Nobel de la Paz 2019: bien intencionado pero ingenuo
Ludger Schadomsky
11 de octubre de 2019
El galardonado es, sin duda, un reformador. Pero el proceso de paz con Eritrea se ha estancado desde hace tiempo. Por eso, el Premio Nobel de la Paz para Abiy Ahmed es una señal equivocada, dice Ludger Schadomsky.
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El Premio Nobel de la Paz sigue teniendo, a pesar de una serie de exganadores bastantes cuestionables, como Barack Obama o la Unión Europea, un increíble significado simbólico. Precisamente por esta razón, galardonar al joven reformador en Adís Abeba no ha sido la decisión correcta.
Para evitar malentendidos: desde que asumió el cargo en abril de 2018, Abiy Ahmed Alí inició reformas en el segundo país más poblado y geoestratégicamente importante de África. Esto sí que merece ser alabado. Se deshizo de las celdas de tortura y despojó a los medios de comunicación de sus bozales. Todo esto merece el mejor de los reconocimientos, incluso aunque la euforia inicial entretanto se haya debilitado.
¿Paz con Eritrea o más bien silencio sepulcral?
Por supuesto, a Abiy se le otorgó el Premio Nobel de la Paz no tanto por las "importantes reformas" en su país, sino por sus esfuerzos a la hora de construir una paz duradera con su rival Eritrea, con quien Etiopía libró una guerra fronteriza entre 1998 y 2000 con graves pérdidas para ambas partes. ¿No fue realmente conmovedor cuando el 18 de julio de 2018 Abey hizo posible que miembros de familias separados durante dos décadas pudieran abrazarse otra vez?
Sin embargo, los esfuerzos de paz se han estancado. Sí, es verdad que los familiares y los empresarios pueden viajar ahora entre las capitales de Adís Abeba y Asmara, a 50 minutos de vuelo. Pero esta posibilidad está reservada a una pequeña elite. Los pasos fronterizos, que son mucho más importantes para el transporte de personas y mercancías, como el de Zalambessa, abierto con una gran estación, están ahora todos nuevamente cerrados a instancias de Eritrea, como aseguran los etíopes. La diplomacia inicial que fluía entre Abiy y el autócrata de Eritrea, Isaías Afewerki, se está desvaneciendo. La embajada de Eritrea en Adís Abeba todavía está cercada, y los extraordinarios contratos comerciales nunca llegaron a materializarse. Más bien, ambos países forjan en la actualidad alianzas estratégicas con países más allá del Mar Rojo, siendo fieles a la máxima centenaria en el Cuerno de África, según la cual: "El enemigo de mi enemigo es mi amigo”.
¿El premio pone en peligro los esfuerzos de paz?
Así que Abiy obtuvo el premio de la paz más importante por una paz que existe básicamente sobre papel. Peor aún, al final, el premio podría incluso torpedear esos esfuerzos de paz, porque el liderazgo eritreo se siente más presionado a actuar que antes. Quien, sin escrúpulos, mantiene a todo un pueblo encadenado para poder seguir en el poder, como el gruñón autócrata en Asmara, es poco probable que permita que un político carismático, mucho más joven que él, brille más en todo el mundo.
Querido en el mundo, criticado en casa
A nivel nacional, el galardón alimenta con argumentos a los críticos de Abiy, que tachan el estilo política del joven y dinámico primer ministro de distante y poco sólido. En Etiopía, un país socialmente conservador hasta la médula, el comportamiento del primer ministro, optimizado por las relaciones públicas y una "Abyimanía" sin precedentes, ha provocado que se realicen acusaciones contra el exagente del servicio secreto, quien estaría involucrado en actividades ilícitas que beneficiarían a su grupo étnico, los oromo. Y no solo los etíopes, sino también los socios de desarrollo observan con preocupación el culto a la personalidad y su estilo de gobierno, a veces errático y poco comunicativo del primer ministro.
¿Es la política de reconciliación de Abiy lo suficientemente sostenible?
El premio de Abiy recuerda al del desafortunado presidente de Corea del Sur, Kim Dae-jung, quien llevaba dos años en el cargo en 2000, cuando fue galardonado por sus esfuerzos de instaurar la paz con Corea del Norte. Ya se sabe cómo evolucionó el asunto.
Ahora se habla mucho de "Medemer", la política programática de reconciliación de Abyi. El jueves (10.10.2019), un día antes de darse a conocer el Premio Nobel de la Paz, se llevó a cabo una gran celebración "Medemer" con jefes de Estado de toda la región por invitación del ahora galardonado. Sudán, Somalia, Uganda: todos estuvieron representados. Solo faltaba un invitado en el círculo: el presidente eritreo Afeweri, con quien Abiy había celebrado la "reconciliación". Es probable que la adjudicación del Premio Nobel de la Paz haya elevado el listón para Abiy en lugar de bajarlo.
(rmr/es)
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Los Nobel de Química en la vida diaria
Muchas de las investigaciones de los Nobel de Química han revolucionado el mundo.
¿Qué han descubierto los premios Nobel de Química?
