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"No" la Europa de tus abuelos

Cristina Burack
22 de mayo de 2019

La UE necesita reformar su desigual sistema electoral y dar a sus ciudadanos una verdadera voz como europeos, opina la periodista de DW Cristina Burack.

Senioren
Imagen: picture-alliance/imageBroker

Cuanto más viejo se hace mi abuelo, más se sumerge en sus recuerdos. Sentado en su sofá, evoca que ya no existe, pero que sigue definiéndole hasta hoy.

Ha visto mucho desde que nació en un pueblo de Castilla hace 92 años: una sangrienta guerra civil, 36 años de dictadura, una transición hacia la democracia que fue cualquier cosa menos sencilla y la entrada de España a la antecesora de la Unión Europea, la Comunidad Europea.

Escucharle hablar sobre los otros europeos me hace recordar lo lejos que ha llegado Europa. Para él, los italianos son "gente mala” que Mussolini mandó a España para combatir del lado de Franco. Y Alemania es una "nación guerrera”, aunque también con "ingenieros listos”, que prestó su poder tecnológico militar a la dictadura española.

Estos calificativos inquebrantables pueden sonar alucinantes para mí, una estadounidense-españolan que vive en Alemania con pareja francesa. Esa es, sin embargo, la Europa que él vivió. Y yo me alegro de que la Europa de hoy no sea ya esa que dejó una huella tan marcada en él.

Un sistema electoral desigual

No obstante, a pocos días de unas elecciones al Parlamento Europeo que podrían marcar un giro decisivo en el futuro próximo, no puedo evitar preguntarme lo que Europa necesitaría hacer para convertirse en el lugar que quiero para mis nietos, que sentirán varios rincones del continente como su hogar.

Quiero que sean capaces de tener una voz política como europeos a través de la representación democrática a nivel europeo, ya que superar los desafíos de Europa depende de ciudadanos que estén políticamente implicados más allá de las fronteras nacionales.

Ahora mismo, los ciudadanos de los Estados miembros de la UE no tienen de verdad una voz como europeos, solo como nacionales. De hecho, solo la mitad de los encuestados en cada uno de los 28 países que integran el club comunitario sentían que su voz contaba en el bloque, según una reciente encuesta.

Puede que el Parlamento Europeo sea la única institución europea elegida directamente, pero sus diputados son seleccionados a través de un sistema que los divide de acuerdo con sus nacionalidades.

No todos los votos pesan lo mismo, sino que el sistema favorece a los países más pequeños. Cada uno tiene sus propias normas sobre cómo un partido puede presentarse y, una vez lo hace, sobre si los electores deciden entre listas fijas de candidatos o tienen más flexibilidad para hacer su elección.

Ocho países de la UE tienen un umbral mínimo de votos que un partido tiene que superar para lograr escaños en el Parlamento. El resto no. En la República Checa, no puedes votar si vives en el extranjero y votar no es obligatorio. En Bélgica es completamente al revés.

Es necesaria una reforma

Estas son solo algunas de las desigualdades estructurales que atrapan a los votantes europeos en categorías nacionales desde el momento en que se disponen a ir a las urnas.

Cristina Burack, editora y periodista de DWImagen: Bilal El Soussi

La UE necesita introducir listas electorales paneuropeas, de forma que los partidos puedan apelar al corazón de los individuos como europeos, no solo como daneses o suecos. Las proporciones de representación también deberían ser reformadas, de forma que todos los votos acaben contando lo mismo. Los procedimientos electorales deberían ser los mismos en todos los países, de forma que haya igualdad de elección.

Por su parte, el presidente de la Comisión Europea, el líder ejecutivo de la Unión, debería ser elegido directamente por los votantes, en vez de ser necesario el apoyo de los gobiernos de los Estados miembros, lo cual no tiene por qué reflejar la opinión de los votantes.

Gobiernos nacionales en aprietos

Al no haber abordado estos errores, los Gobiernos de las capitales han fracasado a la hora de ir más allá de las buenas palabras sobre el proyecto común y hacer algo en la dirección de una verdadera representación europea. Paradójicamente, ellos son los primeros interesados en avanzar en ese camino, si quieren garantizar la supervivencia de la democracia en Europa.

Cuanto más tiempo contengan estas reformas, más sufrirá el sentimiento de una democracia europea. Y, en consecuencia, el sentimiento democrático en general. En un contexto de auge del populismo, esto es algo que Europa no se puede permitir.

La reforma no borrará del mapa a los populistas, pero reforzará la identificación europea a nivel comunitario, socavando la imagen de que Bruselas no es más que un lobby para los Estados miembros.

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Gracias en gran parte a las fronteras abiertas y a la libertad de movimiento, Europa ha dejado atrás una era de categorizaciones nacionales, pese a que los estereotipos pueden asomar su peor cara en momentos de crisis. Una reforma electoral haría que 500 millones de ciudadanos de la UE pensasen y se expresasen como europeos.

Es por eso que, cuando sea vieja y esté yo sentada en mi sofá, reviviendo mis recuerdos de Europa para mis nietos, de la manera en que se nos pidió mantener el proyecto de la UE a flote pese a las férreas cadenas nacionales, me gustaría que pensasen: "Me alegro de que ya no sea la Europa de mi abuela”.

(eal/jov)

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