Nobel de la Paz 2018: una señal contra la violencia sexual
Dirke Köpp
5 de octubre de 2018
La concesión del Nobel de la Paz a Nadia Murad y Denis Mukwege por su compromiso contra la violencia sexual sistemática es una buena señal, pero es solo el principio, dice Dirke Köpp.
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Es una buena y poderosa señal que el Premio Nobel de la Paz 2018 haya recaído en dos personas comprometidas de forma extraordinaria contra la violencia sexual como arma de guerra. Otorgar el galardón al ginecólogo congoleño Denis Mukwege y a la activista yazidí Nadia Murad contribuye a quitar un poco el amargo sabor que quedó tras su concesión al entonces recientemente elegido presidente de EE.UU. Barack Obama. O cuando fue otorgado a la Unión Europea hace seis años, algo que hoy parece irreal a la vista del drama que tiene lugar en el Mediterráneo. Los galardonados comprometidos de forma muy concreta por otras personas dejan lugar a la esperanza en un tiempo en el que prácticamente a diario uno tiene la sensación de que es cierto aquello de que "el hombre es un lobo para el hombre".
Dos personas marcadas por sus experiencias con el sufrimiento
Tanto Mukwege como Murad lo han vivido en su propia piel. Nadia Murad fue raptada y esclavizada sexualmente en Irak por las milicias del Estado Islámico. Pero Murad no se quedó en el papel de víctima sino que alzó su voz contra el abuso sistemático. Su acción es más que valerosa en un país como Irak, marcado por la guerra y la violencia.
Por su parte, Mukwege es originario de la agitada provincia de Sud-Kivu, en el este de la República Democrática del Congo y allí fue testigo de cómo las violaciones se empleaban como estrategia militar. En 1999, Mukwege fundó en Bukavu, su ciudad natal, un hospital consagrado a atender y operar a mujeres víctimas de violación y mutilación genital. Llegó a ser conocido respetuosamente como "el hombre que repara a las mujeres”. Cualquiera que haya hablado y mirado a los ojos de estas mujeres en Bukavu sabe cómo funciona la violación como arma de guerra. Las víctimas quedan marcadas de por vida, destruidas en los peores casos, tanto física como emocionalmente. Escasean las mujeres que, como Nadia Murad, encuentran la fuerza suficiente para transformar su situación y salir de su rol de víctima. Por eso mismo es tan importante que en el hospital de Mukwege se intente restituir la dignidad a estas mujeres, aunque eso es algo difícil en una sociedad que incluso las estigmatiza por haber sufrido una violación.
El mundo debate desde hace un año qué tiene que ver la violencia sexual con la dignidad herida. Tanto el movimiento #MeToo como la cancelación, este año, de la concesión del Premio Nobel de Literatura por acusaciones de acoso sexual en el jurado han contribuido a ese debate.
Es solo el principio
Pero queda todavía mucho por hacer. El actual presidente de los Estados Unidos se permite burlarse públicamente de una presunta víctima de la violencia sexual. Sigue habiendo anuncios publicitarios a toda página de Cristiano Ronaldo en calzoncillos, aunque el jugador está acusado de violación. Y en Congo aparecía en la lista de candidatos a una elección un hombre juzgado por violar a bebés. Todo eso denota poca sensibilidad y demuestra que la concesión del Nobel de la Paz a Mukwege y Murad por su compromiso contra la violencia sexual es solo el principio.
Por cierto, el Gobierno del Congo ha felicitado a Denis Mukwege por el galardón, aunque su concesión al ginecólogo congoleño debería causarle vergüenza. El texto del premio subraya cómo el Gobierno y su presidente, Joseph Kabila, al igual que el padre de este, han desatendido el este del país desde hace décadas. Desde principios de la década de los 90, grupos armados aterrorizan a la población civil y violan impunemente a mujeres, niñas y, a veces, también a hombres. ¿Qué hace el Gobierno para impedirlo? Nada.
Autora: Dirke Köpp (MS/CP)
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Premio Nobel de la Paz: ¿quién tiene más opciones de ganarlo?
El viernes (05.10.2018) se anunciará quién recibirá este reconocimiento, al que este año optan 226 personas y 115 organizaciones. Este es un repaso a los candidatos con más posibilidades.