No todo el mundo sabe cuáles son exactamente sus aportes. En esta galería de imágenes les mostramos algunas aplicaciones cotidianas de los descubrimientos realizados por varios científicos galardonados con el Premio Nobel de Química.
Imagen: picture-alliance/dpa
Doble receptores G que hacen posible la percepción de sabores
Hay millones de receptores dobles de proteína G en nuestro cuerpo. Situados en la superficie de las células, posibilitan que éstas perciban lo que sucede a su alrededor y envíen señales para regular diversas funciones. Estos receptores también participan en la percepción de sabores y olores. Brian Kobilka compartió el Nobel de Química por sus investigaciones en esta familia de proteínas.
Fábrica de vida
Las proteínas se congregan en pequeñas fábricas, los ribosomas. Cada ribosoma sintetiza miles de componentes diferentes. ¿Cómo se forman estas fábricas de vida? Ada Yonath, Venkatraman Ramakrishnan y Thomas Steitz dieron respuesta a esta pregunta, lo que les valió el Nobel de Química en 2009.
Imagen: picture-alliance/dpa
Descifrar el código genético
Llevó 13 años completar la ambiciosa tarea de decodificar la secuencia del genoma humano. El trabajo pionero de Walter Gilbert y Fred Sanger contribuyó decisivamente a arrojar resultados definitivos. Ambos compartieron el Nobel de Química en 1980 por el desarrollo de métodos para secuenciar el ADN.
Imagen: Fotolia/majcot
La energía de los bosques
La reacción química más importante es la fotosíntesis. Gracias a este proceso, plantas, algas y bacterias capturan el CO2 y producen oxígeno, ayudados por un complejo proteínico en el interior de las células. Robert Huber, Hartmut Michel y Johann Deisenhofer recibieron el Nobel de Química en 1988 por determinar la estructura de uno de esos núcleos de fotosíntesis.
Luz en la oscuridad
Este cuerpo brillante es la medusa Aequorea victoria. Debe su bioluminiscencia a una proteína verde fluorescente, que hoy se suele utilizar como marcador genético. Pionero en esta técnica es Martin Chalfie, que compartió el Nobel de Química en 2008 por su trabajo con esta proteína en la evolución de las células nerviosas.
Agua para las células
Igual que las tuberías transportan agua en las casas y se llevan los residuos, hay estructuras en las membranas de las células que conducen agua hacia dentro y hacia fuera. Eso fue lo que Peter Agre descubrió en 1988. Por su investigación sobre proteínas porosas, compartió el Nobel de Química en 2003.
En forma con el ATP
El principal transportador de energía para las células es el ATP o trifosfato de adenosina. Sin él, no seríamos capaces de mover ni un músculo. Se estima que los humanos adultos metabolizan la mitad de su peso corporal en ATP cada día. En 1997, Sir John Walker compartió el Nobel de Química por mostrar cómo el ATP se sintetiza en las células.
Imagen: Fotolia/Kzenon
Química verde
Los objetivos de la química verde ya no son una utopía gracias al trabajo de Robert Grubbs, Richard Schrock e Yves Chauvin. Los ganadores del Nobel de Química 2005 investigaron un elegante sistema para sintetizar compuestos complejos. Los resultados sirven a fines farmacéuticos, por ejemplo. Así, algunos compuestos orgánicos se pueden utilizar de forma más eficiente, evitando sustancias nocivas.
Imagen: picture-alliance/dpa
La molécula del fútbol
Aunque nunca haya oído hablar del fullereno, seguro que puede dibujar la estructura básica de estas fascinantes moléculas. Piense en un balón de fútbol hecho de pentágonos y hexágonos. Esa es la estructura de los 60 átomos de carbono que conforman el fullereno. Robert Curl, Sir Harold Kroto y Richard Smalley recibieron el Nobel de Química en 1996 por sus descubrimientos sobre estos compuestos.
Salvar la capa de ozono
Nos podemos exponer tranquilamente al sol –siempre protegidos por bloqueador solar– gracias a la capa de ozono de la Tierra, que absorbe la mayoría de los rayos que son perjudiciales. Paul Crutzen, Mario Molina y Sherwood Rowland mostraron los factores que adelgazan la capa de ozono y por ello recibieron el Nobel de Química en 1995.
Imagen: picture-alliance/dpa
Ver el interior del cuerpo
El corazón, el cerebro y los huesos pueden verse con detalle mediante las imágenes conseguidas por resonancia magnética. Es una manera de localizar tumores en el cuerpo, por ejemplo. Por sus contribuciones al desarrollo de esta técnica, Richard Ernst recibió el Nobel de Química en 1991.
Imagen: picture-alliance/dpa
Freír con cuasicristales
La próxima vez que fría usted un huevo, piense en el descubrimiento de Dan Schechtman: los cuasicristales, por los que recibió el Nobel en 2011. Durante mucho tiempo, se rechazó la idea de que los átomos se estructuran en patronos regulares, pero no iterativos, como los mosaicos islámicos medievales. Las propiedades antiadherentes de los cuasicristales rivalizan con los del teflón.