marchas pacíficas
El 26 de abril hubo una segunda gran marcha en Managua para pedir paz y justicia. Fue convocada por la Iglesia católica y asisten a ella millares de capitalinos y de campesinos llegados desde el sur del país.
Imagen: Reuters/O. Rivas
"Madres de abril" nicaragüenses
El 10 de mayo, decenas de miles de personas participan en una tercera marcha pacífica contra el Gobierno, organizada por estudiantes y la sociedad civil. Surge el movimiento de mujeres "Madres de abril" para apoyar a familiares de fallecidos.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/A. Zuniga
Más protestas, más represión
El 11 de mayo, el Gobierno se declara "listo" para el diálogo. Por la noche, ataques de paramilitares a dos universidades de Managua dejan un muerto y 11 heridos. Un día después, fuerzas de choque apoyadas por policías antimotines atacan a manifestantes en la ciudad de Masaya. Los enfrentamientos se saldan con un muerto y un centenar de heridos.
Imagen: picture alliance / Alfredo Zuniga/AP/dpa
Invitación a la CIDH
El 13 de mayo, el Ejército de Nicaragua toma distancia de Ortega y declara que no reprimirá protestas sociales. Además, declara su apoyo a un diálogo nacional. Por su parte, el Gobierno invita formalmente a la CIDH a visitar Nicaragua. La Conferencia Episcopal convoca para el inicio del dialogo nacional el 16 de mayo.
Imagen: Reuters/O. Rivas
Un diálogo con interlocutores silenciosos
El 16 de mayo se instala el diálogo nacional. Estudiantes y representantes de la sociedad civil exhortan a Ortega a "ordenar el cese de la represión" y a retirarse del poder. El mandatario justifica la actuación gubernamental.
Imagen: Reuters/O. Rivas
Diálogo...y más represión
Prosiguen las sesiones de diálogo y continúa la represión. El informe de la CIDH confirma 76 muertos, mientras que el de Amnistía Internacional habla de 83 víctimas mortales.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/M. Castillo
Sangrienta "Madre de todas las marchas"
La "madre de todas las marchas" terminó el 30 de mayo con un tiroteo en el que se reportaron once muertos y varios heridos. El ataque ocurrió mientras las mujeres que perdieron a sus hijos en manifestaciones contra Ortega agradecían a cientos de miles de nicaragüenses haberlas acompañado en la caminata con motivo del Día de las Madres.