Imagen: KOCIS
Corea del Norte y del Sur
Las dos Coreas se han acercado significativamente en los últimos meses. Un ejemplo es la simbólica reunión entre el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, y el mandatario de Corea del Norte, Kim Jong-un, en la aldea fronteriza de Panmunjom. Sin embargo, el desarme nuclear anunciado por Kim es lento y la situación de los derechos humanos en Corea del Norte sigue siendo preocupante.
Imagen: KOCIS
Abiy Ahmed, primer ministro de Etiopía
Etiopía y Eritrea también se han acercado tras años de desencuentros, gracias al primer ministro etíope, Abiy Ahmed. En la imagen abraza al jefe de Estado eritreo, Isayas Afewerki. Ahmed se reconcilió con el país vecino al aceptar una propuesta para la demarcación fronteriza. Un problema podría ser que el período de nominación para el Premio Nobel terminó antes de que asumiera el cargo en abril.
Imagen: Reuters/G. Musa Aron Visafric
ACNUR y el Programa Mundial de Alimentos
El Nobel de la Paz recae de vez en cuando sobre alguna de las agencias de Naciones Unidas. Así podría ser también este año. La agencia de refugiados ACNUR y el Programa Mundial de Alimentos son firmes candidatos. Ambas organizaciones, en una época de guerras, hambrunas y grandes movimientos de refugiados, están actuando en muchos frentes. Ya sería el tercer Premio Nobel de la Paz para ACNUR.
Imagen: Getty Images/AFP/L. Gouliamaki
SOS Mediterráneo y Médicos Sin Fronteras
Las ONG francesas Médicos sin Fronteras y SOS Mediterráneo también destacan por su ayuda a los refugiados. Las dos están involucradas en los rescates en el mar Mediterráneo. Un premio Nobel para las dos organizaciones también enviaría un mensaje a los gobiernos europeos, que ven con ojos críticos estos rescates, cuando no lo dificultan directamente.
El médico congoleño Denis Mukwege también es un candidato con opciones. Lleva años luchando contra la violencia sexual en la guerra y da nuevas esperanzas a las víctimas de agresiones. Mukwege dirige un hospital en Bukavu que se ocupa de las víctimas de violaciones masivas en la República Democrática del Congo.
Imagen: AFP/Getty Images/S. Hamed
Nadia Murad, activista por los derechos de las mujeres
Esta yazidí iraquí, también premio Sakharov del Parlamento Europeo, sufrió la violencia sexual y la tortura como esclava de la milicia terrorista Estado Islámico. Ahora es embajadora de la ONU y lucha por los derechos de su etnia. Sería la mujer número 17 en recibir el Nobel de la Paz. La activista pakistaní por los derechos del niño Malala Yousafzai lo obtuvo en 2014.
Imagen: picture alliance/dpa/V. Simanek
Libertad de prensa
Los expertos opinan que es posible que el comité del Premio Nobel quiera lanzar un mensaje este año por la libertad de prensa y opinión. Por eso se barajan nombres como el del periódico turco Cumhuriyet o el del bloguero saudí preso Raif Badawi. En todo el mundo, los periodistas pagan con su libertad o incluso la vida el hecho de informar críticamente.
Imagen: picture-alliance/dpa/Depo Photos via ZUMA Wire/C. Erok
Derechos civiles
Tal vez sea una organización de derechos civiles la que se lleve el Nobel de la Paz. Los candidatos son el ACLU estadounidense y el grupo ruso Memorial. La activista Svetlana Gannushkina (en la foto) apoya a los refugiados en Rusia, incluso con la oposición del estado. Entre otras cosas, ACLU está comprometida con la igualdad de derechos de los homosexuales y contra la violencia policial en EE.UU.
Imagen: imago/ITAR-TASS/Y. Afonina
Rara vez exento de polémica
Independientemente de quién reciba el premio, la elección está pocas veces exenta de polémica. En los últimos años, se criticó especialmente el galardón otorgado al entonces presidente estadounidense Barack Obama. O a la Unión Europea. Tradicionalmente, el premio, dotado con 850.000 euros, se entrega en Oslo el 10 de diciembre. El año pasado fue para la coalición contra el armamento nuclear Ican.