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"Colombianos no necesitan más odio, sino más oportunidades"

José Ospina-Valencia
4 de mayo de 2017

En el simposio “Postconflicto: memoria histórica y reconstrucción de la paz”, en Fráncfort, DW entrevistó a una de las figuras más respetadas en la política de Colombia: el exguerrillero y senador Antonio Navarro Wolff.

Deutschland Antonio Navarro Wolff, kolumbianischer Parlamentarier der Grünen Allianz
Imagen: DW/J. Ospina-Valencia

DW: ¿En qué estado está el cumplimiento del Acuerdo de Paz en Colombia?

Antonio Navarro Wolff: A final de mayo se cumple el plazo para la entrega de armas de las FARC, que entregarán a Naciones Unidas unas 7.000 armas. Habrá un plazo para que la guerrilla entregue las armas que tiene en "caletas”, los depósitos escondidos. Por parte del Gobierno, se ha hecho el 50% de las tareas jurídicas.

¿Cuáles temas componen la otra mitad?

 La Ley de tierras, reforma política, la posibilidad de que las FARC desarmadas funden un partido político, una representación por dos períodos en Cámara y Congreso y el comienzo de los procesos de Justicia Transicional que buscarán sacar a la luz toda la verdad posible sobre los crímenes cometidos por todos los agentes del conflicto.

El último reporte del Monitor del Cese el Fuego Bilateral concluye que la paz es "irreversible”. ¿Qué tan cierto es?

Las FARC pasaron ya el punto de no retorno. Tomaron la decisión de convertirse en un partido político y lo están formando.

Pero tan fácil no parece ser el camino de las FARC a la democracia...

 Así es. El senador Álvaro Uribe, líder del partido Centro Democrático, ha advertido que si su partido gana las elecciones parlamentarias y presidenciales de 2018, va a eliminar dos cosas fundamentales para la participación democrática de la guerrilla: quiere que los jefes de las FARC no puedan ser elegibles, y que las penas que paguen incluyan privación efectiva de la libertad.

 ¿No son estos dos elementos fundamentales para el cumplimiento del Acuerdo de Paz?

Un acuerdo de paz es el desarme de un grupo armado con la perspectiva de que pueda hacer política y compita con ideas. Y para que las FARC pueda hacer política, sus jefes deben resolver sus casos jurídicos. Pero hasta las elecciones hay un buen trecho y el uribismo no tiene otro tema fuera del odio a las FARC. Los colombianos tienen otras preocupaciones...

Antonio Navarro Wolff. en un simposio en Fráncfort.Imagen: DW/J. Ospina-Valencia

 ¿Como la de que Colombia se va a convertir en otra Venezuela si algunos exguerrilleros participan en política? Usted que fue guerrillero debe saberlo muy bien... ¿cuándo va a llegar el "castrochavismo” a Colombia?

Eso es una leyenda. Yo no veo oportunidad de que eso pase. Aunque las FARC han mejorado su imagen en los útlimos meses, mantienen un 80% de opinión desfavorable, que va a perdurar por mucho tiempo. Lo que hay es una manipulación del insoportable caos venezolano que los colombianos ven en los medios todos los días, en favor de un partido político en Colombia.

Entonces, ¿cuáles son los temas relevantes de la campaña política que, prácticamente, ya ha empezado?

La agenda debe ser dominada, no por el uso del miedo creado, sino por la lucha contra la corrupción, la inconformidad con las políticas sociales del Gobierno de Santos, el mal manejo de la economía, como lo demuestra la persistencia en la minería extractiva, por ejemplo. Las causas y las propuestas a soluciones a estos problemas son las que debemos poner en la agenda para el próximo gobierno.

¿Qué tan real es la oportunidad de que en Colombia fuerzas democráticas alternativas rompan 150 años de la hegemonía del poder que se han repartido las élites conservadoras y liberales?

Los alternativos tenemos, en efecto, la oportunidad de gobernar, si somos capaces de aglutinarnos, si interpretamos bien lo que la gente necesita, si no anteponemos los egos a la causa. Tres son, por ahora, las figuras más destacadas: Sergio Fajardo, Claudia López, de mi partido Alianza Verde, y Jorge Robledo.

Usted, después de entregar las armas, fue elegido como constituyente. Otrora alabada como ejemplar, la Constitución de Colombia parece necesitar reformas.

Se le han hecho reformas. Lo que pasa es que hay una brecha entre la letra y la realidad. Lo que falta son gobiernos que la apliquen y hagan cumplir su precepto central: construir un verdadero Estado social de derecho.

 

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